La sexualidad no solamente es genitalidad y coito, es también una forma de comunicación y un dispositivo en sí mismo, por eso, es importante visibilizar su relación con la salud mental.
Por Lic. Noelia Benedetto MP 8136. Psicóloga y sexóloga con perspectiva de género y terapeuta de vínculos sexoafectivos.
La sexualidad abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la vertiente reproductiva y recreativa, las fantasías y la orientación. Al ser la sexualidad constitutiva de la persona, la relación con la salud mental se vuelve inseparable.
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Los tiempos que corren han generado cambios epidemiológicos, demográficos, políticos, sociales, culturales, tecnológicos y medioambientales, que han impactado en las condiciones de la vida cotidiana y obviamente en la salud mental de las personas relacionados a las múltiples exigencias socioculturales y económicas. Los padecimientos mentales aumentan progresivamente su prevalencia y están vinculados. a veces, con alteraciones en el desarrollo de una sexualidad saludable acarreando un menoscabo de la calidad de vida.
Sexualidad y padecimiento subjetivo
La expresión erótica de la sexualidad es tan susceptible a los cambios en el estado general de las personas que cualquier padecimiento físico o mental puede provocar dificultades, y viceversa. Lo que impide a veces establecer ese vínculo son los pánicos morales socioculturales, tanto propios como de les profesionales que diagnostican/patologizan cada singularidad.
El hecho de que la sexualidad también haya sido un aspecto ocultado por la moral occidental, nos lleva a tener que hacer frente a un doble tabú cuando hablamos de sexualidad y de padecimiento. A las personas con padecimientos subjetivos se les atribuye una serie de características sesgadas, que les perjudican aún más en su vivencia sexual, tales como:
- No tienen deseos eróticos. Bastante tienen con lidiar con sus malestares.
- No son personas deseables eróticamente.
- Se presupone un deseo heteroerótico. Al negarse su sexualidad, también se les niega su diversidad sexual.
- Cuando alguien expresa un deseo homoerótico, se “justifica” por la falta de oportunidades con personas de otro género.
- En el caso de personas trans y no binarias, muchas veces se asocia a “trastorno”, y por lo tanto su identidad sexual también se patologiza.
- No necesitan educación sexual ni que su sexualidad sea atendida o cultivada. Además, los programas de atención sexual pueden despertar inquietudes que son perjudiciales para su salud.
- No se necesita atender sus derechos sexuales reproductivos y no reproductivos; por tanto, se niegan.
- Las socializadas mujeres tienen aún menos necesidades y deseos que los socializados varones.
Convivir con un diagnóstico de padecimiento mental no significa que dejemos de ser seres sexuales y deseantes; es importante que todas las personas empaticen y vean como una realidad el hecho de establecer vínculos sexoafectivos, si así lo desean.
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Necesidad de abordajes integrales
Por un lado, el abordaje de la salud mental de una persona con padecimiento subjetivo debe contemplar su salud sexual y aspectos de su sexualidad ampliada; así como el tratamiento de una persona con una o varias dificultades sexuales tiene que contemplar estrategias vinculadas a la salud mental interdisciplinaria.
Existe un inmenso tabú en torno a la salud sexual y sexualidad de les usuaries de salud mental, generalmente les profesionales no tocan el tema; lo silencian para evitar deserciones en los tratamientos, lo dejan en segundo plano, bien por vergüenza o por falta de tiempo o incluso por las creencias personales (sexosofía). Pero la sexualidad es un eslabón importante en la evolución del usuarie, ya que parte de la idea de que puedan crear y sostener vínculos, no es solamente con otras personas, sino también con une misme a través del autoerotismo.
No hay que olvidar que el padecimiento subjetivo también impacta en la sexualidad, porque afecta al cuerpo, y esto no solo repercute en la salud física, sino también en la percepción personal y la imagen corporal, que se relacionan directamente con la autoestima.
