La crisis política y social haitiana no parece tener solución en un corto tiempo. El régimen de facto, las pandillas terroristas, la hambruna generalizada y la injerencia imperialista, generan un caldo de cultivo que puede terminar en una invasión o en un estallido social sin precedentes. Conversamos con Jean Henold Buteau, dirigente del partido Alternativa Socialista.
¿Cuál es el grado de relación entre las pandillas y el régimen? ¿Qué objetivos implica el terror social? Canadá, ¿en búsqueda del tesoro? ¿Qué busca el ilegítimo Gobierno de Haití al llamar a la ONU y a la OEA para que invadan al país? ¿Qué sentimiento impera en las masas haitianas?
Para buscar las respuestas a estos interrogantes nos contactamos con Jean Hénold Buteau, dirigente y portavoz del Partido Alternativa Socialista de Haití, médico nefrólogo y miembro del frente de organizaciones de izquierdas KONBIT.
A Jean no le sorprende mi tonada cordobesa, pues vivió 12 años en Córdoba, donde estudió, trabajó y se recibió de médico en la UNC. Tiempo después volvió a su país natal con el objetivo de ayudar a construir una alternativa socialista a un modelo capitalista que saquea Haití hace siglos.
Es inevitable no empezar por la violencia. Es que los datos que nos llegan sobre su país no dejan de sorprendernos para mal.
Según el Alto Comisionado de la ONU para los DDHH, un total de 531 personas fueron asesinadas y otras 277 secuestradas, de enero a marzo del corriente año, en un contexto de violencia armada entre bandas terroristas rivales especialmente en el área metropolitana de la Capital, Port-au-Prince.
Solo en marzo, unas 160 mil personas se han visto obligadas a dejar sus hogares por el terror. Según el mismo informe, cinco millones de humanos (la mitad de la población haitiana) “no tienen suficiente para comer”. Además, la violencia sexual contra mujeres y niñas se ha convertido en un instrumento aterrorizador y cotidiano para miles.
Pero ¿Cuál es la relación entre las bandas criminales, el régimen y la “comunidad internacional”?
Jean responde a duras penas que la realidad haitiana es muy compleja. Y continúa: “en un primer momento las clases dominantes, es decir, gobierno, oligarquía e imperios yanqui, canadiense y francés, reclutaron elementos de las clases pobres para controlar directamente a los sectores en lucha que nos alzamos ante la injusticia”.
Pero ahora, en lo que el dirigente identifica como un segundo momento, afirma que las organizaciones criminales han logrado generar cierta autonomía.
“Las pandillas están casi fuera de control y ejercen violencia sobre el grueso de la población e incluso sobre elementos de las clases privilegiadas” acusa el portavoz de ALSO. Sin embargo, para él, esto no cambia en nada las relaciones de fuerzas de Haití sino que incluso profundiza el desolador panorama.
Para Buteau, las pandillas “son aliados objetivos del gobierno y de la comunidad internacional que quieren imponer un modelo que impida toda revuelta popular”. Pues comprende que la violencia no es pura espontaneidad ni tampoco es el exclusivo devenir de una desigualdad social extrema como muchos le adjudican.
“Recurren a masacres y violencia extrema para disciplinar al pueblo, intimidar a las organizaciones sociales y políticas de vanguardia” acusa.
Vivir en la realidad impuesta a Haití, “es vivir cada segundo en peligro y esto vale para una persona como yo que cuenta con derechos básicos y hasta un auto, como para quien no tiene nada, es decir, todos vivimos con el miedo de estar en la calle y que pase un grupo armado y te dispare a quemarropa”.
De esta manera -según el referente- las pandillas cumplen dos funciones: participar en la represión interna y al mismo tiempo enriquecerse ilícitamente sin límite alguno. Acusa que los jefes de las pandillas son “ verdaderos jeques que viven en el más obsceno lujo”.
Por su parte, “el gobierno le ata las manos a los elementos conscientes y honestos de las fuerzas policiales”, de tal manera que la liberación de zonas, la asociación con las mismas pandillas y/o la omisión de acción preventiva o defensora para con la población, configuran un escenario idóneo para las pandillas y sus fines criminales y políticos.
Sin embargo, Jean sostiene que el objetivo de disciplinar a las masas no se ha logrado como desean: “estoy seguro que no hay tal disciplinamiento ya que en los barrios la gente resiste y se defiende de las pandillas también con el uso de la violencia”. Lo que tampoco puede traducirse en una resistencia masiva, organizada y decididamente política contra el régimen.
