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Elecciones en Venezuela: ¿por qué el pueblo sigue apoyando a Maduro?

Hace unos días se conoció la noticia de unas nuevas elecciones llevadas adelante en Venezuela el domingo 21 de noviembre. Los resultados comunicados por el Consejo Nacional Electoral (CNE) pueden llegar a sorprender a algún desprevenido que cada tanto escucha alguna noticia sobre la preocupante crisis económica del país bolivariano. Por Es de Politólogos De las […]

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Hace unos días se conoció la noticia de unas nuevas elecciones llevadas adelante en Venezuela el domingo 21 de noviembre. Los resultados comunicados por el Consejo Nacional Electoral (CNE) pueden llegar a sorprender a algún desprevenido que cada tanto escucha alguna noticia sobre la preocupante crisis económica del país bolivariano.

Fuente: Telesur.net
Por Es de Politólogos

De las gobernaciones y alcaldías puestas en juego, 21 (incluyendo Caracas) fueron ganadas por el partido oficialista de Nicolas Maduro, el PSUV y aliados. Entre tanto, sólo 3 de ellas fueron conquistadas por la oposición, que volvió a presentarse este año luego de haberse ausentado en comicios anteriores.

Según informa la CNE, la participación electoral de la ciudadanía fue baja, comparado con otros años, apenas llegó al 42% de la población habilitada para emitir el sufragio. No hay que olvidarse que en Venezuela el voto es voluntario, a diferencia de nuestro país en el que sigue siendo obligatorio. Esta participación, baja para ser una población tan politizada como la venezolana, es un indicativo de que mucha gente decidió no ir a votar por diversas causas, desde el miedo a algún tipo de violencia, hasta descontento con el gobierno. 

Días antes de los comicios, tanto Naciones Unidas como la Unión Europea, enviaron veedores para controlar la transparencia y equidad del proceso electoral, destacándose desde ambas instituciones, que la jornada electoral se llevó adelante con total normalidad no habiendo detectado mayores inconvenientes ni indicios de fraude alguno.

Sin embargo (y como no) desde Estados Unidos se desconoció el resultado del último domingo a través del Secretario de Estado, Antony Blinker, que desde su cuenta de Twitter aseguró que los números finales de los comicios no representan la voluntad del pueblo venezolano. Además, reconoció y aplaudió la participación de la oposición, a pesar de las condiciones injustas en las que participaron.

Está claro que, para Estados Unidos, cualquier resultado que beneficie al chavismo es indicio de fraude electoral, un discurso que adopta la derecha en toda Latinoamérica para desacreditar los triunfos que pudieran obtener fuerzas políticas que no comulguen con sus políticas. Uno de los argumentos es la ya comentada baja participación electoral; pero si hacemos una rápida investigación, nos damos con que en el mismo país del norte (salvo la última elección) vienen de un promedio histórico del 55% de participación electoral, o que países como Chile, Portugal o Suiza tienen tasas de abstencionismo que ronda el 50% en cada elección. Creo que a nadie se le ocurriría acusar a Suiza de populista y fraudulento que no respeta la voluntad de sus electores.

Fuente: CNN ESPAÑOL

Lo que queda por saber es que, a pesar de la baja participación electoral, pero teniendo como ancla el saber que tanto ONU como UE destacaron la transparencia de las elecciones y viendo la tremenda crisis social y económica por la que pasa Venezuela, ¿Por qué el pueblo sigue dándole su voto de confianza a Nicolás Maduro?

La situación interna en Venezuela

Estas elecciones se inscribieron como parte de un cambio de estrategia de las facciones más opositoras a Maduro, las mismas que años anteriores fomentaron las manifestaciones más violentas y apostaban a una rápida retirada del gobierno, llegando, incluso a crear institucionalidades paralelas; siempre apoyados y financiados por los Estados Unidos y Colombia. Esta vez decidieron participar de las elecciones tras la firma de un memorandum de entendimiento entre las partes, Guaidó (el autoproclamado presidente) incluido.

