Los países del Sahel africano que componen la Alianza de Estados del Sahel continúan dando que hablar en el mundo. Mientras los conflictos regionales crecen, en esta región africana se profundizan las prácticas liberadoras de los neocolonialismos occidentales, demostrando que lo imposible solo es falta de voluntad política liberadora.

En el último mes, los países miembros de la naciente Alianza de Estados del Sahel (AES) continúan articulando la unidad en pos del beneficio económico y político regional, lo que le permitirá crecer a través de una perspectiva soberana sobre la explotación de sus recursos y bienes comunes naturales, tales como el crudo y el uranio. Al mismo tiempo, Mali realizó una ofensiva militar que consiguió recuperar gran parte de su territorio ante el abandono de la ONU.
Malí recupera su tierra
En la última semana, el Ejército Malí y el Grupo Wagner lanzaron su ofensiva final sobre la Ciudad de Kidal, capital de facto de las fuerzas separatistas integradas por las fuerzas tuareg de Azawad y grupos yihadistas, logrando recuperar para la nación maliense esta importante parte de su territorio.
En este sentido, el gobierno panafricanista de Malí se aseguró el control de una buena parte del país, forzando a los rebeldes a replegarse al desierto y quitándoles el control sobre regiones urbanas.
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Vale la pena remarcar que esta importante acción bélica se da luego de la salida del país de la misión militar de las Naciones Unidas, encabezada históricamente junto al Ejército de Francia, quien no para de cosechar derrotas en los últimos años, tras su salida forzada de Níger, Malí y Burkina Faso.
Miles de malienses celebraron la victoria del ejército y el Grupo Wagner sobre los separatistas, luego de estar bajo dominio rebelde por más de una década. Un hecho histórico no solo para el país saheliano sino para la región, que además exhibe el nulo trabajo de la ONU por el establecimiento de la paz y la estabilidad en una región en conflicto permanente.
El giro oportuno y oportunista de la ECOWAS
Amaduo Soumahoro, Jefe del Parlamento de Costa de Marfil, se reunió con el Presidente de facto de Níger, el General Tchiani, para establecer un proceso de normalización de las relaciones diplomáticas que hace dos meses estaban a punto de desencadenar en una guerra, tras la “olvidada” decisión del bloque de países africanos aliados a Occidente de encabezar una invasión sobre el país saheliano recientemente girado hacia un gobierno militar soberanista antifrancés.
En este sentido, la ECOWAS deja atrás sus intenciones bélicas y da un vuelco de 180 grados con respecto hacia su visión en el Sahel, región que, de seguir sin intervenciones militares o conflictos internos armados, promete ser la rebelión comercial de África, tras la retirada de los cuerpos diplomáticos y militares franceses.
¿Alianza estratégica? ¿Oportunidad oportuna?
Níger en pugna
Hace una semana, el Primer Ministro de Nìger, el economista Lamine Zeine, visitó Arabia Saudita debido al interés del reino árabe por adquirir uranio proveniente del país saheliano.
Asimismo, Níger también estaría negociando exportar uranio a Emiratos Árabes y Egipto, muy interesados en la adquisición de este bien común natural clave para la producción de energía nuclear.
Vale la pena remarcar que hace dos semanas, Níger firmó un acuerdo para exportar uranio a precio internacional hacia Irán, tras la retirada francesa del país. Francia hasta hace unos seis meses atrás tenía por decirlo, de alguna manera, de “rehén” al uranio nigerino, a quien lo obligaba a venderselo a un precio vil a cambio de “ayuda humanitaria”.
Ahora, con voluntad política independizadora, Níger apuesta a la apertura de su mercado, lo que supondría un gran crecimiento de su economía, la cuarta más empobrecida del mundo, según la ONU.
Los hermanos sean unidos
La Alianza de Estados del Sahel continúa sus planes de extracción de petróleo en distintos puntos de la región y de manera articulada en beneficio de los tres países que componen el bloque.
El desarrollo de zonas de desarrollo de la industria petroleras en Malí, Burkina Faso y Níger, al tiempo que se planifica la instalación de centrales nucleares, con ayuda de Rusia y China, expone que la realidad no es impermeable ante las insurgencias populares acompañadas de representantes soberanistas que ponen el cuerpo con los mayores poderes del mundo por el beneficio del interés regional. Un ejemplo a seguir por todos los países oprimidos del planeta.