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Todo bolsillo es político

El bolsillo es parte de casi todas las prendas que utilizamos. ¿Conoces su historia? En esta nota nos acercamos a su historia y la importancia que le dio el feminismo. Por Sol Cortez El bolsillo es independencia, es autonomía y a diferencia de otros complementos funcionales en la indumentaria, es necesario que exista y lo […]

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El bolsillo es parte de casi todas las prendas que utilizamos. ¿Conoces su historia? En esta nota nos acercamos a su historia y la importancia que le dio el feminismo.

Mujeres sin bolsillos en la ropa y con carteras

Por Sol Cortez

El bolsillo es independencia, es autonomía y a diferencia de otros complementos funcionales en la indumentaria, es necesario que exista y lo defendamos.

No siempre tuvo la forma con la que lo reconocemos hoy en las prendas. Ha ido mutando a lo largo de la historia. Y estos cambios están íntimamente relacionados con los cambios económicos, sociales y políticos. 

Breve historia económica y política

Desde que existen formas de organizar la sociedad, ha sido siempre una necesidad transportar elementos de valor, como el dinero. Es por esto que durante la Edad Media se desarrollaron bolsas con cordones, similares a las riñoneras, que se ataban a la cintura. Originalmente se llevaban por fuera de la ropa, pero con el tiempo se comenzaron a coser en el interior de los pantalones y chaquetas. 

Este aspecto a primera vista ingenuo, reforzaba privilegios y restringía la libertad e igualdad. Porque, dejar por fuera las prendas femeninas para vestir, perseguía un objetivo claro. Diferenciar entre géneros y limitar la posibilidad de organización  de la economía, solamente a los hombres. 

Pero como siempre han existido resistencias. Un detalle mínimo como coser bolsillos escondidos sirvió para avanzar en la conquista de derechos. 

Costureras y modistas decidieron incluir bolsillos a modo de “adorno” en las enaguas. Este recurso estético perseguía un fin último. Devolverles a las mujeres la posibilidad de guardar sus pertenencias, entre ellas, claro está: el dinero.  Sólo que al ser las enaguas prendas de primera piel, esto implicaba que para acceder a los bolsillos era necesario desnudarse casi por completo. Lo que claramente lo volvía incómodo. 

Ante esta situación surgen los bolsos y carteras de mano, aunque siguiendo una lógica que hasta la fecha se repite: demasiado chicos como para que solo quepa un pañuelo o demasiado grandes como para restarnos comodidad, agilidad y la tan ansiada independencia. 

Tiempo de revoluciones

Mujeres con bolsas, con consigna por el voto femenino.

Con el inicio de los tiempos modernos, período de guerras mundiales y revoluciones, se necesitó de las mujeres en las fábricas y en consecuencia se volvieron necesarias en el actividad diaria y productiva. La utilización del bolsillo en este momento volvió a ser estrictamente funcional y por comodidad. Pero frente a momentos de cese de ese involucramiento, nuevamente se imponían modas que anulaban los bolsillos en las prendas.

Fue durante la lucha por el sufragio que se popularizó la "chaqueta sufragista". Surgió  a modo de protesta por esta falta de equidad. Es evidente en la vida política, pero también limitada al acceso de vestimenta cómoda. 

Durante este momento, los bolsillos se cocían a mano por encima de las chaquetas. Incluso las más osadas llegaron a lucir hasta seis bolsillos como insignia de lucha. 

Sylvia Pankhurst, sufragista. Luciendo chaqueta con bolsillos. 

Con la finalización de estos tiempos convulsos, la industria de la moda vuelve a posicionarse al servicio de la opresión sobre las mujeres. El bolsillo se mantendrá  a modo de adorno o fantasía, simulando que existe. En un claro intento de imponer absurdos abalorios para coartar la independencia alcanzada.  

Otra vez será necesario explorar nuevas formas de independencia. La apropiación de prendas masculinas, suplió lo que el mercado no ofrecía. Y desde ese momento surgen adaptaciones de esas prendas. Eso sí, el bolsillo en las prendas destinadas a las feminidades siempre será más chico que los destinados a las masculinidades.

Si bien, esta situación se impuso por un sistema que exige ciertas características binarias de representación y reproducción. Existen ciertos detalles que reafirman roles específicos y delimitan las prácticas que le corresponden a cada género. Aunque esto no niega que ha existido una resistencia vanguardista expresada en el rompimiento de estos códigos estéticos y funcionales. 

El pantalón jean, los cargo, las riñoneras y los bolsos bandoleros, las chaquetas y sacos. En la actualidad los encontramos en sus versiones feminizadas, pero fueron prendas trincheras para aquellas que se revelaron a imposiciones sociales y culturales de cómo debe vestir una mujer, a que puede acceder y a que no. 

El bolsillo es sólo uno de tantos accesorios que han sido disputados en un campo simbólico de poder, como es la vestimenta.  Sus transformaciones han acompañado y simbolizado grandes cambios de conciencia y conquista de derechos. No es casualidad que cada ola de feminismos haya instalado tendencias de uso de prendas antes negadas para la mitad de la población. Los pantalones, la posibilidad de dejar los tacos o poder usarlos, las faldas y los escotes con sus recortes y largos; son parte de este mismo proceso. 

La vestimenta, su funcionalidad y los sentidos que se imponen son espacios, que aunque a veces puedan ser instrumento de sumisión. También hemos podido llegar a apropiarlos, y dotarlos de nuevos sentidos. Son marcas de épocas y de gestas políticas y sociales. Existió una generación de mujeres que lucharon para que hoy podamos vestir y disfrutar nuestros cuerpos. A partir de hoy, seguro verás al bolsillo como un medio para la libertad. 

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