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Sustentabilidad y moda

Uno de los debates más controversiales para el mundo de la moda, es la sustentabilidad. Actualmente son varias las marcas que intentan reducir su huella de carbono, apostando a formas de producir más justas. Sin embargo, sigue siendo una de las industrias más contaminantes. ¿Puede la moda ser completamente sustentable?. Por Sol Cortez Durante los […]

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Uno de los debates más controversiales para el mundo de la moda, es la sustentabilidad. Actualmente son varias las marcas que intentan reducir su huella de carbono, apostando a formas de producir más justas. Sin embargo, sigue siendo una de las industrias más contaminantes. ¿Puede la moda ser completamente sustentable?.

Por Sol Cortez

Durante los últimos años, hemos presenciado el vertiginoso cambio climático, como consecuencia de la explotación de nuestro planeta. Si bien, quiénes asistimos a este hecho histórico no somos completamente responsables; si podemos ser les qué iniciemos un hilo de continuidad de cambio para futuras generaciones. 

Entre los recursos que disponemos para ello tenemos a la ciencia, la tecnología y un vasto capital humano, dispuesto a que este giro hacia la sustentabilidad se efectúe. Ahora bien, es necesario tomar ciertas decisiones en lo inmediato. El cambio de paradigma en el consumo, las relaciones interpersonales y con nuestro entorno serán puestas en jaque, en pos de un bienestar colectivo, que incluya a todas las especies que habitamos el mundo. Entonces, será imperante tender puentes para que se avance hacia otra perspectiva. 

Estar a la moda, pero ¿a qué costo?

A menudo, se conocen noticias de maratones de compras de ropa. Mujeres que hacen filas de días para adquirir prendas exclusivas o de grandes baratas. En redes sociales, sobre todo en tik tok, se encuentran videos en donde personas muestran bolsas llenas de ropa que solo las compraron por su bajo precio; o pagando precios irrisorios. Con el único afán de querer pertenecer a esta sociedad de consumo. 

La moda se ha instalado, en nuestro imaginario, como un producto cultural que expresa muchos aspectos negativos de nuestra sociedad: frivolidad, competencia, violencia, consumo desmedido, entre otros. Convirtiéndose en un arma de coerción simbólica. Quiénes formamos parte de la industria debemos elaborar una autocrítica. Más aún, un cambio consciente hacia formas coherentes y responsables.

En este último tiempo y frente a este panorama desolador, han surgido nuevas tendencias de relación frente a lo que necesitamos para vivir. Ya son muchas las personas que deciden virar de consumidores a prosumidores. Un prosumidor es aquel y aquella que en vez de comprar los productos hechos, avanzan hacia la producción de lo que necesitan. Crean así una relación íntima con los objetos, bienes o servicios. En este camino además de saciar una necesidad o gusto, conocen las formas en la que debe realizarse. Generan un vínculo equitativo en la experiencia.

El camino es sustentable

Siguiendo el camino de los prosumidores, muchas marcas deciden mostrar de forma transparente todo el camino que recorre, pongamosle un prenda hasta llegar a nuestro cuerpo. Nuevos conceptos como el de huella de carbono, ecofriendly, carbono neutral, producción justa, etc; son parte de este gran universo que es la sustentabilidad. Pero, qué es concretamente. Existen diferentes formas de abordar la sustentabilidad, en esta ocasión tomaremos la definición que explica su relación con la moda. Podemos decir, que hace referencia al desarrollo de actividades para satisfacer esta necesidad humana, sin comprometer los recursos y oportunidades de futuras generaciones. Este concepto está íntimamente relacionado con otros, como el de responsabilidad social, la economía circular y sostenibilidad. 

