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Si tuviera sueño: cada vez le dedicamos menos tiempo al descanso

Publicado por:Ramiro Quintanilla

Si bien no es una problemática nueva, el uso de la tecnología y las pantallas, sumado al poco tiempo para descansar, generan que se profundice la cuestión. Hablamos con el Dr. Facundo Nogueira, especialista en Medicina del Sueño.

Diversos estudios en el mundo y a nivel local, indican que las personas están dedicándole menos tiempo al descanso y sufriendo problemas de sueño.

Según la OMS, alrededor del 40% de la población mundial duerme mal.

En Argentina, según un estudio del Observatorio de Psicología Social de la Universidad de Buenos Aires, el 60% de la población tiene problemas para dormir, un porcentaje que aumentó desde la pandemia.

Lo primero que uno piensa es que se trata de problemas directamente relacionados al insomnio, fenómeno definido como la dificultad o la incapacidad de conciliar el sueño o sostener el sueño durante toda la noche.

Pero en este caso, la realidad muestra que lo que hay es un deterioro en la calidad del descanso debido a varios factores.

Facundo Nogueira, médico jefe del Laboratorio de Sueño del Hospital de Clínicas de la UBA (MN 84970), señala que «hay mucha gente que no le dedica el tiempo suficiente a dormir, lo que es un hábito o conducta inadecuada y se configura como un daño autoinfligido».

Uno de los casos más en donde más identifica esta situación es en los adolescentes.

«En este caso, la situación tiene que ver, por un lado, con la tendencia de los adolescentes de estar conectados a pantallas del celular y otras pantallas, hasta altas horas de la noche. Lo que hacen es estirar el día lo más posible para aprovecharlo e interactuar en redes sociales. Eso hace que estén sobrestimulados en horarios donde es necesario que la estimulación baje para poder conciliar el sueño» indicó que especialista.

Lo mismo señaló en una investigación sobre el uso de celulares en adolescentes el investigador Fabricio Ballarini. Reportó que pasan entre 5 y 6 horas viendo el celular, lo que genera más problemas para dormirse y mayores inconvenientes para mantenerse despiertos.

Entre profesionales de la salud, ya hay incluso un término específico para referirse a la práctica de interactuar en redes sociales sin límite en horarios nocturnos: vamping, que genera cansancio diario, irritabilidad, menor concentración escolar, aislamiento, y, si se cronifica, puede repercutir en ansiedad y estrés”.

Los especialistas coinciden entonces en que la cantidad de sueño se redujo, y que el fenómeno está directamente relacionado con el uso de dispositivos.

Por su parte, Nogueira también profundizó que los adolescentes le dedican menos tiempo al descanso, puesto que, biológicamente, tienden a tener sueño más tarde en la noche. En otras palabras, el estímulo para conciliar el sueño en este grupo etario es más tardío.

«Sumado a eso está el hecho de los constantes desarreglos en los horarios.
Durante la semana, están sometidos a una rutina de horarios, de colegio, donde arrancan muy temprano en la mañana los días de semana. Pero eso se alterna con los fines de semana en los cuales se acuestan, aproximadamente, a la hora que se levantan en la semana» señaló Nogueira.

Este desarreglo del sueño se llama «jet lag social» y afecta a todas las edades. Tiene que ver con estos constantes cambios en los ritmos de descanso y eso tiene un impacto directo en la capacidad de estar despiertos y lúcidos durante el día. «Eso suele ser bastante negativo para la salud mental y psicofísica de los adolescentes, en particular que es el grupo en el cual más se visualiza este tipo de patrón» apuntó el médico.

Sin tiempo para descansar

El deterioro en la calidad de descanso se debe mucho al menos tiempo dedicado al sueño. Entre los motivos, aparece el multiempleo.

«En los últimos años, se ha deteriorado la calidad del descanso y mucho tiene que ver el trabajo. Uno sale de un trabajo y entra en otro, ocupando gran parte del día trabajando o yendo y viniendo del trabajo, lo cual te resta horas para hacer otras actividades, como por ejemplo, actividad física, compartir tiempo con familia, actividades ociosas. De esta manera, las personas terminan restando tiempo a la actividad que a primera vista parece menos productiva, que es el sueño» explica Facundo Nogueira.

