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¿Por qué el feminismo debe ser antiespecista?

En el mundo, en las diferentes sociedades, existen diferentes formas de opresión. El trans-feminismo antiespecista invita a rechazar la explotación animal con la misma fuerza que lucha contra la estructura del poder patriarcal. Natalia Paesky - Feminati El machismo sostiene la idea superioridad del hombre (blanco, cis, heterosexual) con respecto a las mujeres y disidencias, […]

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En el mundo, en las diferentes sociedades, existen diferentes formas de opresión. El trans-feminismo antiespecista invita a rechazar la explotación animal con la misma fuerza que lucha contra la estructura del poder patriarcal.

Fuente: Feminopraxis.com

Natalia Paesky - Feminati

El machismo sostiene la idea superioridad del hombre (blanco, cis, heterosexual) con respecto a las mujeres y disidencias, en tanto el especismo ubica ciertas especies por encima de otras. Ambas formas de opresión operan de la misma manera.

El trans-feminismo antiespecista invita a rechazar la explotación animal con la misma fuerza que lucha contra la estructura del poder patriarcal.

El concepto de interseccionalidad nace en 1989 cuando Kimberlé Crenshaw, activista y académica estadounidense, lo define por primera vez y lo utiliza para señalar las consecuencias de tratar por separado las discriminaciones de raza y género.

Crenshaw indica que no podemos pensar en las distintas formas de opresión como hechos independientes y separados unos de otros. Desde este concepto buscaba evidenciar cómo la opresión sobre mujeres afroestadounidenses, por convivir con más de una forma de discriminación, era mucho más urgente.

Años más tarde, Patricia Hill Collins, socióloga norteamericana, definió la interseccionalidad como un “conjunto distintivo de prácticas sociales que acompañan nuestra historia particular dentro de una matriz única de dominación caracterizada por opresiones interseccionales".

Hill Collins propone hablar de una “matriz de dominación”, planteando que las distintas formas de opresión se conectan entre sí: así como las identidades se superponen, también lo hacen las jerarquías por las cuales se mantiene el desequilibrio estructural de poder.

Desde el feminismo interseccional se debe luchar por los derechos de las mujeres y disidencias pero sin negar las demás formas de discriminación: muchas personas cuentan con privilegios que otras no tienen.

¿Esto resta valor a la opresión dirigida hacia cualquier mujer o disidencia? No, de ninguna manera. Sin embargo, perder de vista que hay personas que sufren más de una opresión y que esto marca un carácter de urgencia, puede hacernos caer en un feminismo de cartón. 

Desde la interseccionalidad, cuando se habla de opresión múltiple se pone el foco en la trilogía género, raza y clase. Resulta imprescindible y urgente que el feminismo interseccional adopte una postura no antropocentrista y cuestione también los privilegios de especie: no podemos juzgar que una forma de opresión es injusta mientras nos posicionamos como opresorxs de otrxs.

La diferenciación entre animales humanos y no humanos es una construcción social como la diferenciación cis/trans. 

Tanto el machismo como el especismo toman la idea de superioridad y desde allí justifican la discriminación y la injusticia. Ambos comparten estrategias, patrones de comportamiento y pensamiento para reproducir todos aquellos estereotipos y prejuicios que les son funcionales. Así, preestablecen qué es lo correcto y estigmatizan a quienes se escapan de la norma. 

Ver cuerpos como objetos de consumo es, sin lugar a dudas, patriarcal. El especismo a partir de diferentes estrategias nos hace reducir los cuerpos de los animales no humanos a productos de consumo. 

Angela Davis, activista afroamericana antirracista y feminista, explica nuestro consumo de seres sintientes sosteniendo que está conectado al concepto de “mercancía” que genera el capitalismo.

Tal como en otras formas de opresión, mujeres y animales no humanos son vistos como productos y desde esa lógica utilizadxs, torturadxs, explotadxs, asesinadxs y desechadxs.

A esta cosificación se le suma la percepción de superioridad humana respecto al resto de las especies que habitan el planeta y, con esto, tenemos el cóctel ideal para colocar nuestros intereses por encima de sus vidas.

Matamos 4000 animales por segundo en todo el mundo, sin contar los peces que se calculan en tonelada. Tenemos que elegir qué lugar ocupar frente a la matanza de los demás animales.

El feminismo como movimiento de justicia social no debería tolerar la apatía hacia la violencia. La interseccionalidad debe incluir a todxs los oprimidxs. La revolución feminista será antiespecista, o no será para todxs.  

Emilia Urouro

Encargada de la redacción de las notas y de generar contenido para las diferentes plataformas del Resaltador. Feminista, popular y nacional.
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