El viento y las altas temperaturas, de hasta 47 grados, amenazan el país. Scott Morrison, primer ministro, sigue negando que sean consecuencias del cambio climático.
Syndey lleva más de tres semanas viendo caer ceniza del cielo. Una densa humareda que de día enrojece aún más al sol y de noche bloquea la vista de las estrellas. Gargantas secas y ojos irritados. Los incendios forestales consumen Australia con una violencia inusitada.
Después de semanas sufriendo la devastación del fuego, el país dio este sábado un paso más hacia el abismo al afrontar un día con condiciones “catastróficas”, en el que las altas temperaturas, con máximas cercanas a los 47 grados, y los fuertes vientos amenazaban con agravar los más de cien incendios que asolan el territorio.
Como resultado, ya se ha confirmado la muerte de cuatro personas en las últimas 48 horas, que hay 23 bomberos heridos, la destrucción de numerosas casas y una pérdida “muy importante de ganado”. El temor, reconoció el jefe del Gobierno del estado de Australia del Sur, Steven Marshall, es que estas cifras sean “sólo la punta del iceberg”.
Los incendios forestales son algo común en Australia durante su caluroso verano, que comenzó oficialmente este mes de diciembre. Pero este año, las llamas comenzaron varias semanas antes de lo previsto por una peligrosa combinación de ausencia de lluvias, vientos secos y manos malintencionadas.
Las condiciones se han visto agravadas por la ola de calor en gran parte del país, donde esta semana se ha batido dos veces el récord de temperatura media, 41,9 grados.
Mientras tanto, arrecian los ataques contra el primer ministro, el conservador Scott Morrison quien sigue negando que la ola de fuego sea consecuencia del cambio climático y se mantienen firmes en su apuesta por el carbón.