También es clave, en el caso de les profesionales de la medicina, tener en cuenta al momento de diseñar un esquema farmacológico para une usuarie que muchos de los efectos secundarios de los psicofármacos están relacionados con el abandono del tratamiento debido a la aparición de dificultades sexuales. Es recomendable buscar como primera opción un tratamiento que no tenga efectos secundarios sobre las respuestas sexuales, para mejorar tanto la calidad de vida, como la adherencia. Es de suma relevancia establecer una comunicación exhaustiva con la persona y advertirle de los pros y los contras de cada tratamiento, para que sea parte activa en la elección del mismo.
Además, es necesario tener en cuenta el impacto que el estilo de vida presente tiene en la salud sexual y mental, sobre todo en relación al consumo problemático de sustancias, sedentarismo, alteraciones en el ciclo sueño vigilia, estrés, enfermedades crónicas no transmisibles, etc.
Salud mental y sexualidad en las diferentes etapas de la vida
La sexualidad es un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de toda su vida y siendo diferente su expresión según la etapa vital en la que esté manifestándose.
Durante la infancia es fundamental para el desarrollo de una sexualidad saludable y segura el rol de las personas referentes afectivas significativas. Éstas deben considerar un acompañamiento continuo con reforzamiento de imágenes positivas de la sexualidad. Esto generará, en les niñes y adolescentes; seguridad, independencia y confianza fortaleciendo su autoestima y seguridad. Estas herramientas les permitirán enfrentar de forma correcta los riesgos a la que están expuestos como las violencias en todas sus formas.
En la etapa de adultez, la salud mental puede afectar el grado de disfrute de su intimidad manifestándose a través de dificultades sexuales. Para elaborar estas situaciones es necesario gestionar la comunicación con les compañeres sexuales, el ciclo sueño vigilia, el estrés laboral, la carga mental, las crisis vitales, dado que todo esto influye en el desarrollo de la afectividad e intimidad.
En la adultez mayor es importante reconocer que la sexualidad permanece y nos acompaña hasta nuestro último día. No infantilizar o anular las posibilidades de placer y erotismo en esta franja etaria. Existen algunas estrategias que permiten un mayor disfrute como por ejemplo ampliar las formas de encuentro y ejercicio de su sexualidad compartida, salirse del coitocentrismo, desgenitalizando las relaciones e involucrando todos los sentidos, romper los guiones sexuales, desmontar las imposturas en un marco de respeto mutuo.
Para ir «acabando»
Los beneficios del desarrollo de una sexualidad saludable en el curso de las trayectorias vitales permiten a las personas elevar la calidad de vida actuando como un factor protector de la salud integral. Para disfrutar de una manera plena la sexualidad se puede considerar útil que cada persona se conozca, explore, respete, y se responsabilice por el autocuidado y el placer propio.
Nuestra sexualidad cambia constantemente a lo largo de nuestra vida, por lo que irá fluctuando en relación a cantidad, calidad, disponibilidad, etc., y esto no representa una alteración a nivel de tu salud mental. Diferenciemos deseo sexual de atracción, ya que hay muchas maneras de tener una vida sexual mentalmente saludable que no implican tener sexo con otras personas. Por ejemplo, las personas cuya orientación sexual corresponde al espectro asexual pueden registrar deseo sexual pero no atracción hacia otres. No todas las trayectorias vitales son alosexuales, para esto es necesario tener presente la alonorma imperante, que se define como una norma social implícita que establece que todas las personas sienten atracción sexual hacia otras con determinada frecuencia y/o intensidad.
Invito a las y los profesionales del ámbito de la salud mental a llevar a cabo programas de atención a las sexualidades, desde el modelo de atención centrado en la persona y dirigido por tanto, a la consecución de mejoras en todos los ámbitos de la vida de la misma, partiendo desde el respeto pleno a su dignidad y derechos, a sus intereses y preferencias y contando con su participación activa y efectiva.
Por último, y citando a Carlos de la Cruz: “La diversidad es un hecho de ciencia y por tanto no habría que dar muchas más vueltas, únicamente actuar en consecuencia”, y lo anterior es válido para todo tipos de diversiades: sexo genéricas, mentales, funcionales y corporales.