Pero parte del apoyo a Maduro también sea la extrema debilidad y descreimiento que se cierne sobre esta oposición, la que sigue atomizada en varios partidos y con liderazgos que no son reconocidos por el pueblo. Eso quizás explique en parte el abstencionismo de muchas personas que no votarían al PSUV, pero tampoco se sienten representados por la oposición a la que reconocen como cómplice de la crisis económica por la que atraviesa el país al consentir y hasta fomentar los embargos impuestos por Estados Unidos e Inglaterra (quien, fiel a su historia, le robó a Venezuela toneladas de lingotes de oro)

La crisis económica venezolana es grave, si bien se superó el pico más alto que tuvo en 2017/2018, con los desabastecimientos y las largas colas que mostraba la televisión argentina. El problema es que el leve repunte no significa que haya habido una verdadera mejoría, la irrupción del dólar como moneda de intercambio cuasi oficial, agudizó la desigualdad creando mercados paralelos que van mucho, pero mucho más allá de nuestro amado dólar blue. Los salarios son en moneda de curso legal, a la que cada vez la inflación obliga a agregarle más ceros y luego son rápidamente cambiados en cuevas por unos pocos dólares con los que comprar los productos básicos (un paquete de arroz cuesta un dólar, una docena de huevos cuesta dos, por ejemplo)

A pesar de esta situación extrema, el Estado intenta paliar estos efectos con distintos planes de asistencia. Está claro que los errores del gobierno de Maduro son una de las causas de esta crisis, pero es innegable la asfixia producida por las sanciones estadounidenses, y ojo, que la repetición de esto no le quite importancia, pero que tampoco sirva de excusa. Venezuela tiene un sistema financiero totalmente bloqueado internacionalmente en un mundo globalizado e interconectado, no es moco de pavo. Eso repercute en el precio de los alimentos que se dolarizan porque muchos deben ser importados, los insumos para las industrias o medicamentos también se encuentran en esta situación.

Fuente: Infobae

Por otro lado, está la famosa diáspora venezolana. Muchos de nosotros conocemos desde hace unos años a esta fecha a muchos hombres y mujeres de esa nacionalidad que vinieron a la Argentina a buscar mejores horizontes económicos. Una importante mayoría son antichavistas, no tanto desde lo intrínsicamente ideológico, sino que la crisis económica los volvió así, algunos otros apoyan ideológicamente al chavismo, pero reconocen que la situación se tornó en insostenible para la subsistencia.

La crisis de inmigrantes venezolanos es real, y son miles de personas que tuvieron que dejar su país de origen para poder encontrar mejores condiciones económicas y laborales, pero tenemos que tener cuidado con los manejos políticos y mediáticos de este fenómeno. Ni son simples “opositores” que se van por problemas ideológicos, como afirma el gobierno de Maduro, ni tampoco es el mayor fenómeno de refugiados de América Latina comparable con Siria, como dicen del otro lado (medios argentinos, incluidos)

Antes que nada, deberíamos saber distinguir entre un migrante y un refugiando, siendo este último alguien que posee un status legal determinado y otorgado por un Estado, que se funda siempre en la protección al individuo ante el peligro de ser perseguido en razón de su raza, sexo, religión, nacionalidad o pertenencia a algún determinado grupo social o político. Esto ya nos lleva a desestimar de plano sobre lo que se publicita como crisis de refugiados.

Según las últimas cifras, hay cerca de cinco millones y medio de venezolanos fuera de su país, de los cuales apenas ciento cincuenta mil se han registrado como asilados o refugiados en distintos países. Todo el resto, son migrantes, que por supuesto, no hace menos grave las circunstancias en las que tuvieron que pasar para dejar su tierra natal. Si hablamos estrictamente de refugiados, Colombia, el país sudamericano más mimado por los Estados Unidos, tiene una cifra similar de peticiones de asilo a la de Venezuela, con el agravante de ser el país con la mayor cantidad de desplazados internos del mundo.

