Una piba de 21 años decidió quitarse la vida. Sus compañeras pidieron ayuda para que le den atención médica. Ante los reclamos, en lugar de brindarle atención, el servicio penitenciario realizó una represión, donde dispararon balas de gomas y golpearon a las detenidas. Conversamos con Adriana Revol sobre las condiciones de la Cárcel de Mujeres de Bouwer.
La semana pasada, una detenida murió en la Cárcel de Mujeres de Bower. Decidió suicidarse en su celda. Sus compañeras la encontraron y solicitaron atención médica. Ante la inacción del servicio penitenciario iniciaron una protesta.
Desde la cuenta de Facebook Rebelión indicaron: «No venía nadie, no las escuchaban. Por eso empezaron a romper todo», me relata una de las fuentes intramuros consultada. «Y entonces saltaron las del D2 pidiendo lo mismo, y se empezó a podrir todo».
Sucedió en la madrugada del martes pasado. Ante los reclamos, los grupos GOAT masculinos reprimieron a las detenidas con balas de gomas. Luego el grupo femenino, llegó «para capear internas y sacarlas a la rastra. Y como siempre en estas situaciones. Gritos, disparos, la alarma, pánico, corridas, represión», continúa el relato de Rebelión.
«Las fuerzas antimotines agarraron a una interna a patadas en el piso. A otra le pegaron en la pierna» aseguraron la hija de una interna y señaló que «a una mujer mayor, de unos 60 años, de apellido Calderón, también la sacaron a patadas, y otra llamada Silvia Molina tiene un perdigón en el muslo».
Conversamos con Adriana Revol, quien trabaja con las detenidas, quien asegura que las condiciones en la Cárcel de Mujeres en Bouwer, son las que empujan a las mujeres a decisiones tan drásticas como el suicidio.
«Ella había tenido otro episodios de depresión aguda, y le dieron los psicofármacos pero nunca la atención de un psicólogo. Directamente el servicio la medicaliza, a todas las mujeres. Hay un 80% de mujeres en la cárcel de Bouwer que toman medicamentos de esos, es el único medicamento que el servicio penitenciario tiene, no tienen ni un ibuprofeno ahora los psicofármacos no faltan», afirmó Revol.
Además, indicó que en Bouwer, tanto los detenidos hombres como las mujeres están saliendo sólo una o dos horas semanales al patio. El resto del tiempo, permanecen en sus celdas.
Otra cuestión es la participación en el área de Educación, para estudiar primario, secundario o participar de un taller. Al respecto, señaló que menos del 10% tiene permitido, asistir a las clases. «El servicio penitenciario ve a quienes llegan ahí como un premio, no como un derecho. Premian el agachar la cabeza, eso es la buena conducta para ellos» apuntó Revol.
También destacó que hay problemas con las visitas ya que están prohibidas a menos que sea un familiar directo. «Directo significa con el mismo apellido. Una pareja, solo con certificado de concubinato. Pero por ejemplo tienen problemas para asistir a las visitas, hermanas y hermanos con otros apellidos, tienen que llevar los documentos para constatar que son hermanas y hermanas es todo un obstáculo. Amigas, no tías primas, no».
Adriana Revol
Te puede interesar: Emitieron un pronunciamiento contra la agresión hacia ambientalistas en la UNC
Respecto del caso de la mujer que decidió quitarse la vida, indicó que no tenía visitas hace un montón y no le autorizaban otras visitas: «Esta aclaración es para que no digamos que es reducido, sino que esa decisión es el compost de muchas cosas».
La piba tenía 21 años, y una hijita que no veía hace tiempo por cuestiones económicas ya que su familia vive en Jesús María. «Tenía todos los obstáculos, era lo único que se presentaba y nada positivo. En el encierro, pocas horas de salir del pabellón, esa convivencia obligada con otras personas, y la falta de atención médica integral con un psicólogo, que si la hubiese atendió, estaríamos hablando de otro tema» concluyó Revol.
De esta manera, se sigue perpetuando un sistema que no funciona, que deja atrás los derechos de las personas privadas de la libertad. En este momento, existen detenidas, que han sido baleadas y golpeadas.
Revol explicó que hay una señora de 60 años, Elvira Calderón a la cual «arrastraron por el pasillo de los pelos, y a palazos. No tuvieron piedad». Por reclamar la atención de salud para una compañera.
El servicio penitenciario es el estado. «A veces la bronca recae en el servicio penitenciario pero tenemos que ver la mano de quien es. Y son, la mano y el brazo de un estado, que es Schiaretti o es Fernández, pero el servicio penitenciario es apenas una manito. Tienen formación en el desprecio, el maltrato, la tortura. Ésa formación es la que hay que abolir, más allá de abolir la cárcel, porque estamos viendo que no sirve» finalizó.