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Para cuándo el/la novio/a… ¿Por qué se supone e impone la monogamia?

Nunca falta la tía que te pone frente al paredón y tira un… ¿El novio/a para cuándo? Por Lic. Noelia Benedetto MP 8136. Psicóloga y sexóloga con perspectiva de género. (Publicado originalmente en diciembre del 2021) Se vienen las fiestas y la incomodidad está a la orden del día. La pregunta que pone el dedo […]

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Nunca falta la tía que te pone frente al paredón y tira un… ¿El novio/a para cuándo?

Por Lic. Noelia Benedetto MP 8136. Psicóloga y sexóloga con perspectiva de género. (Publicado originalmente en diciembre del 2021)

Se vienen las fiestas y la incomodidad está a la orden del día. La pregunta que pone el dedo en la herida casi siempre es por un vinculo monogámico y heterosexual, el entorno espera eso de nosotras… Nunca falta la tía que te pone frente al paredón y tira un… ¿El novio/a para cuándo?.

Mandato y promesa de felicidad

El mandato de concretar y sostener una pareja mononormada estable opera aún en el 2021, como una promesa de felicidad que jamás se devalúa y cada vez cotiza más en alza. Eva Illouz explica que en un mundo gobernado por la autonomía y la búsqueda de la satisfacción permanente, la pareja parece obsoleta y, justamente por eso, se torna valiosa.

La pareja es lo contrario a la búsqueda de la satisfacción permanente: implica renunciar a estar buscando siempre “algo mejor” y aprender a permanecer en un lugar, incluso cuando no es lo que queremos hacer cada microsegundo de nuestras vidas. 

Sobre todo para las socializadas mujeres

Esto impacta aún más para las socializadas mujeres… Tenenbaum habla de mujeres adrede: “El hecho de estar o no en pareja es un criterio para clasificar mujeres, no personas. Somos nosotras, y en especial las heterosexuales, las que somos socialmente definidas a través de nuestra relación con un varón (al que le pertenecemos) o con todos los varones a los que en potencia podemos llegar a pertenecer: así nos ve la heteronorma, como “tomadas” o “disponibles”.

No por nada en muchísimos idiomas la mujer pasa de “señorita” a “señora” cuando se casa, pero el varón es “señor” en cualquiera de los dos casos”.

Representaciones sociales alrededor de la solitud

Pensemos sino en representaciones sociales tales como “soltero codiciado” vs. “solterona” (como insulto y amenaza) o “la señora de los gatos de los Simpsons”, “vas a quedar para vestir santos”, “si seguís así te vas a quedar solo/a”, “no te cocinás en el primer hervor”...¿Cuántas veces fuiste testigo o receptor/a de un mensaje de éstos?.

Caer “sola” a un evento social o a una reunión familiar suele representar un suplicio, nunca falta esa persona que te dice “vos seguís soltero/a?” “algún problema debés tener para estar sola/o”, “no es fácil ser 13 en la docena”, “vos necesitás un novio/a”. A continuación emergen las “frases consuelo”, que no pedimos: “ya vas a encontrar, ya llegará”, “vos tampoco hacés nada para buscarlo”.

Tenenbaum señala que quienes están en parejas monógamas les hablan a las solteras como si las casadas hubieran ganado en el juego de la vida y las demás estuvieran todavía unos casilleros más atrás. Estar soltera/o no es normal y nos lo van a dejar en claro desde muy temprana edad, ya desde infantes se nos hipersexualiza interrogándonos por si tenemos pareja.

Frecuentemente se asocia la soltería a estar solo/a (con una connotación negativa), me pregunto quién realmente puede estar taxativamente solo/a, ya que partimos de la base de que somos seres eminentemente sociales. En todo caso seremos personas que no estamos en uno o varios vínculos con características puntuales, pero de ahí a pensarnos como “solas” es un tanto extremo. 

Soltería como sala de espera

Sara Serna expresa que no entendemos a la soltería como una elección vital que se alarga de manera indefinida. Siempre tiene que haber un final. La soltería es leída socialmente como un estado transitorio, ese espacio de tiempo inevitable que hay entre una relación y otra (que se espera que pase rápido). En nuestra imaginación, la soltería sigue siendo una etapa de transición: es lo que sucede “entre vínculos” y no una forma particular de vincularse.

Tenenbaum señala que en una sociedad en la que la pareja sigue siendo el horizonte de felicidad, quienes no se encuentran en una no quieren hacer un culto de esa situación porque es vista como un fracaso. Witt, explica que se lo piensa como un provisorio, un “mientras tanto” mientras esperamos ese amor que nos va a llegar a todas por derecho, de hecho no hay palabras para llamar a esas relaciones que tenemos cuando no estamos en una relación. También sucede que cuando alguien vuelve a estar en un vínculo después de una ruptura, se habla de que ha "rehecho su vida". 

Solitud como destino electo

¿La soltería es siempre una situación elegida?, pregunta Witt. Para Tenenbaum, estar soltera/o es el resultado de un cúmulo de elecciones y otro de casualidades: quizás no te cruzaste con ninguna persona con quien amerite armar una pareja o con nadie que quiera armarla con vos, pero probablemente hubo personas con las que podrías haber empezado una relación y elegiste no hacerlo. 

La realidad es que el discurso hegemónico imperante es en torno a la monogamia hetero, no existe uno que circule acerca de la soltería y la solitud, o bien de las otras tantas modalidades no-mono de vincularse. Podríamos pensar en una imagen positiva de la soltería, más que un estado civil, como un estado de disponibilidad mental, pero esto implica un desafío a la parejocracia.