El apoyo a maduro y el futuro venezolano

Es muy difícil encontrar ese ¿por qué? del que hablábamos al principio al referirnos al apoyo popular que sigue mostrando el gobierno de Maduro. Esto no sólo se vio en las elecciones, sino que también en masivas manifestaciones de apoyo al gobierno que se hacen cada tanto para demostrar que el chavismo sigue vivo.

Está claro que Maduro supo mantener un núcleo duro de poder abroquelado a su alrededor y tras la figura mítica de Hugo Chávez; también es cierto que, en su gran mayoría, las Fuerzas Armadas apoyan al Ejecutivo Nacional configurando en definitiva ese triangulo desde el que Maduro se escuda ante los interminables intentos de sacarlo del poder: El voto mayoritario del pueblo, la cohesión interna y el apoyo de las Fuerzas Armadas.

Fuente: Twitter

Muchos venezolanos que continúan apoyando el modelo, argumentan que con crisis y todo, están mejor que antes del Chavismo. La pobreza llega a cifras alarmantes, pero el gobierno se encarga de la distribución de alimentos subsidiados, casi casa por casa en las zonas más afectadas. Asimismo, como también advertimos antes, muchos otros no ven otra alternativa real de poder, pues tienen a la oposición como un atado de irresponsables e ineptos que están más preocupados por el lobby internacional, sacarse una foto en el Congreso de EE.UU o con Almagro en la OEA y poco es lo que caminan o saben sobre lo que realmente está pasando con su propio pueblo.

La pantomima del Venezuela Aid Live que se realizó en la ciudad colombiana de Cúcuta el 22 de febrero de 2019, tampoco cayó bien en muchos ciudadanos opositores. El festival contó con la presencia importantes figuras de la música pop como Luis Fonsi, Carlos Vives, Maluma, etc; todos convocados por Richard Branson, el multimillonario dueño de la compañía Virgin que ahora adscribe al nuevo hobbie de los poderosos que es viajar al espacio. Este señor organizó un festival para “ayudar” a Venezuela, donde los pobres donarían para los pobres, pero de repartir y socializar sus estrafalarias ganancias, ni hablemos. Mejor salir a orbitar por la tierra.

Ahora, a partir del memorandum de entendimiento y la participación de la oposición en las elecciones, se comienza a ver que sus posturas tienen un principio de moderación. Ello puede hacer que vuelvan a tentar a esa parte de la población que se abstuvo de votar por no apoyar a maduro, pero tampoco se vio seducida por ideas cada vez más radicales que sólo prometían mayores inconvenientes en una población que quiere volver a vivir en paz. Las arengas anti-maduro más extremas les traían dólares frescos de sus inversores del norte, pero ese dinero se fue por el lado de la corrupción de la derecha tratando de comprar militares o líderes políticos y el financiamiento de las guarimbas. 

A su vez, Maduro deberá recomponer el rumbo económico del país si quiere que la revolución del socialismo del Siglo XXI continúe viva, fortaleciendo los canales de diálogo democrático, no con la derecha golpista, sino con todos aquellos sectores políticos y sociales que no necesariamente comulguen con el gobierno, pero que son más sensatos y moderados al momento de encarar la política del país. Es difícil, ya que la grieta nuestra es apenas un bache en un barrio de Córdoba, al lado del gran cañon que es la grieta venezolana y convengamos que al momento de ceder algo de poder, el gobierno de Maduro tampoco es muy sensato que digamos.

Caminar hacia un gran acuerdo nacional con las demás expresiones democráticas, les permitirá también comenzar a sortear las distintas medidas internacionales que se impusieron para socavar la economía y entorpecer la gestión de gobierno. Todo ello sin que signifique resignar las medidas distributivas que siempre caracterizó el Socialismo del Siglo XXI que le permitió al pueblo venezolano a finales de la década de los noventa, comenzar a soñar con un futuro mejor.

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