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Veganismo: ¿un privilegio de clase?

Publicado por:El Resaltador

A menudo se habla del veganismo como una moda o un estilo de vida para unas pocas personas privilegiadas. Sin embargo, el veganismo es una posición ética y política que rechaza todo tipo de explotación y uso animal. Ahora, ¿es realmente un privilegio de clase?

Por Natalia Paesky. Columna publicada el 20 de junio de 2021. Republicada el 1/11/2022 con motivo al  Día Mundial del Veganismo.

¿Una moda? ¿Una dieta?

Es bastante común que se hable del veganismo como una dieta que excluye del consumo alimentos de origen animal: “carne”, leche, huevos, miel. Se lo trata también como un tipo de consumo que busca un beneficio en la salud, como si fuese una dieta para adelgazar o tener un cuerpo más sano. En realidad, el veganismo es el rechazo a la visión antropocéntrica que reduce a las demás especies a meros objetos de consumo. Dicho esto, implica mucho más que llevar una dieta basada en plantas.

Se habla también del veganismo como una moda o un estilo de vida. En este sentido, si bien con el auge de las redes sociales ha cobrado mucha más presencia y relevancia (principalmente entre las personas más jóvenes), el veganismo es mucho más que eso: es una postura ética y política. 

Con base en el antiespecismo, es decir, en el rechazo a la idea de que determinadas especies son superiores a otras y que como especie humana podemos hacer uso de las demás, el veganismo debe plantarse contra todo tipo de injusticia. Si bien es cierto que es por los demás animales, debe necesariamente implicar el rechazo a otras formas de opresión y violencia. 

No es más caro

Dentro de las críticas que suelen hacerse al veganismo, una de las principales tiene que ver con el costo de vida. A menudo se dice que ser vegane es caro y que, por esta razón, es un privilegio para unos pocos. ¿Es realmente así?

Ser veganes implica rechazar el uso de animales para alimentación, vestimenta, entretenimiento, transporte y testeo de productos. Si nos centramos en dos de las principales necesidades que tenemos como especie humana, alimentarnos y vestirnos, vemos que las opciones sin uso y explotación animal no son más caras. 

En el caso de la alimentación suele asociarse al veganismo con una serie de productos ultraprocesados que realmente no necesitamos consumir y que sí, generalmente son costosos. Vale la pena aclarar que es posible llevar una dieta basada en plantas sin recurrir a ese tipo de productos y sin invertir demasiado tiempo. Si ponemos la mirada en las proteínas, que es algo que suele preocupar a la hora de hablar de dietas basadas en plantas, podemos afirmar que las fuentes de proteína vegetal son mucho más económicas que la proteína de origen animal: basta comparar el precio de las legumbres con el de la “carne”. En términos de vestimenta sucede algo similar: en general, la ropa de lana o “cuero” es mucho más costosa que aquella que no implicó explotación y uso animal.

¿Entonces no es un privilegio?

Es un gran error afirmar que el veganismo no es un privilegio de clase solo porque no es más caro. Más allá de que esto implicaría reducirlo a un tipo de consumo y no a lo que realmente es (una posición ética y política), es necesario realizar un análisis un tanto más profundo.

En primer lugar, ser vegane implica poder elegir qué consumir y qué no. Esto no es tan simple por más que lo parezca: vivimos en un mundo en el que día a día mueren cientos de personas por no llegar a cubrir una necesidad tan básica como la alimentación.

Por otro lado, el sistema capitalista y especista nos bombardea a diario con información sesgada que pretende hacernos creer que mercantilizar los cuerpos de las demás especies es la única manera de sobrevivir (instalando principalmente el terror sobre las dietas basadas en plantas). Además, a través de la educación y los medios masivos de comunicación, se refuerza el supremacismo humano y la diferenciación humano / no humano a partir de la cual justificamos la opresión y la violencia hacia las demás especies. Hay una clara dificultad para acceder a información de calidad, no solo para saber cómo alimentarnos cubriendo todas las necesidades de nuestro cuerpo sino también en torno a qué es el antiespecismo. Nos educan para ser funcionales al sistema especista: crecemos con la idea de que oprimir a los demás animales es natural, normal y necesario.

Sin lugar a dudas acceder a otro tipo de información y cuestionar lo que hemos aprendido durante toda nuestra vida es una tarea que, si tenemos el privilegio de poder hacer, debemos llevar adelante. Solo así, desaprendiendo y aprendiendo, podremos ir por un mundo más justo para todas las especies que habitan el planeta.

Debemos comprometernos con la lucha por la justicia social, que debe incluir a todas las personas oprimidas: humanas y no humanas.

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