Córdoba

Gordofobia: echaron a una joven de un boliche en Barrio Güemes

Los guardias de un boliche del Barrio Güemes en Córdoba Capital, le dijeron a la víctima que ocupaba mucho lugar en la pista y por eso tenía que retirarse. ¿Hasta dónde llegan los discursos gordoodiantes? Recientemente salió a la luz una situación ocurrida en un boliche ubicado en el barrio Güemes de la capital cordobesa. […]

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Los guardias de un boliche del Barrio Güemes en Córdoba Capital, le dijeron a la víctima que ocupaba mucho lugar en la pista y por eso tenía que retirarse. ¿Hasta dónde llegan los discursos gordoodiantes?

Gordofobia: echaron a una joven de un boliche en Barrio Güemes

Recientemente salió a la luz una situación ocurrida en un boliche ubicado en el barrio Güemes de la capital cordobesa. Allí, tres patovicas le dijeron a una joven de 18 años, que estaba bailando en la pista con sus amigos y amigas: "vos, tenés que retirarte por tu sobrepeso".

Además de esta frase cargada de odio, discriminación y prejuicios, le dijeron que ocupaba mucho lugar en la pista.

Estas hirientes palabras motivaron el enojo de todo el grupo, que decidió retirarse anticipadamente del lugar, manifestando bronca e indignación, y pidiendo explicaciones a los demás guardias, quienes se eludieron ante el reclamo. Acciones como estas, además de repudiables, contribuyen a reforzar un ideal de belleza y delgadez, segregando y corriendo a los márgenes a los cuerpos que no se condicen con esa hegemonía.

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Actualmente, con el acceso cada vez mayor a contenidos audiovisuales, redes sociales e información, vemos frecuentemente cómo en todas las plataformas prepondera un discurso en donde prima cierto estereotipo e ideal estético hegemónico. Este ideal de belleza, lejos de ser una realidad objetiva, es una ficción cultural, discriminatoria y patriarcal. En el ejercicio de forzar que todas las personas lo alcancen, se genera sufrimiento y malestar.

Esta imposición cultural construida arbitrariamente, determina qué es lo lindo y qué es lo feo. De esta forma, estar delgado es ser bello y estar gordo es ser feo. Crecimos con esa concepción vetusta; con prejuicios profundamente arraigados en nuestro interior.

Según el Instituto Nacional Contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), "el acto discriminatorio supone la interacción de, por lo menos, dos elementos: en primer lugar la vulneración de derechos, y en segundo lugar, el pretexto que opera como justificación, en base a prejuicios y estereotipos. Los prejuicios y estereotipos funcionan como justificación social de la conducta discriminatoria".

El INADI también remarca la importancia de que "el acceso a nuestros derechos no puede ser relativizado bajo ningún pretexto. Todas las personas tenemos los mismos derechos, que deben ser de igual modo respetados. Son las prácticas discriminatorias las que hacen que estos derechos se vean restringidos".

Los sesgos de la gordofobia

La gordofobia tiene múltiples sesgos que, según el INADI, tienen varias aristas. "Como discurso discriminatorio, se sustenta en una ideología neoliberal de la productividad, de medicalización, patriarcal y heteronormativa, que niega la diversidad como realidad social y la desigualdad como situación estructural. En este último sentido, y en su expresión concreta de clase, cumplir con el modelo hegemónico de belleza implica un privilegio socioeconómico".

Esto es así porque "el modelo estético hegemónico, tal y como se deduce del discurso gordofóbico, supone la disponibilidad y administración del propio tiempo y dinero, ya sea para entrenar, planificar o adquirir lo necesario para nuestra alimentación y nuestro aspecto físico. Así, el no aproximarse al modelo de cuerpo flaco, bello, entrenado, joven y deseable, también denota una supuesta inferioridad social y económica".

Al mismo tiempo, la gordofobia y los discursos gordoodiantes poseen sesgos de género, puesto que las mujeres son las más afectadas por la discriminación y la violencia.

Salir a divertirse, practicar deportes, usar la ropa que nos guste o elegir qué lugares frecuentar, no puede ser un privilegio al que solo accedan quienes cumplan con ciertos estereotipos. La respuesta ante casos como éste, debería estar orientada a generar capacitaciones, formación y difusión de información de calidad, que no siga una lógica punitivista que implique clausurar el local y nada más; sino apostar a la desnaturalización de los ideales de belleza con miradas inclusivas y desprejuiciadas.

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