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Productividad 24/7, ansiedad que se hace notar

Estás trabajando, dedicás horas y horas del día a cumplir con tus tareas. Y el después ya está programado: un cronograma que casi no sentís marca el ritmo de tu vida. ¿La productividad constante lleva a la ansiedad? De eso y más hablamos con el psicólogo Tomás Nores. Subimos historias de Instagram que muestran cómo […]

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Estás trabajando, dedicás horas y horas del día a cumplir con tus tareas. Y el después ya está programado: un cronograma que casi no sentís marca el ritmo de tu vida. ¿La productividad constante lleva a la ansiedad? De eso y más hablamos con el psicólogo Tomás Nores.

Subimos historias de Instagram que muestran cómo entrenamos todos los días, publicamos una foto de nuestra check list de tareas terminada. Todo, con mucho orgullo. A diario, generamos y consumimos una catarata de demostraciones de productividad. Es como si no supiéramos aburrirnos: nos anotamos en un curso; hacemos ejercicio; nos sumamos tareas, trabajos y compromisos. Y nunca es suficiente.

Tener a la productividad constante como horizonte puede llevarnos a la ansiedad, una palabra que no logra sacarse del todo el estigma y que puede llegar a ser un sentimiento cotidiano. E, incluso, convertirse en trastorno: las personas que sufren de este problema “con frecuencia tienen preocupaciones y miedos intensos, excesivos y persistentes sobre situaciones diarias. Se dan episodios repetidos de sentimientos repentinos de ansiedad intensa y miedo o terror que alcanzan un máximo en una cuestión de minutos (ataques de pánico)”, según explica mayoclinic.org.

No parar un minuto (porque el tiempo se aprovecha o se aprovecha), hacer listas para todo, cumplir objetivos y tareas como modo de vida… ¿Por qué prevalece esa idea de productividad constante?

“Sería interesante que pensemos esa idea de productividad como un mandato que, como tal, viene impuesto por otros y otras. En el caso del ámbito laboral ese mandato estaría determinado por la cultura de la empresa en la que estemos insertos, por los liderazgos que allí se jueguen, incluso por nuestros propios juicios y creencias acerca del trabajo, de productividad, de ser útiles para algo o alguien”, explicó a este medio el psicólogo experto en bienestar Tomás Nores.

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Para el entrevistado, todo mandato influye tanto de manera consciente como inconsciente y se hace visible en nuestro modo de ser y hacer. Pero, si bien los mandatos se erigen para ser cumplidos, está la posibilidad de ponerles freno.

Dentro del sistema capitalista, se entiende que la productividad hace referencia al mejor rendimiento con el menor uso de recursos. Por ejemplo, para una empresa, una industria o un país es un factor determinante en el crecimiento económico. Habría que preguntarse por los costos sociales de ese ideal, a nivel social.

“Pensar en productividad está asociado al crecimiento. Sería interesante preguntarnos al crecimiento de quién está asociada nuestra productividad y si ese esfuerzo es consecuente con nuestros propios deseos y posibilidades de crecimiento”.

Listas que van, listas que vienen

Pagar el alquiler, pagar el monotributo, ir al super, reuniones, videollamadas de acá y de allá. Pueden ser anotaciones comunes de una lista que marca el ritmo durante los días de la semana, y a veces hasta del preciado finde. Si nos ponemos un poco más exigentes, encontramos metas como “no dejar de hacer ejercicio, trabajar enfocado durante toda la jornada, mantener la vida social al mismo tiempo que comer sano, dormir bien y cuidar el planeta”, tan imposibles que se convierten en una ironía.

Nores dijo que la mayoría de las personas tendemos a satisfacer los requerimientos de los y las demás. Eso genera placer: el reconocimiento de otros y otras es constitutivo de nuestro psiquismo y lo necesitamos.  Además, el psicólogo explicó que cumplir tareas de nuestra propia lista reafirma nuestro propio sentido de valía, de poder cumplir con lo que nos propusimos. Así, el cerebro libera dopamina, y sentimos satisfacción por eso que hicimos.

¿Qué es la dopamina? Es un neurotransmisor que nos brinda motivación para hacer y es luego de realizada esa acción que encontramos placer o satisfacción.

