Editoriales

El propio poeta

Vicente Luy, un poeta cordobés, un poeta no solo por todo lo que escribía, sino por cómo vivía la poesía. Hoy te queremos contar sobre este hombre, atravesado por la sensibilidad, por la crudeza de ponerle palabras a lo que desaparece y a la soledad. Por Florencia Forchinno Enfrentó a la tragedia desde chico con […]

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Vicente Luy, un poeta cordobés, un poeta no solo por todo lo que escribía, sino por cómo vivía la poesía. Hoy te queremos contar sobre este hombre, atravesado por la sensibilidad, por la crudeza de ponerle palabras a lo que desaparece y a la soledad.

El propio poeta. Vicente Luy

Por Florencia Forchinno

Enfrentó a la tragedia desde chico con la pérdida de sus padres, luego la de su abuelo poeta Juan Larrea. Heredaría dinero y una eterna melancolía que escribió de manera intermitente desde su adolescencia. 

“¿Tus palabras no atraviesan las paredes?

Modifica tus palabras”

Vicente nació en Córdoba el 3 de mayo de 1961. Nieto del poeta español Juan Larrea, Luy perdió a sus padres en un accidente aéreo cuando apenas tenía 6 meses de edad. Enfrentó a la tragedia cuándo apenas comenzaba a vivir. Heredaría dinero y una eterna melancolía que escribió de manera intermitente desde su adolescencia. 

Publicó los libros Caricatura de un enfermo de amor (Último Reino,1991), La Vida en Córdoba (1999), Aviones (2002) , No le pidan peras a Cuper (2003), La sexualidad de Gabriela Sabatini (2006), Vicente habla al pueblo (La Creciente, 2007), ¡Qué campo ni campo! (Llantodelmundo, 2008),  Poesía popular argentina (Cilc, 2009 y Añosluz editora 2013) y, de manera póstuma, Plan de operaciones y La única manera de vivir a gusto es estando poseído (Crack up, 2012).

¿Qué más se sabe del artista? Formó parte del grupo de poesía oral Los Verbonautas durante la década de los 90’s. El 24 de febrero de 2012 se suicidó saltando desde un séptimo piso en la ciudad de Salta.

“Si la vida tiene sentido, una bestia sentada junto a la otra

oliendose las bocas no puede ser el sentido de la vida, 

salvo que te dé el cuero para ser una bestia.

Lo otro es sentarse a la diestra del Señor y bancarse día y

noche las ganas de matarlo. Y sonreír, para siempre a salvo,

mientras copulan las bestias allá abajo; mientras copula la

mujer que odiás con un hijo de puta un poquito más santo que vos.

Y no es otro o lo otro. Hagamos lo que hagamos somos la misma

cosa. Toda pasa por el miedo; y el único miedo que conocemos

es el que inventamos nosotros”.

De La vida en Córdoba (1999)

Volver a Vicente

En el 2020 salieron dos libros que siguen manteniendo encendido el fuego de Luy, “Escribir no es importante”, una edición de Caballo Negro editora. “Disociada de su autor, la poesía de Luy no pierde ni uno de sus caballos de fuerza. Todo lo contrario. Ahí donde la retórica del artista maldito parece obturar su lectura, los poemas se abren como un vomito de arco iris”, dice sobre el libro Martín E. Graziano para Página/12

El segundo libro “La poesía está en ser uno” (Beatriz Viterbo Editora), fue publicado por Hernan, activista de la poesía ahora y en los noventa junto a Luy en el colectivo poético Verbonautas. Este libro repasa la bibliografía de Vicente Luy para dar una visión profunda de su obra. 

“Antes pedimos que se vayan.

Antes, pedimos justicia.

Ahora pedimos que no se rían de nosotros.

Después, ¿qué pediremos; piedad?

Usá tu odio para el bien común.

Poné tu odio al servicio del bien común”.

Hernán diseñó casi todos los Libros de Luy, se acompañaron como amigos y como personas creativas en la llamada década infame y en la búsqueda aparece un constante vínculo de uno con el otro. El activista de la poesía intenta mover a Vicente de la denominación de “Poeta Maldito” a la que suele caer de manera casi constante.  

“No era alguien que escribía mirándose el ombligo digamos, había un tratar de llegar al otro cambiando las formas, incluyendo futbolistas, nombrando cosas que la gente conoce (...) Vicente pensaba bastante en el lector, en el escucha. No sé si los malditos están tanto en esa, me parece que están en la suya”, destaca Hernán en diálogo con La Primera Piedra. 

Aprender a escribir

Su familia, aunque no siempre nombrada, siempre estuvo en su poesía. A sus padres no los conoció pero sí construyó su identidad con la memoria física y el relato. Padre Suizo y madre devota del antiguo testamento, Vicente se preguntaría, incluso hasta culpar, sobre su propia vida. “Mi madre mucho contacto conmigo no hacía. Se iba un mes a New York acompañando a su marido y dejándome acá: teniendo yo cinco meses. Y estaban un mes y me dejaban con una nurse alemana”. Le cuenta a Juan Manuel Daza en una entrevista de 2009.