En este sentido, explica que hay como una creencia que el sueño es una pérdida de tiempo, cuando en realidad es una etapa fundamental de nuestro día porque es el momento en el cual el cuerpo reposa, va depurando sustancias tóxicas, se restablecen funciones vitales, tanto cerebrales como cardiovasculares, se reparan y se fortalecen los músculos.

De esta manera, la problemática del descanso no se relaciona directamente con el insomnio, porque lo que pasa es que con la propia conducta, se retrasa el momento en el cual se va a dormir y ya no queda tiempo para el descanso.

Algunos especialistas señalan este fenómeno como el síndrome de la vida ocupada, donde se experimenta una sensación de frustración, vacío o culpa por descansar y no dedicar el tiempo a actividades consideradas productivas.

«Cuando uno duerme 5 horas porque se acuesta a las 2 de la mañana y se tiene que levantar a las 7 y no hay manera de que duerma más tiempo porque uno no le dedica más tiempo. Eso no es insomnio, sino que eso es un hábito o una conducta inadecuada» indica el médico jefe del Laboratorio de Sueño del Hospital de Clínicas de la UBA.

A su vez, profundizó que es un «daño autoinfligido». Allí, hay que repensar el valor que uno le da a cada actividad que realizar y ver como acomodarlas. «Pero claramente el sueño no es como muchos piensan una pérdida de tiempo que se puede sacrificar haciendo otra cosa» explica Nogueira.

Recomendaciones

Para un mejor descanso, lo primero es dedicar más tiempo al sueño y no menos. Resulta esencial poner el sueño en la agenda.

La cosa es clara: si lo recomendable es dormir 7 u 8 horas por día, hay que dedicar ese tiempo al descanso. Ejemplo: si te despertás sí o sí a las 7 de la mañana, a las 00 tenés que estar durmiendo, y si demorás en conciliar el sueño, hay que acostarse antes de ese horario.

«De ahí para atrás, hay que preparar el sueño. Irse a dormir es como un avión que va a aterrizar. El avión no aterriza en un minuto, es un proceso que tarda un montón de tiempo. Con el sueño pasa lo mismo, son 30 o 40 minutos en donde hay toda una serie de preparativos y de protocolos que se implementan» explica el médico.

El sueño se empieza a preparar con la cena. Se recomienda hacer una última comida liviana dos horas antes de irse a dormir, para realizar una buena digestión.

El consumo de alcohol también puede resultar contraproducente para el descanso. «Si vas a tomar alcohol, que sea una cantidad discreta porque el alcohol excesivo te relaja mucho los músculos, te hace roncar, te puede generar apnea y además te evita o te elimina el sueño más profundo, con lo cual descansás mal» apunta Nogueira.

En las dos horas desde la cena hasta el momento de dormir, hay actividades que pueden aportar a un buen sueño.

«Una ducha de agua caliente, ejercicios de elongación o relajación, leer un libro, escuchar música, conversar en familia, evitar en forma absoluta cualquier actividad laboral, evitar estar en contacto con cualquier pantalla, son buenas recomendaciones para descansar mejor» indica el médico.

Incluso en casos más severos donde una persona pasa por situaciones angustiantes o de estrés, pueden realizarse desde ejercicios de meditación tipo mindfulness o respiración, hasta alguna intervención cognitivo y terapias cognitivo-conductuales. «Estas estrategias son de hecho la primera línea de tratamiento cuado el problema es el insomnio que te ayudan a precisamente desarrollar herramientas para descansar mejor» asegura Nogueira.

Por último, el especialista se refirió a la medicación como el último recurso para mejorar el sueño y solo en situaciones puntuales bajo estricta indicación y vigilancia profesional.

«La automedicación lamentablemente en trastornos de sueño es altísima y hay mucho desconocimiento. La gente termina tomando medicamentos que son muy contraproducentes. Sobre todo el grupo de las benzodiacepinas que como el diazepam, el zolpidem, el trasolam. Son medicamentos muy adictivos a los que se genera tolerancia. Es decir, van perdiendo su efecto a lo largo del tiempo cuando uno los va tomando y después es muy difícil quitarlos porque generan procesos de abstinencia«, señala Nogueira.

Concluyó que la medicación para un problema serio con el descanso debe realizarse a través de consultas médicas, con prescripciones y supervisiones profesionales y con el objetivo de que los tratamientos sean transitorios.

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