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Carrera por las vacunas: la salud no debería ser una mercancía

Con 10 potencias mundiales acaparando el 80% de las vacunas contra el Covid-19, existen 130 países a donde no ha llegado ni una todavía. El monopolio farmacéutico amenaza a la situación sanitaria mundial. El debate que gira entorno a las vacunas contra el Covid-19 tiene su costado empresarial: el monopolio farmacéutico que concentra las patentes. […]

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Con 10 potencias mundiales acaparando el 80% de las vacunas contra el Covid-19, existen 130 países a donde no ha llegado ni una todavía. El monopolio farmacéutico amenaza a la situación sanitaria mundial.

El debate que gira entorno a las vacunas contra el Covid-19 tiene su costado empresarial: el monopolio farmacéutico que concentra las patentes. ¿Qué son las patentes en este caso? Derechos exclusivos que dan los Estados a un inversor específico, más precisamente a farmacéuticas internacionales. De este modo, la producción de las vacunas se concentra en pocas empresas, quienes proveen primero a los Estados que les otorgan el aval para hacerlo.

En 1994, las patentes se globalizaron a nivel mundial tras un acuerdo firmado para los 25 años subsiguientes. Se trata del Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC). El mismo determinó que los países están obligados a otorgar el monopolio a las empresas de productos farmacéuticos por un mínimo de 20 años. De esta manera, el único que puede producir, vender y comercializar el medicamento es el titular de la patente y la cobra en cada uno de los países. El plazo de 20 años es mínimo y no máximo.

En Argentina, este convenio entró en vigencia en 1995. Aquel año, se adoptó la ley de Patentes, para luego crear la oficina que analiza, otorga y rechaza patentes. Sin embargo, la diferencia con otros países como Estados Unidos es que estos otorgan licencias a farmacéuticas que están dentro de su territorio. Así, la industria y la distribución de las mismas comienza y finaliza dentro del mismo país mayormente. ¿El resultado? 10 países concentran el 80% de las dosis y 130 no han recibido ninguna.

Entre los países restantes, como por ejemplo Argentina, se da una distribución por parte de empresas chinas y rusas que comenzaron a proveer sus vacunas los países del hemisferio sur. La diferencia que permite esto es que países como Rusia y China cuentan con una única patente internacional testimonial. Esto no implica hacer patentes en cada país y, por lo tanto, pagar por ellas.

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El 80% de las vacunas se concentran en 10 países del mundo

¿Cuál es la demanda mundial sobre las patentes?

Sobre las patentes, lo que se está debatiendo a nivel mundial es la suspensión de las mismas. En este contexto, la Organización Mundial del Comercio se unió a más de 50 países, entre los que está Argentina, para solicitar la suspensión de los derechos de propiedad intelectual de las tecnologías médicas para Covid mientras dure la pandemia. Esto permitiría que países como Argentina y Brasil, que tienen la tecnología para fabricar vacunas, puedan hacerlo: no más monopolio entorno a las vacunas.

Así, liberar las patentes dependerá de las decisiones gubernamentales frente a multinacionales farmacéuticas que solo quieren enriquecerse a costa de la industria de las vacunas. También servirá mucho la presión que ejerzan organismos no gubernamentales y la ciudadanía en general, al situar esta temática en la agenda pública.

Por su parte, Amnistía Internacional lanzó una campaña global para pedir el acceso universal a las vacunas contra el Covid-19. "Un pinchazo justo: Acceso universal a las vacunas contra la COVID-19" pide a las farmacéuticas que compartan sus conocimientos y tecnología para elevar al máximo el número de dosis de vacunas disponibles.

Los países más ricos se quedan con las vacunas

Entorno a este debate, cabe recordar que los países más ricos han comprado más de la mitad del suministro de vacunas del mundo. Representan sólo el 16% de la población mundial. Estos son los mismos países que han administrado hasta ahora más del 60% de las dosis del mundo, mientras que más de 100 países no han vacunado ni a una sola persona todavía.

Para evitar desenlaces como este, en mayo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció el Acceso Mancomunado a Tecnología contra la COVID-19 (C-TAP). La iniciativa surgió para que las empresas pudieran compartir datos y conocimientos, y después acordar licencias de producción y transferencias de tecnología a otros potenciales productores. Así, se podría asegurar el acceso más rápido de la población a vacunas en cualquier lugar. Por el momento, ni una sola empresa farmacéutica se ha adherido al C-TAP. Médicos sin Fronteras también dispone de una petición online que podemos firmar acá.

“Cuando conmemoramos el primer aniversario de la declaración de la pandemia de COVID-19, no podemos permanecer de brazos cruzados ante esta tragedia cuando tenemos soluciones sobre la mesa”, apuntó Tamaryn Nelson, asesora de Salud de Amnistía Internacional. “En plena carrera de los gobiernos para vacunar ante todo a sus poblaciones, y con la industria farmacéutica aferrándose como puede a sus patentes, olvidamos que hay vidas humanas en juego. Nadie estará seguro hasta que todo el mundo esté seguro", agregó.

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Carmela Laucirica

Periodista interesada por las problemáticas sociales y ambientales. También soy Community Manager. Lectora y escritora en mis ratos libres.
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