La trayectoria de Mía en el tenis es como una moneda con sus dos caras: desde sus comienzos y hasta su adolescencia, se posicionó en el puesto 25 del ranking nacional jugando como varón; después de una década sin jugar y desde hace 7 años, es la primer tenista profesional trans de nuestro país.
Actualmente, Mía es número tres del ranking nacional en la categoría Seniors +35, después de haber pasado nueve años alejada del deporte mientras modelaba y trabajaba en boliches. En 2012, con la Ley de Identidad de Género, Fedra pudo tramitar su nuevo DNI y así acercarse al mundo del tenis, esta vez como mujer. Después de mucho entrenar, Mía clasificó para el Mundial de Seniors en Miami este año, al cual no pudo ir por falta de sponsors.
Te puede interesar: Este jueves, marcharán contra los travesticidios y transfemicidios.
Tanto en el deporte como en su percepción de género, Mía afirma que sus padres nunca le dieron la espalda, si bien fue un proceso atípico y nuevo para ellos, la tenista sostiene que nunca sintió rechazo ni discriminación por parte de ellos. Incluso en el ámbito deportivo, Fedra tampoco se sintió discriminada en ningún momento de su carrera. Desde sus inicios en el Club Adrogué a los ocho años hasta el presente, Mía no remarca episodios de rechazo por parte de la sociedad.
“La parte de tenis siempre la manejó mi papá. Era obsesivo y hasta tuvo problemas con otros padres cuando yo era chica. Una vez tuve que sacarlo porque se ponía loco cuando había pelotas dudosas. Fue un padre exigente en ese sentido, porque era deportista y también se veía reflejado. Mi mamá nunca me dijo que no jugara pero jamás me iba a ver”, relató la tenista al recordar sus inicios.
Aunque Fedra es consciente de lo difícil que es la vida para las chicas trans, cree que lo mejor que ella puede hacer es marcar el ejemplo viviendo. “Tengo puesta la camiseta por todas, pero nunca podría ser activista porque ignoro sobre leyes y derechos. Es una responsabilidad muy grande y siendo un personaje público tengo que ser responsable, no quiero hablar por hablar. Hay gente muy preparada que hace 20 años trabaja por la causa. Mi granito de arena pasa por otro lado”, explica.
Por Carmela Laucirica