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Desde el año 2004, cada 22 de octubre se conmemora el Día Nacional del Derecho a la Identidad, en honor al surgimiento de Abuelas de Plaza de Mayo, quienes cumplen 45 años de lucha. El conjunto de medidas judiciales y políticas llevadas adelante desde la vuelta a la democracia, visibilizan la manera en que, como […]
Por Cristian Dominguez | 10/22/2022
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Desde el año 2004, cada 22 de octubre se conmemora el Día Nacional del Derecho a la Identidad, en honor al surgimiento de Abuelas de Plaza de Mayo, quienes cumplen 45 años de lucha.
El conjunto de medidas judiciales y políticas llevadas adelante desde la vuelta a la democracia, visibilizan la manera en que, como sociedad, hemos respondido a las violaciones masivas de derechos humanos sufridas durante el último golpe de estado cívico-militar. Entre ellas, la investigación y realización de juicios condenatorios por los delitos de lesa humanidad, han posicionado a Argentina como un ejemplo mundial.
La justicia transicional
Tal como relata la exitosa película de Santiago Mitre “1985”, el primer juicio civil realizado contra los genocidas de la última dictadura militar fue imprescindible para la reivindicación de memorias colectivas, al mismo tiempo que visibilizó a nuestro país como modelo mundial.
Sin embargo, a poco de iniciados estos procesos, se dictaron dos leyes de impunidad: la ley N°23.492 de punto final (1986) y la ley 23.521 (1987) de obediencia debida. A través de estas normativas, y junto con el indulto dictado, posteriormente, por el entonces presidente de la Nación, Carlos Saúl Menem, se impidió la sanción de los crímenes de lesa humanidad.
No fue hasta agosto de 2003 que se tomaron las decisiones políticas necesarias para que el Congreso de la Nación convirtiera en ley la anulación de las referidas leyes. En ese contexto se tuvo que esperar hasta 2005 para que, en el marco de los tratados de Derechos Humanos con jerarquía constitucional, la Corte Suprema de Justicia de la Nación permitiera la reapertura de los juicios por torturas, desapariciones forzadas y asesinatos que habían quedado clausurados.
Mujeres en el banquillo
Tanto en los primeros juicios, como en aquellos realizados a partir del año 2005, los testimonios vertidos fueron claves para dar a conocer las atrocidades ejecutadas a mano del Estado, y lograr las condenas penales contra los genocidas. Dentro de esas testimoniales, toman especial relevancia las vertidas por las mujeres. Sus conmovedoras declaraciones, permitieron visibilizar lo cruento, sistemático y brutal de los crímenes de lesa humanidad perpetrados en manos de quienes detentaron, por la fuerza, el poder estatal hasta 1983 en nuestro país.
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Las violencias sexuales, obstétricas, así como los abusos, los abortos obligados y las apropiaciones de bebés, se presentan como la cristalización del encrudecimiento que las dictaduras militares, así como también los fascismos, adquieren sobre ciertas corporalidades. Al mismo tiempo que nos enfrenta a la necesidad de seguir asumiendo las deudas pendientes.
Mujeres en pie de lucha
Las renovadas dinámicas de violencia colonial, ensañadas especialmente contra las mujeres indígenas, racializadas, empobrecidas, materializa la manera en que los cuerpos feminizados son concebidos como territorios de disputa. Ante esas opresiones, históricamente, el activismo de las mujeres argentinas ha sido emblemático.
Aquellas rondas de mujeres que desafiaban al terror, impulsó, también, el juzgamiento de quienes fueron responsables del terrorismo de Estado en nuestro país. Las fuerzas de sus reclamos permitieron que las citadas leyes de obediencia debida y punto final no pudieran producir sus efectos de impunidad en los delitos de apropiación de nietos y nietas.
De esta manera, el 30 de diciembre de 1996, Abuelas de plaza de mayo superó los embates jurídicos y realizó una presentación judicial en la que denunciaba el plan sistemático pergeñado para apropiarse de sus nietos y nietas. Plan que, como pudo comprobarse, se repitió en distintos puntos de nuestro país como castigo adicional para las familias de quienes se reputaban enemigxs, pero también como estrategia disciplinadora a la sociedad.
La emblemática causa conocida como “Plan sistemático de apropiación de menores” tuvo su sentencia final en 2012. En ella, la Justicia dio por probada la práctica organizada y generalizada de sustracción, retención, ocultamiento y robo de bebés, en el marco de un programa general de aniquilación, desplegado durante la dictadura cívico - militar. A raíz de ello, el ex dictador Videla fue condenado a 50 años de prisión.
En la actualidad aún quedan alrededor de 300 nietos y nietas por recuperar, entre los que se encuentran el nieto de Sonia Torres, presidenta de Abuelas de plaza de Mayo Córdoba.
El deseo por los derechos como incitación a desear
La ley 26001 dictada en 2004 durante la presidencia de Néstor Kirchner, estableció el día Nacional del Derecho a la Identidad con la finalidad de conmemorar la lucha emprendida por Abuelas de Plaza de Mayo y promover jornadas educativas y de concientización.
La lucha por el derecho a la identidad ha sido el motor que, desde 1977, nutre a todas esas mujeres que continúan reclamando por sus nietos y nietas desaparecidxs. Las generaciones venideras, tenemos la obligación de observar su ejemplo y aprender de lo que ha sido, probablemente, el movimiento social más representativo de nuestra historia.
El pañuelo blanco utilizado por las madres y abuelas de plaza de mayo en sus incansables reivindicaciones por memoria verdad y justicia, hoy es replicado en todo el mundo como símbolo de demanda por el aborto legal, seguro y gratuito.
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Por ello, y porque las sociedades que no conocen su propia verdad están condenadas a repetir sus errores, es imprescindible replicar la búsqueda de aquellas infancias robadas. Si tienes dudas con tu identidad, o conoces a alguien que las tenga, contáctate con Abuelas de plaza de mayo. Si una abuela te está buscando ¿no querrías conocerla?