En este sentido, el doctor entiende que “no hay ni tal disciplinamiento ni tal resistencia masiva en el quehacer diario”. Y sigue: “la situación económica es tan feroz y atroz que no pienso que la gente esté por completo entregada a una lucha política utópica como deseamos las organizaciones”.
Lo que sí percibe Jean es un “hartazgo”. “Tarde o temprano todo puede estallar o provocar un estallido que nadie puede prever hasta dónde llegaría”.
Intervención o invasión
Durante fines del año pasado el régimen de facto encabezado por Ariel Henry envió un documento a la ONU pidiendo la “intervención” del país. El pedido está siendo tratado hace meses en el organismo pero ya fue rechazado por Rusia y China. En cambio EE.UU y Canadá han dado el visto bueno.
Ahora, el mismo documento ha sido enviado a la OEA, quien ha estado detrás del golpe de Estado a Evo Morales junto al Reino Unido en el año 2019.
“Intervención no es una palabra neutra” acusa el médico. Es que detrás de este concepto fuerza se esconde una invasión imperialista que Haití ya ha conoció en sus diferentes formas, directa e indirectamente, con el mismísimo ejército genocida de EE.UU (1915-1934 / 1994 / 2004) y/o con la falsa solidaridad de la ONU y sus cascos azules (2004/2010/2017).
Sin embargo, quién esta vez demuestra mayor interés en realizar dicha ocupación es Canadá, país funcional por excelencia a los intereses yanquis y occidentales.
Este país del Norte ha sancionado económicamente a diferentes magnates de la élite haitiana por sus relaciones con las pandillas. Entre ellos se encuentran personajes políticos como el ex Presidente Martelly, ex funcionarios gubernamentales como Lamothe y Céant, senadores vigentes como Celestin y ex senadores y ex diputados como Hervé Fourcand y Gary Boudou.
Pero ¿qué hay detrás de estas sanciones?
El referente de ALSO sostiene que Canadá intenta vender una imagen no tan negativa como ya la tienen Estados Unidos, Francia, Inglaterra y la misma ONU. “Pero en el fondo van a hacer exactamente lo mismo que hicieron estas otras potencias, imponer su modelo ‘democrático’” acusa Buteau.
“El terreno haitiano es un laboratorio interesante para hacer esa nueva experiencia que Canadá quiere experimentar con nosotros en su calidad de país pudiente y obediente a Estados Unidos” sintetiza Buteau.
Para el líder político, las sanciones canadienses son más marketineras que coercitivas y desnudan su verdadero interés de profundizar su injerencia en los asuntos internos del país caribeño.
Las potencias imperialistas occidentales han manifestado su apoyo al Primer Ministro Ariel Henry, quien intenta de todo para que invadan su nación y así poder garantizarse una mayor concentración de poder y control sobre la creciente autonomía de las pandillas y el posible estallido social.
“Este gobierno es la continuidad del gobierno de Martelly que EEUU impuso en el 2010 con el objetivo de frenar el auge popular que se desarrolló entre fines del siglo pasado y los primeros años de este siglo con los gobiernos democráticos de Jean Aristide” acusa el dirigente.
¡Es la libertad, estúpido!
Al finalizar la conversación con Jean, le comento mi interés en poder dialogar con jóvenes haitianos. A lo que él me responde con una inquietud que observa sobre este sector.
“La enorme desigualdad, deshumanización y explotación en Haití se concentra en las franjas juveniles más vulnerabilizadas. Y como resultado de ello, mi miedo es que los jóvenes pobres que al recibir una ak47 -por parte de las pandillas- se sienten por primera vez en su vida parte de algo y habitan un grado de autoridad y superioridad nunca vivido, se enfrenten socialmente con el joven que ha tenido otras oportunidades y finaliza su carrera universitaria o cuenta con trabajo remunerado” advierte el médico.
Por último, le pregunto a Buteau si el ensañamiento de las potencias imperialistas de Haití se corresponde por haber sido la primera nación negra en liberarse del yugo colonial. A lo que responde que sí pero no solo por lograr tal independencia:
“No nos perdonan que hayamos inventado un nuevo orden de realidad: la libertad. Pues hasta aquél momento lo único que existía como orden mundial era la esclavitud. Nosotros le propusimos a la humanidad toda un aporte filosófico y espiritual insoslayable: el del hombre libre, no esclavizado. Cambiamos el destino impuesto a la raza humana y eso es lo que les duele a los europeos y yanquis. Haití rompió con la lógica de la superioridad entre humanos. Y lo siento mucho por la cultura occidental, pero como dijo el Diego una vez: ‘que la chupen’. Se la van a tener que bancar porque nosotros somos la libertad”.