Este 20 de julio de 2021, Jeff Bezos, ex CEO de Amazon, viajó al espacio a bordo de su propia nave. Sin dejar de lado el avance de la ciencia, esta nueva diversión de multimillonarios nos hizo pensar en las posibilidades y concentración del poder.
Por Agustina Bortolon y Emi Urouro
Ayer fue noticia que el fundador de Amazon y los otros tres tripulantes -su hermano Mark, una aviadora de 82 años y un joven de 18-, atravesaron el límite de Karman, la frontera imaginaria que separa la atmósfera terrestre y el espacio exterior.
La ciencia, la innovación tecnológica, los avances para conocer lo que permanece oculto son un logro de toda la humanidad, no solo de las empresas privadas, el conocimiento y la investigación surge, en una proporción importante, de sectores públicos, por lo tanto ¿el beneficio no debería ser más universal?
Más capitalista que turismo espacial
Aunque parezca una idea futurista, el turismo espacial ya es una realidad y poco a poco va ganando terreno. Esta modalidad de turismo se realiza a más de 100 km de distancia de nuestro planeta.
Desde que la NASA afirmó hace más de una década que la tecnología necesaria para hacer viajes espaciales por turismo estaba disponible y relativamente consolidada, las inversiones y ambiciones en torno a esta nueva forma de viajar crecieron considerablemente.
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Históricamente, este negocio de llevar turistas de viaje por el espacio, nace del colapso de la Unión Soviética. La agencia espacial rusa no podía pagar sus deudas, por lo que determinó que una buena forma de juntar fondos era llevar civiles al espacio, mediante un plan que se denominó Programa de Invitados de la URSS.
En un principio, estos viajes eran realizados sólo en transportes y estaciones espaciales gubernamentales, pero eso cambió en los últimos años del siglo XXI, cuando distintas entidades privadas comenzaron a invertir en la fabricación de vehículos y alojamientos turísticos espaciales.
Así, la primera persona en realizar un viaje de este tipo de forma privada fue Dennis Tito, despegando el 28 de abril de 2001 y regresando a la Tierra el 6 de mayo. Para lograr su hazaña pagó 20 millones de dólares junto a un curso de preparación.
Un gran paso para la humanidad ¿pero para toda la humanidad?
Ayer, 20 de julio de 2021, Jeff Bezos, ex CEO de Amazon, viajó al espacio en el sistema de cohetes New Shepard (en honor al primer astronauta estadounidense, Alan Shepard), desarrollado por su propia empresa aeroespacial llamada “Blue Origin”.
El vuelo duró alrededor de 11 minutos en total, y luego del aterrizaje, Bezos afirmó “lo que acabamos de hacer no es sólo una aventura, dimos el primer paso de algo grande, de algo importante. Vamos a construir una ruta hacia el espacio para nuestros hijos y sus hijos”.
Sólo unos pocos días antes el multimillonario británico sir Richard Branson, dueño de Virgin Group, también voló al espacio a bordo de su avión cohete Unity. El objetivo principal de esta empresa es abrir estos viajes al público para impulsar la incipiente industria del turismo espacial. Su viaje fue pionero en esta nueva era, superando a Jeff Bezos y Elon Musk de SpaceX.
Datos para tener en cuenta
- Branson anunció que podría comenzar sus operaciones comerciales a principios del 2022. Hasta ahora, ha vendido 600 billetes, que costaron entre 200.000 y 250.000 dólares cada uno.
- Por su parte, el fundador de Amazon no ha dado información sobre cómo serán los programas para conocer el espacio exterior…pero el único lugar disponible en la nave fue subastado en 28 millones de dólares.
- La empresa norteamericana de vuelos turísticos espaciales Space Perspective ofrece abordar una cápsula con una vista de 360°, que ascenderá lentamente suspendida de un globo aerostático del tamaño de un estadio de fútbol. Las 300 plazas disponibles para 2024, año en que debutará esta atracción, se han vendido todas, cada boleto costó 125 mil dólares.
En relación a esos precios, unas cifras nos pueden servir para sumar al debate: Los 2153 milmillonarios que hay en el mundo poseen más riqueza que 4600 millones de personas (un 60% de la población mundial). Fuente: Oxfam. 2020.
A raíz de estos hechos novedosos que conjugan ciencia y, no está de más decirlo, riqueza, Tom Maher, abogado de negocios de Douglas -Capital de la Isla de Man- especializado en el sector espacial, en diálogo con Le Monde diplomatique, comentó que “desde el retiro del transbordador por parte de la NASA y los recortes presupuestarios decididos por el presidente Barack Obama, la industria espacial es fundamentalmente comercial”.
En relación al punto anterior, Maher explicó que las agencias públicas se vuelven cada vez más consumidoras de servicios brindados por el sector privado: “La Estación Espacial Internacional será abastecida por cohetes de la empresa SpaceX. En lo que respecta al transporte a las órbitas cercanas a la Tierra, los innovadores e investigadores pertenecen cada vez más al sector privado”.
Si las empresas son quienes reinarán en el espacio, las posibilidades de universalizar el saber, las experiencias científicas, quizá quedan habilitadas solo para quienes tengan el dinero suficiente.
¿Qué se sabe del impacto ambiental de estos viajes?
Bezos y Branson compiten por quién es el primero en esta “carrera espacial”, con la finalidad de posicionar sus marcas para una futura explotación turística. El tercer millonario de esta competencia es Musk. Pese a que los tres afirman que su principal prioridad es el cuidado del ambiente, y que estos viajes podrían esconder la clave para combatir el cambio climático, los cohetes necesitan una cantidad inusitada de combustible para despegar, emitiendo a la vez dióxido de carbono, cloro, metano y demás sustancias tóxicas.
Esto tiene un impacto indiscutible sobre la Tierra, y se estima que si estos viajes continúan en el futuro con una mayor frecuencia, podrían causar un desastre ambiental. El hollín que emite este turismo en la atmósfera, provocará a futuro que disminuya 0.7 grados la temperatura del planeta, y aumente 0.8 grados en regiones como la Antártida. Además, el turismo espacial propicia el adelgazamiento de la capa de ozono a un ritmo muy vertiginoso.
Ciencia para toda la humanidad
Si bien estos viajes surgieron como una consecuencia directa de la necesidad de los seres humanos para desplazarse más allá de lo conocido, los únicos que pueden alcanzarlos y disfrutarlos, son multimillonarios. En este sentido, es importante considerar no sólo los aspectos tecnológicos que habilitan los viajes, y que en muchos lugares del mundo están consolidados, sino que se vuelve una necesidad realizar una planificación más global, abarcativa e interdisciplinaria para reducir los posibles efectos negativos de esta forma de turismo.
Aún no se sabe con certeza qué tamaño tendrá el mercado de los viajes espaciales, y una posible teoría es que a medida que la demanda aumente, los precios bajarán paulatinamente, y los vuelos se volverán más comunes. Al mismo tiempo, al ser una industria incipiente que recién en los últimos años ha comenzado a asomar lentamente, necesita legislaciones y regulaciones en pos de garantizar la seguridad de las personas que hagan uso e inviertan en ella.
El progreso científico es acumulativo, con esto queremos decir que el presente es consecuencia del trabajo de académicos y académicas de antes, pero en este mundo regido por la lógica empresarial, algunas personas capitalizan para beneficio propio esa información.