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Reflexiones sobre el Día del Periodista

Publicado por:Ramiro Quintanilla

Hoy se celebra ésta efeméride, pero ¿qué concepción tenemos de este oficio hoy en día? Los límites se hacen difusos entre comunicadores y periodistas, los medios como tales han perdido su lugar predominante frente a las redes, y esta fecha se presenta para retomar una herramienta perdida en la profesión: la pregunta. Por eso, hoy vamos a abrir interrogantes con la posibilidad de que no cerremos ninguno.

La construcción autogestiva y el periodismo que queremos

No hace tantos años, periodista era una persona que se desarrollaba en un ámbito y espacio determinado, con la premisa única de hacer conocer noticias a alguien. La objetividad era el fin último que perseguía: la persona debía despojarse de todos sus ideales para tratar de brindar un marco en donde su opinión importaba poco.

Con el paso de los años, las nuevas tecnologías, el avance social, el descreimiento hacia la figura periodística, una ley de Medios sancionada y tirada abajo, las cosas cambiaron

Hoy, hay un desdibujamiento de la profesión. Ni siquiera podemos delimitar un lugar ya que bien podríamos decir, que tenemos un periodista o miles al alcance del celular. Esa cuestión “objetiva” se destruyó totalmente: todas y cada una de las personas hablamos desde nuestra realidad. 

Las “dos campanas” ya no suenan, ni hacen falta. En este marco, dentro de nuestro espacio cooperativo que contempla la comunicación, cada tanto surge una pregunta: ¿Qué periodismo queremos hacer?

Es una pregunta guía que sirve como recurso para repensarnos y reestructurarnos. Inclusive ya es como un chiste, porque resulta muy difícil de responder y además merece un debate que puede llevar horas o días y, en el cual, quizás nunca nos pongamos de acuerdo.

Por eso, ante un silencio incómodo en medio de una reunión, siempre alguien tira: “¿Qué periodismo queremos hacer?”, con una sonrisa dibujada en los labios.

“El periodismo carece de ideas”

Si vemos las grandes empresas de comunicación que ocupan casi totalmente los lugares “tradicionales” del periodismo como la televisión, los diarios y las radios, todavía operan en base a esos preceptos viejos, de dar noticias en base a una cierta “objetividad” intencionada.

¿Todavía construyen desde este lugar? No, claro que no. Ahora, tenemos periodistas que editorializan todo el tiempo, mirando a la cámara, construyendo narrativas o relatos de una realidad que les queda cómoda, invitando a personajes a sus programas para promocionarlos en pos de los propios intereses. 

O construyen desde la misma repetición que impacta al público. Si queremos hablar de inseguridad, ponemos un video en donde una cámara grabó un hecho delictivo violento. La realidad nos brinda la posibilidad de elegir nuevos videos todos los días por la crisis económica y social que vivimos, pero ¿para qué preguntarse por las causas o posibles soluciones de este fenómeno, si repitiendo el video mis ganancias son las mismas?

Recordemos la importancia de poner en circulación el término empresas de comunicación. Ya queda claro que no son medios, que están entre la realidad y la gente de manera desinteresada. Son simplemente conglomerados privados que forman parte de un sistema económico al cual deben responder; y por otra parte, son parte de una realidad que tienen la posibilidad de moldear y manipular según convenga. 

Existen jefes y empleados, sino explíquenme la necesidad de realizar paritarias para que los trabajadores tengan sueldos dignos, cuando las empresas cobran millonarias pautas por parte del estado y publicidades del mismo tamaño por parte de otras empresas.

En este sentido, no son los trabajadores los que carecen de ideas, sino que son las empresas las que trabajan en un margen de acción muy ínfimo: el del propio interés.

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“El periodismo no tiene responsabilidad”

Un poco relacionado a esas libertades que se dan los periodistas reconocidos, casi famosos, que pretenden hacer una alocución a un micrófono contando verdades, repitiendo eslóganes alejados de la realidad, es este apartado.

Por ahí se piensa, que hay una falta de criterio “periodístico” (keseso?) o tenemos tan claro que esas personas cuando hablan, responden a sus propios intereses que nos olvidamos de un aspecto diferencial de la comunicación realizada desde el periodismo: la responsabilidad.

La diferencia entre un influencer y un trabajador de la comunicación radica en este punto clave. Un influencer en una red social puede decir lo que quiera y va a ser juzgado solamente por sus seguidores.

Si el periodismo es tomado como una profesión, debiera existir un código de ética que guíe la labor. Los hay y muchos, son especies de manuales creados por periodistas de renombre que enseñaron el cómo hacer de la tarea.

El problema es que el “jurado” que determina quién está en falta y quién no, es el público. Si un cirujano realiza una mala praxis, es juzgado por la justicia. Si un “periodista” da mensajes maliciosos en pos de generar caos social, puede ampararse en la libertad de expresión, un lugar a proteger para que no sea utilizado como excusa.

Hoy en día, estamos lejos de llegar a hablar de censura en la comunicación. Pero la libertad de prensa sólo es posible mediante la responsabilidad social de la misma. Por eso, es bueno que a nuestros periodistas les exijamos (y nos exijan) las condiciones necesarias para garantizar el derecho a la información.

Como conclusión, dentro del universo de les comunicadores, hay una porción dedicada a aquellos que ejercen la comunicación con responsabilidad y debieran ser quienes son considerados periodistas. Cualquier otra persona, esta jugando a otro juego.

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“El periodismo tiene poca profundidad”

Quizás sea porque se ha posicionado como una gran herramienta para mantener las cosas como están pero muchas veces, como periodistas pecamos de falta de profundidad. En esa vorágine diaria de generar, preferimos salir rápido a dar respuesta a la demanda del público en lugar de darle el tratamiento necesario al recorte de realidad que elegimos mostrar.

