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Dumping afectivo: entre “bajarse el precio” y “es lo que hay”

Siguiendo con el tema de la vara en cuestiones de vínculos sexoafectivos; en los tiempos que corren, es difícil que algo ya no tenga asociado un anglicismo y en este caso vamos a hablar sobre “dumping amoroso”. Como el amor suele ser el afecto más jerarquizado y la amatonorma nos hace sentir que es el […]

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Siguiendo con el tema de la vara en cuestiones de vínculos sexoafectivos; en los tiempos que corren, es difícil que algo ya no tenga asociado un anglicismo y en este caso vamos a hablar sobre “dumping amoroso”. Como el amor suele ser el afecto más jerarquizado y la amatonorma nos hace sentir que es el único o el mejor posible, prefiero hablar de dumping afectivo. 

Por Lic. Noelia Benedetto MP 8136.

¿De qué se trata? 

Mona Chollet en su último libro, Reinventar el amor (2022), plantea que el dumping afectivo se trata de ofrecer afecto, reduciendo las demandas hacia la otra persona: la solicitud de reciprocidad, atención, empatía, reparto de tareas, etc. frente al resto de las potenciales personas candidatas absorbiendo el costo emocional que implica para ellas mismas.

En economía, el dumping consiste en bajar los precios o minimizar las restricciones en términos de salarios, protección social o respeto por el medio ambiente para atraer inversores, y es un término que ha cruzado el charco a modo de metáfora hacia las dinámicas vinculares. 

Según Chollet, llegamos a erotizar la mínima demostración de afecto, porque la actitud de algunos varones es tan frustrante que la más mínima apertura de su parte, el más mínimo intercambio auténtico, por tímidas y efímeras que sean, se experimentan como una epifanía conmovedora. Esta situación es insostenible si transponemos la escasez emocional a otras  de nuestras necesidades: cuando pasamos hambre, un trozo de pan duro puede tomar la apariencia de un festín sin sentido; cuando nos estamos muriendo de sed, un sorbo de agua estancada parece maravillosamente fresco. 

Mona Chollet, autora del libro Reinventar el amor.

No solo te pasa a vos, salpica a todas

Chollet argumenta que esta práctica aporta una ventaja individual efímera, ya que puede ser poco positiva a mediano y largo plazo. ¿Por qué? Regularmente las que suelen adherir a estos modos son socializadas mujeres, y esto tiene como consecuencia el debilitamiento de las mismas en su conjunto.

¿Cómo algo individual impactaría en todo el género? Porque habilita a que los socializados varones no padezcan las consecuencias de sus posiciones “flojas de papeles” en términos de ética afectiva.

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“Nunca se ven obligados a cuestionar los presupuestos que su educación les ha inculcado en cuanto a su lugar y sus derechos. Son capaces de dictar los términos de la relación, y si una mujer los deja, seguramente encontrarán a otra que esté de acuerdo con sus términos. Lo son tanto más cuando a esta posición de fortaleza psicológica se suma una posición de fortaleza económica, lo que es frecuente, ya que los hombres en su conjunto ganan mejor la vida que las mujeres y tienen más patrimonio que las mujeres”. “La vara la fija una, entonces hay que subirla. Tenerla tan baja también es hacerle dumping a las otras” me enviaba una seguidora de @lic.noeliabenedetto.  

Coincidencias con el ámbito empresarial

Lo anterior tiene sus réplicas. Chollet menciona que cuando una mujer es catalogada como demasiado exigente, muchas veces solo pretende reciprocidad por las atenciones que prodiga, esto también pasa en el ámbito empresarial… Pensemos ¿cómo es tildada una socializada mujer con un estilo de liderazgo más directivo? ¿Acaso no lidera de la misma manera que lo haría un socializado varón? Viviana Liptzig explica que debido a que los varones han sido el modelo instituyente, se espera que las mujeres reproduzcan aquellos discursos y actos que podrían denominarse normativos para su género, volviéndose ininteligibles al salirse de la norma (norma que para el género femenino es: hogar, maternidad, cuidado de los otros).

Esto acarrea tres interpretaciones: la naturalización (malco, está en esos días); la patologización (está loca, histérica); la masculinzación (marimacho, es un tipo). Esta situación somete a las mujeres a un doble standard permanente. Al respecto dice Oakley: “un doble standard que es particularmente problemático para las mujeres líderes es lo que Jamieson llama standard femineidad/competencia, donde actuar femeninamente está asociado con la incompetencia, y actuar de manera competente está asociado con el polo opuesto o rasgos masculinos. Cuando estos rasgos son adoptados por mujeres solo llevan a la conclusión que se debe ser no-femenina para ser competente” 

Miedo a quedar como intensa

Volviendo al vinculeo, Chollet dice: “Las más elementales necesidades afectivas de las mujeres son estigmatizadas, presentadas como ultrajantes e irrazonables". “‘Exigente' ‘demandante’, 'desesperada' son etiquetas que se usan contra las mujeres que se atreven a tener necesidades o demandas en una relación". Lo anterior se apoya en un sesgo sexista de que las mujeres son más emocionales por naturaleza y, por lo tanto, siempre deben ser “ubicadas en la palmera” por los varones. 

