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Vivir con endometriosis: "La menstruación no debe doler y tampoco interferir en nuestra vida cotidiana"

La Organización Mundial de la Salud (OMS) designó el 14 de marzo como la fecha de visibilización de la realidad de las personas menstruantes que viven con endometriosis. En esta nota, Sol Cortez cuenta su experiencia personal. Por Sol Cortez La endometriosis es una enfermedad inflamatoria, hormono dependiente, caracterizada por la presencia de tejido endometrial […]

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La Organización Mundial de la Salud (OMS) designó el 14 de marzo como la fecha de visibilización de la realidad de las personas menstruantes que viven con endometriosis. En esta nota, Sol Cortez cuenta su experiencia personal.

Por Sol Cortez

La endometriosis es una enfermedad inflamatoria, hormono dependiente, caracterizada por la presencia de tejido endometrial localizado por fuera de su ubicación normal, o sea, de la cavidad del útero. Según la OMS afecta a unas 190 millones personas con capacidad de menstruar en todo el mundo...

Puede causar de dolores menstruales o en cualquier momento del ciclo, al mantener relaciones sexuales, o incluso de infertilidad, en algunos casos puede ser asintomática.

En el marco de la efemeride, la secretaria general del partido Igualar - parte del Frente de Todos- expresó que esta enfermedad no tiene curas pero si tratamientos paliativos.

En ese sentido, expresó en su cuenta de twitter: "Luchamos para que sea incluida en el Plan Médico Obligatorio y así garantizar el acceso a la detección, diagnóstico y tratamientos".

Para concientizar sobre el tema, comparto mi experiencia personal.

Una historia que comparten miles de mujeres

A mis 20 años recibí el diagnostico de endometriosis. Durante 6 años tuve un periodo menstrual normal, es decir menstruaba cada mes de 5 a 7 días sin dolor. Pero a partir de los 19 años empecé a sentir que algo no estaba bien, algunos meses el sangrado era muy leve y otros meses era demasiado y con mucho dolor también.

Al pasar los meses mi vientre bajo se inflamaba más y el momento de la menstruación era realmente un impedimento para mi vida diaria. Cuando lo charlaba, la respuesta que recibía era siempre la misma: el dolor es normal. Acudí a controles médicos, la respuesta siempre era la misma: la forma de evitar el sangrado excesivo y el dolor son los métodos anticonceptivos hormonales o un embarazo. Que se expresara tan livianamente y sin estudios para conocer mi salud, me asustaba.

Mientras pasaban los días la molestia en mis ovarios persistía. Se me dificultaba orinar, tener relaciones sexuales y vivía estaba la posibilidad latente de hemorragias de varios días, en cualquier momento del mes. De un momento a otro me invadía el dolor punzante en la pelvis y en las piernas, ese era el signo de que seguían las hemorragias.

Durante meses me la pase en guardias de clínicas y hospitales, la respuesta siempre fue la misma analgésicos cada vez más fuertes y como único tratamiento (sin diagnóstico) pastillas anticonceptivas. Me resistía a pensar que esa podía ser la única alternativa.

Durante el año previo al diagnóstico busque especialistas en ginecología hasta que me recomendaron los consultorios del Centro Integral de la Mujer. La experiencia de llegar a la consulta estuvo llena de novedades, estuve casi dos horas con una doctora que me escuchó atentamente, indago en mi vida y hábitos, reconstruyó mi historia clínica abordando lo físico y emocional. Una vez que tuve los resultados de los estudios, me dieron el diagnóstico: endometriosis.

Para mi caso no queda más alternativa que la operación. Me quedó resonando la charla que tuvimos ese día con la doctora. Una de cada cinco personas menstruantes lo padece y la gran mayoría no tiene el diagnóstico. Me explico que es tal el sesgo de género existente en la medicina que aun habiendo tantas personas con esta condición no se hacen las investigaciones correspondientes para evitar tratamientos hormonales y operaciones.

El camino que seguí después de esto fue operación y por mi cuenta comencé a investigar en tratamientos paliativos para el dolor y evitar llegar a una siguiente intervención. Revise investigaciones en internet y blogs con mujeres que contaban sus testimonios y como pudieron evitar los tratamientos invasivos.

Luego de la operación fui incorporando de a poco hábito más saludables de alimentación, yoga y meditación para ayudar con los dolores y controles anuales para verificar que los quistes que se forman por la endometriosis se rompan a tiempo y no llegar a intervenciones invasivas. Dentro de las que lo padecemos hay distintos niveles de afectación a la salud, pero lo que sí es seguro es que ninguna recibe diagnóstico a tiempo y los tratamientos son caros, a esto se suma lo difícil de acceder a especialistas.

La menstruación no debe doler y tampoco interferir en nuestra vida cotidiana. Existe una construcción social que avala que la mujer debe sufrir con el sangrado y que necesita reposo, eso no debería ser así. Por el contrario, el Estado debería garantizar la salud menstrual, desde los elementos de higiene (toallitas, tampones, copas) además de licencias para aquellas que padecen endometriosis. Es fundamental que esto se apoye con educación para conocer nuestros cuerpos e investigaciones con perspectiva de género. La menstruación y las enfermedades relacionadas a ello deben dejar de ser un tema tabú.

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