En Argentina, se estableció ésta efeméride en conmemoración del genocidio del que fue víctima el pueblo armenio. Las guerras atraviesan historias y fronteras, su componente en común es el odio, por eso, en los tiempos actuales, la clave es la solidaridad entre las naciones.
Por Emi Urouro
Desde 2007, a través de la promulgación de la Ley 26.199, el país se declaró el 24 de abril como el día de acción por la tolerancia y el respeto entre los pueblos.
Se estima que, desde 1915 a 1923, se eliminaron 1.500.000 de civiles armenios en manos turcas-otomanas. Casi toda la riqueza del pueblo fue confiscada o robada, miles debieron huir a refugiarse en otros países vecinos, en condiciones deplorables y precarias.
Ahora bien ¿Qué es un genocidio? En 1948 Naciones Unidas dicta la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, estableciendo que “es un delito de derecho internacional contrario al espíritu y a los fines de las Naciones Unidas y que el mundo civilizado condena”.
En relación al punto anterior, se da cuando se registran actos “perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso (…): a. matanza de miembros del grupo, b. lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo, c. sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial, d. medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo d. traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo”
Turquía y Armenia son países vecinos, la masacre y la violencia entre los pueblos que comparten límites, fronteras y a veces familias, son un continúo en la historia de la humanidad.
A veces las guerras son motivadas por la religión, a veces por los territorios, a veces por los intereses políticos y comerciales, o a veces se dan por un combo de todo lo anterior, lo que tienen en común es que la muerte marca el ritmo de la contienda. La vida es derrotada con cada bala, bomba, golpe que se lanza.
«Nadie deja el hogar hasta que el hogar/ es una voz húmeda en tu oído/ que te dice/ vete, aléjate corriendo de mí/ no sé en qué me he convertido»
Fragmento del poema ‘Home’, de Warsan Shire
Ahora bien, un sentimiento reina en estos conflictos: el odio. Al respecto, la académica británica Sara Ahmed, explica que la emoción del odio funciona para animar al sujeto ordinario (…)mediante la constitución de lo ordinario como algo en crisis, y a la persona ordinaria como la víctima real.
En relación al punto anterior agrega: “Lo ordinario se vuelve aquello que ya está amenazado por los otros imaginados, cuya proximidad se vuelve un crimen en contra de la persona y del lugar (…) el sujeto ordinario o normativo se reproduce como la parte lesionada; la parte ‘lastimada’ o incluso dañada por la invasión de los otros. Los cuerpos de los otros se transforman, por lo tanto, en los ‘odiados’ mediante un discurso del dolor. Se asume que causan daño”
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Y si una persona, una sociedad tiene esa sensación, la respuesta en la defensa, la violencia, la expulsión del otro ajeno que hiere.
Para Ahmed, el odio es un vínculo negativo con otro que uno desea expulsar, un vínculo que se sostiene expulsando al otro de la cercanía corporal y social.
Siguiendo a la autora, el odio se distribuye en varias figuras, que representan la amenaza de pérdida: empleos perdidos, dinero perdido, tierras perdidas. O para ser más actuales, la persona extranjera que puede ingresar el virus o quitarnos las vacunas. Por eso, algunas naciones se han asegurado su stock de dosis, en contra de una mirada más social y humanista de la emergencia sanitaria.
“El odio no es solo un medio para establecer la identidad del sujeto y la comunidad (mediante la alineación); también funciona para deshacer el mundo del otro a través del dolor” sostiene Sara Ahmed.
Debemos fomentar políticas de inclusión y solidaridad, no solo dentro de los límites territoriales, sino entre fronteras y culturas. Combatir la construcción del odio que intentan imponer los nacionalismos xenófobos, por ejemplo, cuando en las redes sociales circulan mensajes del tipo: “Cruzan a jujuy para vacunarse” “que quienes puedan pagar se vacunen” “yo pagó obra social y ni así me aseguran una cama”.
«solo dejas tu hogar/cuando el hogar no deja que te quedes/nadie deja su hogar a no ser que el hogar/ te persiga, con fuego bajo los pies/sangre caliente en tu vientre»
Fragmento del poema ‘Home’, de Warsan Shire
Esta fecha, no solo nos es útil para recordar que Turquía aún no ha reconocida que perpetró un genocidio, sino que en tiempos de pandemia, de cierre de fronteras, de exacerbación de los nacionalismos, de potencias ricas acaparando vacunas, sostenemos que la salida es colectiva, que la tolerancia y el respeto entre los pueblos no puede ser solo una frase bonita.