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Nuestro estilo cordobés: moda y cuarteto

A lo largo de la historia, quienes se dedican a análisis sociológicos y antropológicos sobre la moda han dedicado pocas páginas a examinar y describir cómo se da este fenómeno en las clases populares.  Por Sol Cortez Las revistas, blogs y redes sociales se enfocan en mostrar predominantemente a aquellos iconos de la moda que […]

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A lo largo de la historia, quienes se dedican a análisis sociológicos y antropológicos sobre la moda han dedicado pocas páginas a examinar y describir cómo se da este fenómeno en las clases populares. 

Foto: El Resaltador

Por Sol Cortez

Las revistas, blogs y redes sociales se enfocan en mostrar predominantemente a aquellos iconos de la moda que se consagran por su posición de clase, y que tienen acceso a las más finas telas y abalorios. Todo esto es producido por un sector mayoritario de la sociedad que no tiene acceso a ellas, y por lo tanto generan sus propios estilos de representación. 

El cuarteto responde a una forma de representación y reproducción de la cultura popular y en raras ocasiones se reflexiona sobre el código de vestimenta. Tanto quienes lo representan como quienes no identifican cuál es y frente a este estilo tienen múltiples significancias. En cualquiera de ellas se construye desde la similitud y pertenencia o por oposición y rechazo. 

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Se convierte la vestimenta en un canal de expresión que se mantiene por fuera de los contextos que lo resignifican, como los bailes. Se han generado acepciones para denominar esa pilchita que se usa día a día pero también para salir de caravana. Las zapas, son las llantas y si están muy buenas: altas llantas; La camiseta del club de los amores también va muy bien, el cortecito de pelo, rapado a los costados, con jopo teñido o los claritos. Se puede ir de tacos, con topcitos ajustados al cuerpo; la pupera…de María; calcitas o jeans rotos; pilusos, gorras y lentes se suman a los atuendos. 

Se elabora con lo que se tiene al alcance para vestir, y también con la identificación sobre un grupo de pertenencia. Como excluidos del mismo sistema que construyen día a día deben crear sus propios mundos estilísticos. Se siente con la música, se expresa con el cuerpo. 

En este sentido,Gustavo Blázquez, en su libro ¡Bailaló!: Género y Raza en el Cuarteto Cordobés (2012) destaca lo siguiente: 

"Mientras algunos jóvenes buscaban alejarse del estereotipo del negro o la negra cuartetera, otros no intentan ocultar sus gustos y por el contrario ponían todo su Yo al servicio de la identificación y el reconocimiento con y en un estigmatizado estilo cuartetero. Ese estilo suponía diseños capilares, adornos corporales, vestimentas, calzados, formas de mover el cuerpo, de hablar, en síntesis, un habitus (Elias, 1982) construido como distintivo de un tipo de persona. Esos sujetos que se asumían como negros cuarteteros, decían serlo de corazón cuando encarnaban con/en su cuerpo una imagen despreciada por los dominantes y de ese modo, según afirmaban, eran capaces de ponerle el pecho a la discriminación".

La combinación de estos aspectos no fue siempre así en la cultura del cuarteto. En sus inicios el ritmo convocaba principalmente a familias y en el interior de Córdoba en fiestas patronales y típicas de zonas rurales. Por esto los y las asistentes buscaban vestir sus mejores galas, de hecho en el Museo del Cuarteto se exhiben atuendos del público de la época, que demuestran lo importante de asistir bien vestido. 

Foto: El Resaltador

Esto no significa que con el paso del tiempo se haya perdido. Es que como todo género musical fue mutando, y en este punto las situaciones de violencia durante la última Dictadura Cívico Militar, tuvo mucho que ver.  Músicos y asistentes de los bailes fueron perseguidos y segregados, ya que aquí se encontraban trabajadores de los sectores más populares. 

Con el advenimiento de la democracia, el cuarteto se dividió en dos grandes grupos. Por un lado las bandas que tomaban más referencias del merengue incorporando otros instrumentos y mixturando al característico tunga-tunga, acompañado de letras más románticas y festivas. 

Mientras que por otro surge un cuarteto con un sonido más apegado al característico pero con letras que evidencian vivencias más duras de una juventud que poco a poco fue empeorando sus condiciones de vida. 

Y en consecuencias a cada uno de estos grupos también le corresponde una diferenciación en los estilos de como vestir. No será el mismo código de vestimenta el que represente al primer grupo que al segundo. Y está correlación se ve reflejada en los músicos de las bandas y los solistas. 

Los conjuntos de cuarteto suelen coincidir en un atuendo que repiten, cuál uniforme. por lo general pantalones con camisas de colores o estampadas; en ocasiones festivas hasta traje de gala han usado. Mientras que el o los cantantes visten de forma diferenciada ejemplos de ello: Tru la la. Sabroso, Banda XXI, Chébere, La Barra,  La K’onga, entre otras. 

Mientras que los cantantes solistas tienen sus estilos característicos con prendas o accesorios que los identifican; Ulises Bueno con sus gorras, anillos y lentes, Rodrigo Bueno con su pelo de color, los jeans claros y ajustados con camisas o remeras y como olvidar sus Luna Park y su homenaje a los boxeadores que pisaron ese ring. 

Pero si hablamos de estilos icónicos, es La Mona Jimenez quién se lleva todas las miradas.  Es el máximo exponente, desde sus inicios sus trajes cosidos por su compañera la Juana han dejado a más de uno boca abierta. 

Foto: El Resaltador

Conjuntos de tres y cuatro piezas, tapados, sacos, remeras, camisas y pantalones que no dejaban ni un detalle librado al azar. Bordados y con estampas, explosiones de colores que siempre sumaban al show y cantaban una historia distinta a las de sus canciones. 

Estas prendas combinadas con accesorios y su característico pelo enrulado siempre sorprendían a los espectadores, convirtiendo en un deleite sensorial cada una de sus presentaciones. Por eso es que cada conjunto se ha convertido en pieza de arte y hoy se exponen en su museo; permitiéndonos recorrer cada momento de su carrera. 

El cuarteto como estilo musical nos permite hacer este recorrido y muchos más. Porque al Tunga Tunga, no lo van a sepultar, el ritmo del cuarteto nunca, nunca morirá. 

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