Sin embargo, en otros casos la falta de profundidad es intencional. Conviene seguir repitiendo que “el tiempo está loco” antes que hablar de las causas del cambio climático, de los problemas que trae que en junio tengamos casi 30 grados, o de quiénes son los responsables de que el mundo se esté muriendo.

La elección más simple antes que hacer un trabajo a conciencia es repetir gacetillas provenientes de alguna oficina del estado, de alguna empresa que tuvo un gesto de responsabilidad social empresarial, o de alguna evento cultural que se está gestando. Lo cual puede y debe estar en la agenda mediática pero no ser el único componente.

En algunos momentos históricos, este oficio fue denominado como cuarto poder, brindando control y exigiendo al poder político respuestas necesarias para la sociedad. La posibilidad de revolver en esas bases o de incluso, ir más allá, suena lejana para el «periodismo» actual.

“Periodismo de redes”

El lugar del periodismo cambió, o mejor dicho, es mucho más amplio. Ya no miro televisión porque no hay nada que me atraiga y porque existe internet, o por las mismas cuestiones económicas que hacen que los videos sobre inseguridad puedan replicarse. No hay un mango y sale más barato internet que el cable, además de las miles de opciones más que me representa.

Entonces, ¿a dónde ponemos los cañones comunicacionales? En las redes sociales y el mundo digital, a tan sólo un dedo de distancia del público, con la facilidad de poder generar un contenido que llegue instantáneamente al usuario.

El problema es que quienes producen información son miles de personas. Ya pasamos esa transformación de consumidores a prosumidores, hace rato. Los medios periodísticos tienen lugar al final de la línea de historias de Instagram, si es que aparecen en algún momento del día. 

En el centro de este tornado de información, en esta sobreinformación, el rol del periodismo se vuelve complejo y juega con otros parámetros. En una realidad tan magra, mediada por las redes sociales, se hace difícil presentarle la complejidad de una temática incómoda al usuario. Las redes son para divertir, no para alimentar la preocupación.

Es ahí que surge la posibilidad de encontrar un balance entre las publicaciones que apuntan a un periodismo serio, de denuncia, que problematiza la realidad, y un simple meme que nos aporta alegría, pero que expone una realidad.

Las redes sociales y el mundo digital, de manera distinta a la televisión, la radio y el diario, son un escenario de disputa para el periodismo comprometido, ya que ahora tenemos el acceso a los espacios, pero la “competencia” son reels de lugares fascinantes, videos graciosos o recetas de cocina que dan una gula terrible. Ni contar que las empresas de comunicación tradicionales tampoco escapan a las lógicas de las redes, y cuentan con el aparato económico aceitado para encontrar su lugar.

La disputa es de sentidos. ¿Nos volcamos a las lógicas de Instagram para que nos repartan corazones y llegar a más audiencia o nos complacemos con el compromiso de generar contenido profundo que rompa con la capa de la desinformación?

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¿Qué periodismo queremos hacer?

Hasta acá, nada nuevo. Un simple análisis o diagnóstico posible de la realidad comunicacional que puede ser criticado en múltiples formas y sentidos. Pero como el día del periodista invita a pensar, volvemos a la pregunta que guía nuestros pasos dentro de este mundo comunicacional al cual le dedicamos tiempo, esfuerzo y trabajo.

E invitamos a formular nuevas preguntas porque queremos ser este periodismo que se pregunta ¿Qué periodismo queremos hacer? y que, también, les pregunta: ¿Qué periodismo quieren que hagamos?

La comunicación no puede ser por sí sola, existir como un ente alejado de las personas, de las organizaciones. Somos quienes somos, y somos en parte, quienes nos consumen, quien conforma nuestro público. Por eso, apostamos a la retroalimentación de preguntarle a quien nos ve y lee.

Somos en parte, la comunidad que nos sostiene, nos hace el apoyo y construye en conjunto, porque entienden que desde acá, hacemos de la comunicación y del ejercicio periodístico algo más diverso, plural y democrático.

Somos parte del periodismo de la pregunta pero también del de la escucha, para no caer en la verborragia de decir sin encontrar, ni esperar, ni permitir una respuesta. Del que no quiere «dar voz» porque implica un claro menosprecio por el otre, sino del que quiere estar atento a las realidades en un mundo plagado de injusticias.

También elegimos crear con otros, para eso pertenecemos a distintas redes de medios que ven lo alejada que queda la realidad en un sistema de medios complaciente con el sistema económico. 

Elegimos el cooperativismo como modo de organización porque no respondemos a nuestros propios intereses. Buscamos producir contenido que responda a la necesidad de la sociedad, y que respalde el derecho a la información. 

Frente a la objetividad, elegimos pararnos desde el paradigma de la comunicación como un derecho. El periodismo no sólo puede presentar hechos, también tiene que apuntar a las soluciones, al debate y a la mejora de las condiciones de vida de nuestro pueblo. 

La visibilización de las realidades colectivas toma relevancia como punto de partida para presentar “noticias”. Podríamos quedarnos en las comodidades de una agenda manejada externamente pero preferimos el lugar de la realidad que incomoda, a la que un Me Gusta no es la única respuesta. 

Desde ahí, elegimos construir la información. Si quedan dudas, con un vistazo a nuestra web o nuestras redes, se puede leer desde qué lugar nos paramos como medio de comunicación.

Las respuestas no son absolutas e inamovibles. La realidad cambia y nosotres tenemos que estar en la misma sintonía. En este día, elegimos las preguntas antes que las respuestas totalitarias.

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