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El cooperativismo: Una forma de enfrentar las desigualdades del sistema

En un contexto de crisis como el que estamos atravesando actualmente, es importante destacar la importancia del cooperativismo como una forma de organización democrática para hacerle frente a una coyuntura adversa.  En el mismo sentido, las cooperativas de trabajo, históricamente han tenido, y tienen también hoy, un rol central en la creación y el aseguramiento […]

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En un contexto de crisis como el que estamos atravesando actualmente, es importante destacar la importancia del cooperativismo como una forma de organización democrática para hacerle frente a una coyuntura adversa. 

En el mismo sentido, las cooperativas de trabajo, históricamente han tenido, y tienen también hoy, un rol central en la creación y el aseguramiento de empleos y de ingresos dignos; con marcada resiliencia y sustentabilidad en comparación a otros tipos de empresas y organizaciones.

En las últimas décadas, las cooperativas de trabajo aumentaron su incidencia en nuestro país, con un claro desarrollo a partir de 1990, época de profundas crisis socioeconómicas que se mantuvieron intermitentes hasta la actualidad, generando desocupación, precarización e informalidad laboral. Todos estos aspectos se agudizaron aún más durante los 2000, contribuyendo a acelerar el crecimiento de las cooperativas de trabajo como una alternativa potable y beneficiosa.

En este marco, entonces, el cooperativismo representa un fenómeno histórico moderno, una forma específica de producción a partir del encuentro y puesta en conjunto de necesidades e intereses de un grupo de personas, que se integran y organizan en pos de determinados objetivos y desafíos comunes.

La importancia central del cooperativismo como forma organizativa en los tiempos que corren, radica fundamentalmente en su prepotencia de trabajo y su potencialidad de tejer redes de personas que democráticamente coordinan el espacio que constituyen para garantizar puestos de trabajo y un salario digno para los miembros que se encuentren asociados, al margen de la acumulación de capital que rige nuestro sistema.

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Al mismo tiempo, las cooperativas no sólo contribuyen positivamente en la resolución de problemas sociales, sino que además con el paso del tiempo y su creciente consolidación, se han afianzado en sectores tradicionales como el trabajo asociado, los servicios, el consumo, entre otros. 

Son organizaciones necesarias para la estabilidad y la sostenibilidad del desarrollo socioeconómico de nuestra sociedad actual, caracterizada por profundas desigualdades en la distribución de la riqueza, desbalances en el mercado del trabajo y democracia económica.

Entonces, esta forma organizativa apuesta a no seguir y alimentar lógicas capitalistas y de mercado; sino que promueve tejer redes de personas para conformar un movimiento social donde lo central sea la horizontalidad y el trabajo en conjunto, al tiempo de llevar como bandera ciertos valores: entre ellos la solidaridad, la igualdad y la equidad entre los miembros, que a su vez están constantemente aprendiendo y discutiendo nuevas maneras de optimizar el trabajo cooperativo para contribuir al desarrollo de una sociedad más justa. 

El cooperativismo y la Economía Social son la pauta que necesitamos para comprender que existen otras formas de organización, y que es posible construir espacios donde lo principal sea el aprendizaje desde una perspectiva ecuánime y armónica, que apueste a contrarrestar las desigualdades y los obstáculos de este sistema dispar y neoliberal.

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Emilia Urouro

Encargada de la redacción de las notas y de generar contenido para las diferentes plataformas del Resaltador. Feminista, popular y nacional.
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