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Los jeans, un clásico… de la contaminación

Los jeans son los pantalones más icónicos, es un comodín al que todos recurrimos, pero principalmente son la prenda que más contamina nuestro planeta en su uso y fabricación. Por Sol Cortez La historia de la invención del jean es casi un cuento que conocemos todos. Que fueron en un inicio una prenda de trabajo, […]

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Los jeans son los pantalones más icónicos, es un comodín al que todos recurrimos, pero principalmente son la prenda que más contamina nuestro planeta en su uso y fabricación.

Por Sol Cortez

La historia de la invención del jean es casi un cuento que conocemos todos. Que fueron en un inicio una prenda de trabajo, que el primero que los diseño fue Levi Strauss, que después observó que podían usarse cotidianamente y patento la idea. Un día a vestuaristas se les ocurrió incluirla en películas de Hollywood primero con Marlon Brando, después con Marilyn y el resto ya es historia.

En un inicio a esta prenda sólo accedía una clase social, la que podía adquirirlos, ya que su producción era centralizada en Estados Unidos e Inglaterra, y por ende implicaba un alto costo acceder a ellos. Luego comenzaron a realizarse imitaciones y finalmente se democratizo su uso a nivel mundial.

Los pantalones jeans son la prenda más usada a nivel mundial. Se estima que existe uno per cápita a nivel mundial, aunque esto no signifique que todas las personas del planeta usen jeans, puede implicar que tengan más de uno o que mucho de lo que se produce hasta la fecha ya no es necesario.

El denim es el textil con el que se arman todas las prendas de tipología jean. Es curioso porque el nombre jean se usó en un inicio para denominar sólo el tipo de pantalón clásico de botamanga recta, pasa cinto, 5 bolsillos, remaches y costuras reforzadas. Con el paso del tiempo toda prenda de denim se comenzó a nombrar como jean.

La producción de prendas denim es de la más contaminante del planeta y por ende no es sostenible. Implica la explotación laboral de millones de personas, incluidas menores de edad. Es fundamental poner en foco esta situación, ya que la esclavitud en todo el sector de la indumentaria es preocupante. 

La trazabilidad contaminante impacta. Desde el hilado del algodón con el que se produce el denim, pasando por el teñido, hasta los lavados que desechan litros y litros de agua contaminada. Para la fabricación de una sola prenda denim se necesitan aproximadamente 70 litros de agua.

En un momento en dónde el agua se convierte en un recurso escaso, es realmente distópico pensar que podemos seguir nutriendo una prenda con esa cantidad de agua. Mientras en muchos lugares del mundo hay personas que no tienen para beber.  

Lo que sucede con los jeans es que desde que se comenzaron a fabricar no se paró. Su producción es troncal de la producción de indumentaria, al año se cosen entre 5 y 8 millones de jeans. Desde que Levi Strauss patentó la idea en el siglo XIX hasta la fecha, se han producido toneladas de esta prenda y sus derivados, camperas, camisas, faldas, mochilas entre otras.

Hay diseños que abarcan todas las edades y hasta incluso su morfología se orienta a hombres y mujeres por separado. Hay decenas de tipologías y cada una de ellas se representa casi al infinito.

Si visitas y compras en ferias vas a encontrar jeans que se produjeron hace décadas atrás, algunos con sus etiquetas de origen, porque nunca se usaron. Esto aporta al panorama negativo de la producción de esta prenda.

Ante esto, han surgido alternativas por parte consumidores y diseñadores conscientes. Y desde la pandemia la tendencia del upcycling (suprareciclado de prendas) se nutre principalmente de la reutilización de la ropa con este material, ya que es una de las más controversiales por lo que implica su producción.

Y aunque parezca que no, es necesario replantear que haremos con la producción de indumentaria, porque actualmente implica el agotamiento de los recursos naturales y el estallido del planeta en el que vivimos. Sería absurdo sólo responsabilizar este sector de la manufactura por la falta de planificación y ejecución de un sector que anualmente recolecta billones. Cada año debería pensarse la planificación de la producción textil en función de lo que ya existe en todo el planeta, diagramar cuáles son las prendas más necesarias y estipular prioridades. Porque, aunque existen toneladas de prendas en el mundo, sigue habiendo personas que no acceden a prendas de calidad o ni siquiera pueden vestir. La regulación y redistribución en la industria es urgente.

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