Y como en la mayoría de las esferas de nuestras trayectorias vitales aparecen los famosos mandatos. Todo movimiento orientado a adherir a ellos o bien a rebelarse conlleva sus padecimientos: ¡tanto obedecer o desobedecer implica costos mi ciela!. Sucede que el tema del empoderamiento y la autosuficiencia pueden caer en estos terrenos y convertirse en una exigencia más. ¿Alguna vez has evitado señalarle alguna movida que no te gustó o te hizo sentir mal a alguien con quien salías porque hay que mostrarse independiente, fuerte y no quedar como intensa o demandante? A veces es difícil  determinar si el modelo de desapego afectivo es una  conquista feminista o si es una forma de amoldarse a las expectativas masculinas nos advierte Chollet.

Reinventar el amor, de Mona Chollet.

Ana Requena Aguilar señala un malestar asociado a la potencial “intensidad”, ligado a pedir, señalar, enojarse, mostrar emociones, se ha construido alrededor del término intensa un relato que sirve para hacernos sentir mal. ‘Muestras interés y un mínimo de afecto y eres una intensa’".

Rebecca Traister menciona que "Lo que ahora llamamos 'intensa' quiere decir que esa mujer se comporta de alguna manera que no se espera de ella. Puede ser alguien que muestre mucha personalidad, que haga demandas, que muestre opiniones fuertes, que sea vehemente... Las características tradicionalmente asignadas y apreciadas en la feminidad son otras: las mujeres tienen que ser fáciles de manejar, tienen que ser menos demandantes, menos opinadoras, menos habladoras. Como mujeres, no estamos tan legitimadas para pedir lo que queremos. Intensa gira, por tanto, sobre la idea de pedir, de mostrar, de reclamar”. Y muchas veces, esta demanda es por gestos mínimos de humanidad. 

Para no quedar como intensas, callamos. Ianire Estébanez recuerda que ese reforzamiento negativo (condicionamiento para dejar de hacer algo) respecto a hablar, pedir, esperar, señalar, o poner límites tiene un efecto y es que nos terminamos quedando/conformando con “es lo que hay”. “Estamos acostumbradas a adaptarnos a los que nos dejen".

Para ir acabando

Paula Delgado, psicóloga, relaciona este dumping a la socialización de género “está relacionado con la renuncia a expresar con claridad emociones o necesidades en las relaciones, bien porque se entiende que no van a ser tenidas en cuenta, que van a molestar al otro, o que pueden suponer un problema que ponga incluso en riesgo el vínculo”. Existe un desequilibro de base en los vínculos por esta socialización diferencial y tiene que ver con lo que cada persona tiene interiorizado en cuanto a su papel, su valor y lo que tiene derecho a esperar de él.

Para Chollet, dada la educación emocional diferenciada, es casi inevitable que muchas mujeres heterosexuales se encuentren con un exceso de amor entre manos. Pero al menos podemos pensar en lo que hacemos con él. Manifiesta que su objetivo no es evitar a toda costa el sufrimiento (inherente a cualquier modalidad vincular): “el amor es siempre un riesgo que correr, allí conviven el paraíso y el infierno; pero yo creo que hay sufrimientos y sufrimientos. Obtener independencia no significa prescindir de las relaciones (a menos que lo desee, por supuesto), sino encontrar el lugar adecuado desde el cual construir relaciones. Independizarse significa pues restablecer el orden en uno mismo y no renunciar a toda vida sexual o amorosa, ni mucho menos”. 

Y para finalizar, agrega “No se puede amar por dos. No puedes inculcar en el otro tu propio deseo de ver continuar la historia. Necesito despejar el espacio necesario para la expresión de la voluntad del otro, asumiendo el riesgo de que esto signifique la muerte de la relación. Si sale huyendo lo más probable es que no sea una gran pérdida; más bien representaba un peligro”. 

*Ana Requena Aguilar toma el concepto de Chollet y lo desarrolla con mujeres que se empequeñecen o se muestran menos de lo que son ante el hombre, física o intelectualmente.

En realidad en su libro Reinventar el amor, Chollet realiza un extenso desarrollo acerca de los diversos "achicamientos" que hacemos las mujeres cuando nos vinculamos con varones pero cuando desarrolla el concepto de dumping amoroso se refiere puntualmente a las rebajas que hacemos en relación a las demandas/pretensiones para con la otra persona en relaciones sexoafectivas. 

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