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“Cuando nuestra lista resulta imposible de cumplir caemos en nuestra propia trampa: estamos destinados al fracaso debido a que el día sólo tiene 24 horas terrícolas y debemos satisfacer otras necesidades básicas para funcionar correctamente. Si identificás que tu sensación de frustración y desánimo están relacionadas a tus altas expectativas o a las exigencias de tu entorno, entonces encontraste lo que está a tu alcance de modificar. Regularte o poner límites es algo que podemos aprender”, recomendó el profesional.

Pensamos constantemente en lo pendiente, y pocas veces en lo logrado. El foco se centra en lo no hecho, lo que no completamos al final del día, y eso a veces no nos deja dormir. Según la revista estadounidense Entrepreneur, “un estudio de Google estima que tenemos entre 12.000 y 80.000 pensamientos al día”. Si lo dividimos en las 24 horas que tiene un día, significa que tenemos entre 500 y 3.333 pensamientos por hora.

¿Alguna vez nos preguntamos en qué ocupamos nuestra mente durante la mayor parte del día?

Quisimos pensar otro título, pero estamos todo el día al palo

Tomás Nores señaló que es frecuente escuchar que las personas se jacten de estar a full, de tener una agenda llena, de estar “todo el día al palo”. Para el psicólogo, si bien se pueden encontrar muchas actividades de interés, hace falta ser conscientes de que la energía es finita; tiene un tope. Es decir, las personas no llegan al final del día con la misma capacidad de atención y concentración que al principio del día: “Lo que sucede luego, es que una mínima cosa se modifica y produce tal desbarajuste que sentimos que se nos viene todo abajo”. Personas dedicadas a la organización personal y profesional recomiendan siempre dejar un tiempo entre cada tarea, porque los imprevistos e imponderables abundan y pueden cruzarse en nuestro camino más de una vez. 

El exceso de actividades genera ansiedad, esa preocupación por el futuro que nos alerta. 

“La ansiedad como tal no es negativa ya que muchas veces nos motoriza a cumplir con nuestros objetivos. Es nuestro propio reconocimiento emocional quien nos avisará si estamos a gusto con los niveles de ansiedad que se están presentando. Claro está que esto será una vivencia subjetiva, determinada por el impacto de esa emoción, el contexto, los estándares propios de productividad, los niveles de autoexigencia, entre otros”, profundizó.

¿Cómo podemos combatir esta idea presión de tener que ser productivos todo el tiempo, vinculada a sensaciones de malestar y ansiedad? Para Tomás, si advertimos que nuestra agenda nos genera malestar y agotamiento es momento de replantearnos el modo en que hacemos uso de nuestro tiempo: "También sería interesante reflexionar respecto de qué representa el ocio para cada uno o una, en contraposición con esta idea constante de productividad. Para los griegos el ocio era un fin en sí mismo, era un privilegio tener tiempo de ocio. El tiempo de ocio es clave en el bienestar, las personas necesitamos momentos de relajación, nuestro cuerpo lo necesita y así nos lo demanda."

El tiempo de ocio es clave en el bienestar: las personas necesitamos momentos de relajación. Nuestro cuerpo lo necesita y así nos lo demanda.

"Una clave para combatir esta idea o presión de productividad está en escuchar lo que nos dice nuestro cuerpo. ¿Qué señales nos da? La naturaleza humana tiene sus tiempos, y las empresas o las tecnologías tienen otros tiempos. Para que exista un poco de ocio tenemos que parar de hacer, ese freno es personal, acorde al contexto y posibilidades de cada quien", dijo el entrevistado.

Entonces, la ansiedad está ahí y convive con nosotros, que somos quienes la alimentamos o minimizamos según nuestro accionar. En un mundo de productividad por imposición, por reconocimiento o por comparación con los demás, nuestra salud mental nos pide que paremos la pelota y paulatinamente empecemos a mirarnos. Y a mirar hacia dónde se dirige nuestra energía y qué es lo que realmente “nos resulta” de tanto vivir al palo.

Por Carmela Laucirica y Emi Urouro

Emilia Urouro

Encargada de la redacción de las notas y de generar contenido para las diferentes plataformas del Resaltador. Feminista, popular y nacional.
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