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Noche a noche, en el punto de partida…

Despedidas forzadas, fantasmas del pasado viviendo en el presente y nostalgia sin fin son -quizás- los hilos invisibles que unen caprichosa y arbitrariamente a Paquita Salas y Pedro Páramo. En el último capítulo de la segunda temporada de Paquita Salas, sobre los minutos finales  empieza a sonar como un rumor la voz de Rocío Jurado. […]

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Despedidas forzadas, fantasmas del pasado viviendo en el presente y nostalgia sin fin son -quizás- los hilos invisibles que unen caprichosa y arbitrariamente a Paquita Salas y Pedro Páramo.

Paquita Salas (final de temporada) - Fuente: Fuera de Series.

En el último capítulo de la segunda temporada de Paquita Salas, sobre los minutos finales  empieza a sonar como un rumor la voz de Rocío Jurado. Canta en un susurro que pronto será grito desesperado: “Yo te busco, / en el mundo que me ahoga, que me abraza y que me olvida, / en la prisa de la gente, a la vuelta de la esquina”; todo eso mientras Paquita camina con paso decidido, en las manos lleva una caja llena de recuerdos.

La canción se vuelve más y más dramática. El pasado y el presente se entrelazan en recuerdos que no volverán. En este capítulo Paquita renuncia a lo que más ama: su profesión. Los éxitos no llegan o pasan con tanta fugacidad que parecen mera ilusión. Y en una callecita apenas iluminada y poblada de fantasmas -y quizás porque ella ya no quiere seguir siendo un espectro de sí misma- la caja con recuerdos termina en la basura.

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Esa renuncia cargada de resignación se me presenta no solo en el final de temporada tantas veces visto y vuelto a ver, también se desliza y se mezcla con la relectura de Pedro Páramo, novela que para mí tiene uno de los mejores pasajes jamás escritos:  

“El día que te fuiste entendí que no te volvería a ver. Ibas teñida de rojo por el sol de la tarde, por el crepúsculo ensangrentado del cielo; Sonreías. Dejabas atrás un pueblo del que muchas veces me dijiste: ‘Lo quiero por ti; pero lo odio por todo lo demás, hasta por haber nacido en él’. Pensé: ‘No regresará jamás; no volverá nunca.”

Las despedidas forzadas, los fantasmas del pasado viviendo en el presente y la nostalgia sin fin son los hilos de un lazo invisible que une a Paquita Salas y Pedro Páramo desde una ficción hacia la otra. El tiempo suspendido de la espera estéril es probablemente el mejor escenario donde dos personajes tan distintos pueden convivir. 

 Juan Rulfo - Fuente: Tele Sur

Pedro Páramo (1955)

La obra del escritor mexicano Juan Rulfo es más bien escasa, de tres libros publicados bastarían solamente dos para consagrarlo como uno de los mejores autores del siglo xx. Obras que siguen sosteniendo su lugar central dentro de la literatura latinoamericana a más de cien años de su nacimiento. 

La única novela que escribió es Pedro Páramo y narra la llegada de Juan Preciado al pueblo de Comala en busca de su padre. En su lecho de muerte Dolores, la madre de Juan, le hace prometer que irá a cobrarle todas las deudas que Pedro tuvo para con ellos. El viaje se hace largo y al momento de llegar al pueblo Juan se entera que Pedro ha muerto muchos años atrás.

Esta historia está hecha de retazos y de voces gastadas, que casi no se escuchan y que acabarán por desaparecer algún día… ¿El motivo? Al parecer no queda nadie vivo en Comala. Los vaivenes históricos y políticos, las desavenencias y ofensas a los sentimientos de un tipo hecho enteramente de rencor como lo era Pedro Páramo han llevado a la ruina al pueblo y sus habitantes. Comala es el purgatorio en la Tierra y Juan tarda en darse cuenta. En un primer momento alguien le pregunta:  “¿Has oído alguna vez el quejido de un muerto?” y él cree que no, pero se equivoca.