Parejocracia y parejocentrismo

¿Qué es la Parejocracia? Se define como el régimen de pareja socialmente impuesto por el que, si no has encontrado a tu media naranja, sos menos valioso, nadie te ha elegido/querido, y no tenés un proyecto vital compartido. Se trata de una estructura invisible e invisibilizada que considera que la pareja es el estado natural o al menos el destino del ser humano y que adopta múltiples manifestaciones psicológicas, sociales, económicas. 

La parejocracia está atravesada por el parejocentrismo, es decir, la práctica jerárquica donde anteponemos a nuestras parejas sobre amistades, familia, conocidos e incluso otros vínculos. El discurso parejocentrista resiste cualquier archivo, el punto es cúan hondo cala en cada una de nosotras, el mandato de sostener una pareja estable ejerce mucha presión y hasta a veces nos implanta un malestar que no es consonante con lo que deseamos en determinado momento de nuestras trayectorias vitales. 

Lo complejo es cuando nos terminamos creyendo que deberíamos/desearíamos estar en una relación. Tenenbaum explica “que nadie nos esté amenazando con un arma para que nos pongamos de novias no significa que no haya mecanismos que nos condicionen; que no prohíben pero que hacen que una elección sea mucho más costosa que otra, en términos que pueden ser económicos pero también simbólicos o emocionales. El patriarcado no se mete solamente con nuestras conductas; se mete también con nuestros deseos, con nuestros sueños y con nuestras aspiraciones. 

Hay tantas maneras de vincularse como personas

La elección o el estado de situación de «estar soltera» no tiene por qué impedir la posibilidad de uno o varios vínculos. Existen infinitas modalidades de vincularse alternativas al modelo de pareja que nos pauta la sociedad pero siguen siendo vistas como un “fenómeno” expuesto en los medios como tendencias o peculiaridades. 

Lo anterior está íntimamente relacionado con el modelo de amor romántico, Coral Herrera explica que "el amor, además de su dimensión religiosa, posee también una dimensión mítica, porque ha sido idealizado en todas las épocas y porque muchas veces se nos presenta como EL modo de llegar a alcanzar la felicidad (de a dos), la plenitud, la vivencia del presente más pura y auténtica que hayamos vivido". 

Realidades LGTTTBQINBAP+: violencias silenciosas

También sucede que las formas de vincularnos no siempre son compatibles con las invitaciones normadas a reuniones sociales que recibimos: casamientos, cumpleaños, navidades y fiestas de guardar, pensemos en un tarjeta que dice; fulanita/o y compañía… osaría alguien llevar a más de un vínculo a ese evento? 

Mar del Valle introduce el concepto de “violencias silenciosas” que censuran a las identidades y orientaciones disidentes: que no se quiera hablar de ciertos temas, como la sexualidad, que se acepta pero no se habla, que se reproduzcan las típicas dinámicas en las que todo el mundo opina de las corporalidades, cómo te comportas, si tienes hijas/os, si tienes pareja...”.

Contrario a como sucede en las personas heterosexuales, es frecuente que las familias no estén al tanto de la orientación sexual de ciertos integrantes y otras veces lo saben pero evitan hablar de ello, nadie les pregunta por pareja/s, proyectos vitales compartidos: casa, perro, viajes, casamiento, convivencia, crianzas, etc. 

Qué hay para ver:

Navidad en casa (2019), es una serie noruega disponible en Netflix. Johanne, cansada de los constantes comentarios sobre su vida amorosa, se apresura a encontrar un novio para llevarlo a casa en Navidad. Muestra las presiones sociales a las cuales muchas personas son sometidas en reuniones familiares, en entornos laborales y hasta con amigos. Pero también nos hace conocer que estar solo/a no es lo mismo a estar soltero/a y que la solitud se puede disfrutar desde otra perspectiva. 

Para ir acabando

Que el discurso mononormado tenga prefijado un modo de ser y estar en el mundo no significa que sea la única ni mejor opción para sostener o no vínculos sexoafectivos. La obediencia ciega y la desobediencia a los mandatos neo-binarios de género modernos y neoliberales, como si se tratara de modelos naturales, universales y saludables, conlleva un conjunto de experiencias de padecimiento subjetivo nos cuenta Margot Pujal i Llombart.

Es por esto que repito hasta el hartazgo que lo personal es político y por lo tanto colectivo. Tenenbaum a modo de conclusión nos acerca que “No es la soltería lo que te duele; no es el sexo casual, ni la fluidez de los vínculos, ni lo efímero: es la dinámica de la oferta y la demanda que, encima, igual que en el mercado de bienes y servicios, está inclinada de forma clara en una sola dirección”.

No estamos obligados/as a hacer acto de presencia en lugares que nos generan malestar. Murillo expresa que  “hay una necesidad implícita de asumir que tenemos que ir a la cena de Nochebuena, aguantar comentarios, cuidar por encima de nuestras posibilidades, y no tenemos por qué hacerlo a pesar de toda la publicidad que nos echan encima". También podemos elegir pasarla de otra manera o con otras personas.

En relación a esto, Del Valle recupera un término que es el de ‘familia elegida’ y que se refiere a los vínculos que creas con personas que no son tu núcleo de origen. "Si tu familia no te acepta u odia lo que eres, es normal que tu grupo de amigos se convierta en el hogar”. 

Menos hacer fuerza para pertenecer y más hacer espacio a lugares donde se puede ser. 

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