El 8M miles de mujeres y diversidades se encontraron en las calles del país, contras las violencias de géneros y para demostrar que los feminismos son movimientos imparables… pero como era de esperarse, el odio se derramó por medios hegemónicos y redes sociales.

«Le pregunto a las chicas qué es el patriarcado para ustedes, muñecas. ¿Es un padre ausente, un hermano que les hizo bullying, es un pibe en el secundario que no les dio bola, en la universidad no se la garcharon, qué es para ustedes el famoso patriarcado?», dijo en una editorial de odio, la conductora Viviana Canosa durante su programa.
Sí, de odio. Ni más ni menos. El patriarcado es eso que sostiene Canosa en su programa, el patriarcado es el sistema opresor, que tiene al hombre como amo y señor de la sociedad. Eso que alimenta esta figura pública con estos discursos. El patriarcado es el sistema que habilita todas las violencias que afectan a mujeres y diversidades.
No sorprenden las palabras de la conductora, pero no podemos evitar la indignación… aún así no queremos darle entidad a su figura, no queremos ser voceros del odio, queremos ponerlo en jaque, sacarlo a la luz, mostrarlo como lo que es: palabras violentas, que impulsan violencias.
Canosa es escudera de las nuevas derechas latinoamericanas – no es la única, están Agustín Laje, Luis Majul, Eduardo Feinmann- cuya definición tomamos del doctor en Ciencias Sociales, Daniel Feierstein, que “buscan incentivar nuestros odios, transformar nuestras frustraciones ya no en parálisis sino en agresión frente al familiar, el par, el vecino”.
Para el investigador, quieren “desatar la violencia contenida contra el inmigrante, el desocupado, el piquetero, el negro, el vendedor ambulante, el ratero, el manifestante urbano, la abortera, el árabe, el gitano o el judío. Insultarlos, molerlos a palos, atacarlos en banda, lincharlos, atropellarlos, acuchillarlos. Exactamente de eso se trata el fascismo en tanto práctica social”.
Y si hablamos de medios de comunicación tradicionales, no podemos pensar que son dicho inocentes, al azar, cuidan intereses económicos y políticos, esos que sostienen este mundo tan desigual.
La conductora ataca claramente a quienes forman parte de los diferentes feminismos, pero no construye nada, no aporta nada contra las desigualdades marcadas por el género, por las violencias, es un agresión sensacionalista, que busca sumar personas.
A más feminismo más antifeminismo, a más conquista de derechos para las diversidades, más violencia, parece ser la lógica que atraviesa la sociedad: “Mata bebé”; “Nunca te metiste con un macho argentino”; “Mirá cómo se visten”. Son frases que demuestran que la violencia atraviesa la pantalla.
En relación al punto anterior, podemos pensar en el fenómeno llamado backlash, entendido como una respuesta negativa contra un movimiento o idea: a medida que las mujeres y diversidades conquistan derechos y se empoderan se genera un movimiento opuesto que tiende a cancelar esas conquistas. Esa reacción conservadora y negativa es la que impulsan algunos comunicadores y comunicadoras.
Las palabras tienen peso, si tu discurso excluye, violenta y segrega, la sociedad no será de redes, sino de grietas.