Pedro Páramo, del escritor mexicano Juan Rulfo.

Los personajes en la novela de Rulfo navegan entre la realidad y la fantasía mientras sus almas andan penando por pecados y asuntos pendientes. La vida cotidiana en Comala transcurre en escenarios donde están implícitas la pobreza, el abuso de poder, el machismo, los estragos de la Revolución Mexicana y la Guerra Cristera, el sincretismo entre el cristianismo y lo “pagano”.

Pero entre tanta miseria y desconsuelo, agazapada en los escombros de este pueblo desolado donde abundan los fantasmas hay lugar para la esperanza. “Hay aire y sol, hay nubes. Allá arriba un cielo azul y detrás de él tal vez haya canciones; tal vez mejores voces… Hay esperanza en suma. Hay esperanza para nosotros, contra nuestro pesar.”

Contra todo pronóstico hay pequeños destellos de esperanza y es por eso -quizás- que leer esta novela no es un suplicio ni un calvario como el que viven las almas en pena de Comala. Y es sin dudas, la mejor puerta de entrada al mundo literario de Juan Rulfo.

El llano en llamas (1953)

El camino hacia la consagración literaria de Juan Rulfo comenzó con la publicación de cuentos en distintas revistas. Y en 1953 el autor publicó su primer libro: un volumen que reúne diecisiete relatos breves donde pueden verse los cimientos de lo que dos años más tarde sería, finalmente, Pedro Páramo.

Son varios los cuentos de Rulfo que suelen leerse en las aulas como Es que somos muy pobres, Nos han dado la tierra y ¡Diles que no me maten!; El primero relata con humor e ironía las consecuencias fatales que ha dejado la crecida del río que se llevó hasta la vaca de la hermana menor del narrador, y sabiéndose todos pobres es una realidad casi segura que la pobre chica terminará siendo una piruja como sus hermanas mayores.

En ¡Diles que no me maten! podemos observar el nacimiento de los tópicos que después florecerán en la novela consagratoria de Rulfo: un padre le pide al hijo que interceda ante los militares para que no lo fusilen por un crimen cometido años atrás pero lo cierto es que el protagonista ya está muerto y parece no haberse enterado o prefiere ignorarlo; sin embargo, ni la muerte impide que el hombre evoque la esperanza que lo mantuvo fugitivo casi toda su vida: “Tenía que haber alguna esperanza. En algún lugar podría aún quedar alguna esperanza.”

El llano en llamas, cuentos de Juan Rulfo.

En los cuentos también podemos encontrar referencias y temas transversales a toda la obra: la muerte como una presencia constante y una salvación posible, las relaciones (fallidas) entre padres e hijos, el fracaso de la Revolución Mexicana, la Reforma Agraria, la explotación laboral y el sometimiento de los pueblos originarios, la influencia del cristianismo e incluso, el drama de los mexicanos que intentan cruzar a diario la frontera con Estados Unidos.

Además de condensar el imaginario social mexicano con éxito, la grandeza de la literatura de Rulfo reside en recoger y plasmar la oralidad del día a día. Las historias no están hechas solamente de argumentos sino también de palabras con alma.

Disclaimer

Mientras rebuscaba en documentos de columnas pasadas, me di cuenta de un error importante en aquella columna sobre Puig: la cosa comienza con una cita de Pedro Páramo (la de “El día que te fuiste…”) y ahí mismo aseguraba que Pedro se refería a Dolores Preciado, pero en realidad la partida que le duele es la de Susana San Juan. Él la espera y la busca durante años (acá podría volver a sonar Rocío Jurado que a grito pelado canta: “...luego viene tu recuerdo, y su canción de despedida / y me encuentro noche a noche, en el punto de partida”) y un buen día ella vuelve pero ya no es la misma, y es como si no hubiera vuelto. 

Cristian Dominguez

Redactor y co-productor de contenidos para el sitio web y las demás plataformas de El Resaltador.
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