Los pocos datos existentes sobre su infancia, indican que antes de aterrizar en la órbita de su abuelo materno Juan Larrea viajó por varias familias adoptivas y no siempre bien tratado. Larrea, nacido en Bilbao, fue otro fugitivo cultural, exiliado en la Argentina tras la Guerra Civil Española, famoso poeta y ensayista de principio del Siglo XX, inspirará a Vicente de alguna manera u otra manera.

Vivieron juntos en una casa del barrio Jardín Espinosa donde Vicente lo acompañó hasta su muerte, que sucedió cuando él tenía 19 años. De su abuelo era todo el dinero que había heredado y que le permitió vivir de su poesía hasta su propia muerte.

"Abuelo, abuelo Juan,

me complicaste,

pero a nadie amé en la vida como a vos.

Llevo 30 años sin poder hacer el duelo"

“Todos morimos, pero nadie está muerto”

Vicente declaró escribirle a su soledad inherente, confesó usar las palabras aunque de ellas no salieran nada, trabajó en la autoedición de sus libros y de su propia vida de manera constante hasta su casi esperada muerte: 

“soy bipolar, tengo un 80% discapacidad  aceptada por la provincia

pero me declaró imputable a todos los efectos

no soy testigo de mi ser, participo”

“Me ha hecho mucha falta el amor y no me quiero. Hay una parte de mí que no se quiere. Y voy de una punta a otra”, dijo en diálogo con el poeta Juan Manuel Daza en invierno de 2009, una conversación que nos da la posibilidad de conocer a Vicente que con sus palabras hace su propia retrospectiva, habla de sí como de un otro que vivió muchas vidas, o de varios otros. De éste diálogo que ellos mantuvieron, rescato este extracto:

  • Así, a lo lejos, cuando hice la nota sobre Verbonautas, todos pusieron buena onda, me contaron, se coparon, pero todos lo veían como algo muy viejo, que había pasado hace mucho, que ya no valía tanto la pena recordar. ¿Hay una sensación así?  ¿A vos qué es lo que más te queda de Verbonautas?
  • El grupo: poder trabajar en grupo. Poder llegar un día antes, hacer un ensayo, participar de la hechura del orden, hacer el orden de los poemas que iba a leer. Era todo un laburo, yo me dí cuenta ahí que cuando no estaba atacado de pánico, podía hacer contacto. Y cuando podía hacer contacto, mis poemas pegaban. O sea, recibían una respuesta. De pronto, vos escuchabas dos o tres carcajadas en un momento y quería decir que había dos personas a las que les había pegado, que lo habían visto. Hay líneas culturales de las que uno se puede quedar totalmente afuera. Y si estás adentro, te repercuten en lo emotivo.

Entonces, yo mezclaba mis poemas así con un cierto sentido del humor con poemas muy combativos y alguno siempre se sale, tratando de llegarle a la gente. Hay poemas que no leí nunca, porque sé que no hacen contacto. Porque tenés que estar vos, leyéndolos sobre el papel. En cambio, hay otros que ejercen una influencia en un momento en donde te hacen un click.

Eduardo Magoo Nico lee con y para los Verbonautas en este pasaje de su intervenciòn. De derecha a izquierda (bajo la escalera) Vicente Luy, Palo Pandolfo, Hernàn, Karina Kohen, Osvaldo Vigna y Eduardo Nocera. Auditorio de la Libreria Hernàndez, Ciudad de Buenos Aires (Abril 1998).
Foto Alejandro Pi-hué.
Foto Alejandro Pi-hué

De lo singular a lo colectivo 

Una persona que vivía el afecto y el amor a la construcción grupal, y aunque lo hería la soledad estuvo rodeado de una vida social infundada en la creatividad y el quehacer colectivo que trasciende su muerte hasta el día de hoy, siendo recitado, nombrado, reeditado.

Hay un espacio Vicente Luy que sigue vigente. Al que volemos no solamente para conocer su obra, sino también para conocer la historia de una comunidad, de Córdoba, el relato de una época y de un grupo de amigos donde conviven la poesía, el dibujo, las palabras sueltas en papeles, los recitales de rock y la autoedición. Una contracultura que le hizo frente a la política de los ‘90 y usó a la poesía para poner a circular más allá de la fantasía, lo que resistía. 

Te dejamos para que escuches una lectura colectiva del libro completo “La Vida en Córdoba” (1999) de Vicente Luy en e marco del ciclo “Libro Completo”, realizado en CASA (SIC) el viernes 21 de noviembre de 2014. 

Grabado por Santiago Suárez, Editado por Juan Alberto Crasci.
Enlace: https://librocompleto.bandcamp.com/album/libro-completo-1-la-vida-en-c-rdoba-de-vicente-luy

Participaron en la lectura:

Mala Ludwig Nicolás Igarzábal Carla Sagulo Camilo Sce Ignacio Perini Frey Chinelli Fernando De Leonardis Nadia Sol Caramella Damián Lamanna Guiñazú León Pereyra Julia González Esteban Leyes Quinito Melina Alexia Varnavoglou Juan Alberto Crasci Sebastián Realini Walter Godoy.

Fuentes de la nota:

escriturasindie.blogspot.com; www.laprimerapiedra.com.ar; elpoemadelmomento.blogspot.com; www.revistacitrica.com.ar; www.revistaotraparte.com

Emilia Urouro

Encargada de la redacción de las notas y de generar contenido para las diferentes plataformas del Resaltador. Feminista, popular y nacional.
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