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8M: la potencia de las trabajadoras, una fuerza que hace temblar al patriarcado

Paramos porque sin nosotras el mundo se detiene, y es hora de que se valore nuestra fuerza histórica. Si de algo sabemos mujeres, diversidades y disidencias es de lucha: Por el voto, el aborto legal, el acceso a la educación, un trabajo digno, una vida sin violencias. Cada derecho conquistado, fue base y motor del […]

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Paramos porque sin nosotras el mundo se detiene, y es hora de que se valore nuestra fuerza histórica.

Si de algo sabemos mujeres, diversidades y disidencias es de lucha: Por el voto, el aborto legal, el acceso a la educación, un trabajo digno, una vida sin violencias. Cada derecho conquistado, fue base y motor del siguiente reclamo.

Las compañeras que formamos parte de este espacio de comunicación estaremos en las calles. Paramos por todas las que no pueden hacerlo, por todas las que nos quitaron, por todas las que subsisten con trabajos mal pagos, con fuerza paramos.

Si bien somos una cooperativa, nuestra medida de fuerza es un apoyo activo hacia las compañeras que demandan derechos ante sus patronales.

Vale recordar que el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, fue proclamado por la Asamblea de Naciones Unidas en 1977, y lejos de ser una celebración comercial, marca una fecha de activismo político y de movilización en diferentes partes del mundo.

Los orígenes se encuentran en las manifestaciones que, especialmente en Europa y EE.UU, reclamaban a mediados de siglo XIX y comienzos del siglo XX el derecho al voto, mejores condiciones de trabajo - sobre todo, derechos laborales- y la igualdad entre varones y mujeres en todo aspecto de la sociedad.

Siglo XXI, y todavía seguimos luchando. Salimos a las calles porque cada 32 horas en Argentina un femicida asesina a una compañera, a una amiga, a una hermana, a una vecina. Y paramos porque nuestro trabajo todavía no vale lo mismo que el de los varones.

Somos las que diariamente construyen, cuidan, dirigen, escriben, enseñan, sanan, mientras vemos como suben las cifras de violencia de género, como las denuncias no llevan a ningún lado, cómo ascienden a varones a los puestos jerárquicos que aún nos son negados, como nuestro salario- sobre todo el sector privado- difiere del de nuestros colegas, como la cultura del silencio oculta hechos de acoso en el ámbito laboral.

Nos preguntamos ¿Cuánto nos falta para lograr una sociedad igualitaria? Depende de los sectores y de los países. Un ejemplo necesario para comprender que la lucha no debe detenerse: al ritmo del progreso actual, a nivel mundial la igualdad de género entre jefas y jefes de gobierno tardará otros 130 años (ONU Mujeres)

Por eso, compañeras, amigas, amigues, hermanas, brujas, aceleremos el ritmo del cambio. Rompamos los obstáculos, juntas, tejiendo redes, presionando para que los Estados escuchen y atiendan nuestras exigencias.

Si no participamos del diseño de políticas públicas ¿Cómo vamos a trasladar las urgencias de las mujeres que tienen doble jornada de trabajo- en su empleo y luego en las tareas domésticas que recaen desigualmente sobre este grupo- o de quienes subsisten en el mercado laboral informal, sin derechos ni beneficios? 

Faltamos en los Gobiernos. Según el informe del Secretario General de las Naciones Unidas, publicado en 2021, solo existen jefas de Estado o de gobierno en 22 países, y únicamente el 24,9% de los parlamentarios nacionales son mujeres. 

Para generar cambios estructurales tenemos que estar presentes en los puestos de decisión. Sin participación efectiva, nuestras voces son silenciadas, nuestros reclamos son puestos en segundo lugar y nuestras posibilidades de tener una vida plena son reducidas.

Paramos porque solo el 26% de las mujeres con discapacidad acceden a un trabajo formal, porque de 1,4 millones de mujeres del sector de trabajo doméstico, 3 de cada 4 no están registradas. 

Luchamos para que los femicidios cesen, decimos que es urgente una ley de emergencia para combatir la violencia de género, sin presupuesto, sin recursos, sin formación de los poderes del Estado, la tarea será imposible. 

Luchamos para lograr una reforma feminista judicial que cambie el paragidma de quienes interpretan los delitos, para que no haya más Úrsulas  ni Guadalupes, víctimas de femicidios que habían denunciando a sus asesinos.

Luchamos porque siempre lo hicimos, y siempre lo haremos, para las que vienen, y por las que no pudieron ver cómo todo comenzó a cambiar, cómo las pibas salen a la calle cada vez que atacan a una, cómo arden las comisarías que no contuvieron a las denunciantes, como se nombra al femicida y al Juez que lo dejo en libertad, ya no son figuras anónimas, la sociedad encuentra sus rostros cómplices y culpables.

Somos potencia transformadora, paramos porque sin nosotras el mundo se detiene y es hora de que se note nuestra fuerza, y luchamos porque el movimiento feminista no conoce otra forma para lograr el mundo que desea.

Emilia Urouro

Encargada de la redacción de las notas y de generar contenido para las diferentes plataformas del Resaltador. Feminista, popular y nacional.
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