Es necesario destacar la obscenidad de grandes cadenas de ropa, que producen toneladas de prendas por temporadas de 3 meses o cápsulas que se promocionan sólo unas semanas. Contrasta fuertemente con aquellos pequeños productores que apuestan a la utilización de materiales regionales que impulsen la economía, la recirculación de prendas en desuso o la ralentización del consumo a partir del reparado. Éstos son algunos ejemplos del amplio mundo en el que pueden explorarse nuevas formas de producir y que quizás puedan tensionar a pensar nuevas formas de consumir.  

La trama del textil

Dentro de todas las variantes de la sustentabilidad puede que las materias primas y su producción sostenible sea de las menos pensadas. Lo cierto es que los materiales con que se producen prendas y accesorios acarrean procesos de manufactura altamente contaminantes. En este sentido, la organización Fashion Revolution afirma que el sesenta por ciento de la ropa que utilizamos es plástico. Este porcentaje no sorprende, ya que, desde la década del ochenta los textiles de fibras sintéticas (poliéster, acrílico y nylon) son de las más utilizadas, por encima de las fibras naturales como el algodón. Éstas fibras sintéticas se producen a base de petróleo y sus derivados. Y su realización conlleva un tratamiento químico y de disolventes que permiten formar un tejido y posteriormente las prendas que llevamos a diario. Como consecuencia, cuando lavamos nuestra ropa se desprenden pequeñas partículas de plástico, conocidas como microplásticos. Estas se liberan por las vías fluviales y contaminan el agua que necesitamos para vivir. 

Hace un mes la agencia Télam publicó un informe donde afirman: “En el marco del programa de Dinámica del Plancton Marino y Cambio Climático del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP), desde 2018 la doctora en biología Rosana Di Mauro analiza muestras de agua que se toman todos los meses en la Estación Permanente de Estudios Ambientales, a 50 kilómetros de la costa de Mar del Plata. El objetivo es monitorear la presencia de microplásticos, entre otros ítems y parámetros físico-químicos del agua. El estudio arroja la conclusión de que hasta ahora no se han encontrado muestras de agua o biológica que no tuviera nada. Además, sostienen los investigadores que el objetivo es mitigar los efectos de este material a partir del rediseño de resinas biodegradables, el aumento de la circularidad y el reciclado para disminuir la producción año tras años, algo que sin acciones ni compromisos ocurrirá".

La ropa que necesitamos ya existe 

Por otro lado, habita cierto consenso social que apoya la idea de que consumir fibras naturales es la salida frente a tal contaminación y explotación de los recursos naturales. Sin embargo, es importante recalcar que la producción de textiles de fibra como el algodón, cáñamo y bambú consumen en mayor o menor medida bastante cantidades de agua y también utilizan mano de obra sin derechos laborales hasta incluso aprovechan a niños y niñas para la cosecha de las fibras que luego serán utilizadas en nuestra prendas. Sin contar la utilización de pesticidas y agrotóxicos. ¿Es entonces la utilización de fibras naturales la solución al problema de la sustenibilidad? La respuesta frente a esta problemática y la de utilización del plástico como suplencia, es que todo debe enmarcarse en un proceso justo de manufactura, producción y comercialización. Si las prendas con las que fabricamos nuestra ropa producen opresión sobre la humanidad y naturaleza, la salida no será continuar con estos estándares. 

Frente a esto, no queda más que repensar si la ropa que tenemos en nuestro armario o la que decidimos comprar, es realmente necesaria. Este sistema de producción nos está llevando a destruir nuestro planeta. Lo que hasta hace unas décadas veíamos en películas como realidades distópicas, hoy sucede en nuestro cotidiano. El avance extractivista nos está costando la vida. Y no cuestionar las formas en las que nos reproducimos y habitamos el planeta, perpetúa un modelo de explotación y extinción de especies. Los avatares ambientales que estamos presenciando, el agotamiento de recursos naturales, los desastres ambientales. Son consecuencia de años de comportamiento irresponsable. El cambio debe comenzar ahora. Así como es importante responsabilizar a aquellas empresas que contaminan, también es necesario que repensemos nuestra forma de organizarnos y reclamar por un mundo habitable y justo. 

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