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¿Qué nos significan 10 años a las familias de niñes y adolescentes trans, travestis y no binaries?

Hace diez años yo no sabía que une niñe de 3 (que yo leía como un varón), podía ser una niña, una niña trans. La ley de identidad de género, le ha cambiado la vida a muchas personas, mi hija es una de ellas. Yo soy una de ellas. Hoy es un día de lucha, […]

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Hace diez años yo no sabía que une niñe de 3 (que yo leía como un varón), podía ser una niña, una niña trans. La ley de identidad de género, le ha cambiado la vida a muchas personas, mi hija es una de ellas. Yo soy una de ellas. Hoy es un día de lucha, de abrazo, de festejo.

Foto: FM899.com.ar

Por Romina Pezzelato para La Marea Noticias

Hace diez años yo, Romina Pezzelato, tenía un hijo de un año. Tenía 33 años y estaba decidiendo por dónde hacer camino para vivir la vida, junto a Marco, mi compañero. No sabía, no tenía idea del timonazo que nos traería a nuestras vidas la llegada de mi segunda hija. Eso fue más acá, hace siete años.

Hace diez años, tampoco sabía de Lohana Berkins, de Diana Sacayán, de Susy, ni de Marlene… A ellas las conocí después, bastante después. Mi segunda hija, entre los dos y los tres años, nos contó que no era un varón como creíamos. Nos dijo que era una nena. Cada tanto me pregunta cómo es que no nos dimos cuenta. Y yo vuelvo a quedar muda de palabras y de sacudón.

Hace diez años yo no sabía que une niñe de 3 (que yo leía como un varón), podía ser una niña, una niña trans. Sin embargo, el acompañar a mi hijita, me hizo revisar tal como dice la enorme Marlene Wayar, mi propia infancia. Implicar mi historia: ¿Qué elegí yo? ¿Qué decidí? ¿Qué hay de cercano entre lo que soñé o imaginé y esta mujer de 43 años? ¿Qué fue reprimido?, ¿De qué modos? Pero también: ¿Qué nos asusta de abrir posibilidades a las niñeces? ¿Qué nos mueven les niñes que expresan una identidad de género diferente a la impuesta al nacer? ¿Qué nos generan? ¿Qué…?

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Ser la mamá de mi hija y de mi hijo me cambió la vida. Claro, qué novedad: les hijes modifican tanto!.. Pero el ser mamá de mi hijita menor me trajo una especie de develamiento (me cuesta nombrarlo de otro modo): las personas podemos ser lo que queramos, lo que sintamos. A veces, hay cosas que se sienten adentro desde muy pequeñx. Y sentirlas no está mal, no es un problema, no es algo a corregir, no es un drama, y mucho menos una enfermedad.

Si hay problemas, es afuera: en un mundo que sigue señalando, que no admite, que necesita validar lo que cada persona vive y siente. Como si fuera necesario hacerlo.

Problemas hay en las religiones que postulan dioses que quieren más a unxs que a otrxs, que reprimen cuerpos y placeres. ¡Ahí hay problemas!

Problemas hay en el Sistema de Salud y en el Sistema Educativo, que quieren adoctrinar nuestros cuerpos y nuestras preguntas. ¡Ahí hay muchísimos problemas!

Hace diez años se sancionó una Ley con una historia que desborda luchas, dolores, y esperanzas: la Ley N° 26743 de Identidad de Género.

Hace diez años que las niñeces y adolescencias trans travestis y no binaries son nombradas de manera especial por el Estado Nacional.

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El artículo 12 de la ley, se llama “Trato Digno”. Quienes acompañamos a nuestrxs hijxs nos lo sabemos de memoria. Es parte de nuestro resguardo. Ahí se lee: “Deberá respetarse la identidad de género adoptada por las personas, en especial por niñas, niños y adolescentes, que utilicen un nombre de pila distinto al consignado en su documento nacional de identidad. A su solo requerimiento, el nombre de pila adoptado deberá ser utilizado para la citación, registro, legajo, llamado y cualquier otra gestión o servicio, tanto en los ámbitos públicos como privados”.

Y esas letras significan tanto…

Nadie, ninguna persona ni ninguna institución, tiene la potestad de decirnos quiénes somos. Y todas, absolutamente todas las personas deben ejercer el respeto y el trato digno. Hace diez años yo no lo sabía.

A esta altura de lo andado, hoy amanecí llena de emoción y de orgullo. Habitada por todxs quienes creen y pelean a diario por un mundo más justo. Para quienes no creen en el Estado, nuevamente mi interpelación, profunda y convencida. No es lo mismo que haya leyes como ésta, que hoy cumple 10 años, a que no las haya.

La ley de identidad de género, le ha cambiado la vida a muchas personas, mi hija es una de ellas. Yo soy una de ellas. Hoy es un día de lucha, de abrazo, de festejo.

Y también de compromiso. Porque hacemos falta todxs para que la ley se cumpla, para que el mundo haga lugar y abrace a todxs. ¿Qué estamos dispuestxs a hacer?

Hace diez años yo ni sabía…

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