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TikTok y salud mental: “Entre la mirada del otro y mi cuerpo en bruto necesito poner un filtro”

Publicado por:El Resaltador

Según un estudio publicado por la revista JAMA Pediatrics, el uso constante de redes sociales puede afectar significativamente el cerebro adolescente. En EE.UU., catorce fiscales estatales denunciaron a TikTok por dañar la salud mental infantil al usar un sistema de contenido adictivo.

Por Gastón Marmay

Hace unas semanas, TikTok anunció que prohibirá el acceso a los “filtros de belleza” a los usuarios menores de 18 años. La medida responde a crecientes preocupaciones sobre el impacto negativo que tienen en la salud mental de los jóvenes, distorsionando la imagen personal y generando inseguridades.

Para María Celeste Moine (MP 7639) -Licenciada en Psicología y terapeuta gestáltica- los filtros crean una versión idealizada de la realidad “que poco tiene que ver con la apariencia de las personas en la vida real”.

En la misma línea, Lucrecia Yedro (MP 12451), -Licenciada en psicología y psicoanalista-, asegura que los filtros imponen una manera muy precisa de ser bello, “puntualmente bella porque están más bien pensados (al menos la enorme mayoría) para el uso de las feminidades”.

«Vienen a comunicar de forma muy personal que mis rasgos no están bien, o al menos, que de otra manera me vería mejor, que entre la mirada del otro y mi cuerpo en bruto necesito poner un filtro», enfatiza.

Los peligros de las redes y los filtros

El uso excesivo de las redes y los filtros, especialmente durante la adolescencia, puede tener consecuencias negativas en la salud mental. La constante exposición a imágenes editadas conlleva a generar una imagen negativa de nosotros mismos.

Esto, presumiblemente, deviene en dismorfia corporal, “un trastorno mental caracterizado por una preocupación obsesiva por un defecto percibido en la apariencia física que se ha visto agravada por el uso excesivo de filtros”, detalla Celeste.

Y explica que «al comparar nuestra imagen real con las imágenes editadas, podemos desarrollar una percepción distorsionada de nuestro cuerpo y sentirnos insatisfechos con nuestra apariencia. Esta insatisfacción puede llevar a una baja autoestima, ansiedad, depresión e incluso a conductas autolesivas».

Además de la dismorfia corporal, la exposición constante a imágenes idealizadas puede contribuir al desarrollo de otros trastornos como la anorexia nerviosa, la bulimia y la vigorexia.

Un estudio reciente de la revista Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry reveló que el trastorno dismórfico corporal (TDC) afecta a aproximadamente 1.9% de los adolescentes, siendo mucho más prevalente en chicas que en chicos. Según los investigadores, este trastorno es seis veces más común en mujeres, afectando a 1.8% de ellas frente a 0.3% de los varones.

La investigación, que analizó datos de más de 7600 niños y adolescentes de una encuesta de salud mental en Inglaterra, encontró que casi el 70% de los adolescentes con TDC también sufrían al menos otro trastorno psicológico, siendo los más comunes los trastornos de ansiedad y la depresión. Además, casi la mitad de los jóvenes con TDC reportaron autolesiones o intentos de suicidio, una cifra significativamente mayor comparada con los adolescentes sin este trastorno.

Lucrecia detalla que casi la totalidad de referencias (influencias en redes sociales) que se asocian al éxito y la felicidad, responden taxativamente a la hegemonía que imponen los filtros de belleza.

“Hay que tener en cuenta que estos mensajes son receptados específicamente por preadolescentes y adolescentes, sujetos que están habitando un cuerpo nuevo y construyendo su autoconcepto”, expresa la psicoanalista.

A lo anterior, suma que vivimos con la sensación compartida de que nunca llegamos a los estándares de belleza impuestos por la sociedad. Lo mismo puede suceder con los estándares de productividad, estabilidad de logros, felicidad, entre otros.

Celeste sostiene que esta comparación constante “genera inseguridad e insatisfacción con la propia apariencia y la propia vida. Fomenta sentimientos de envidia y de resentimiento hacia los otros”.

No solo afecta a los adolescentes

Si bien TikTok busca restringir el uso de estos filtros en adolescentes menores a 18 años, todos los usuarios están expuestos a estos peligros. No obstante, la terapeuta gestáltica precisa que “con la pubertad, se inicia un período que requiere sucesivas reconstrucciones y reformulaciones de la propia imagen corporal, debido a los cambios físicos inherentes a esta edad”. 

«Por ello, si bien el uso de las redes sociales tiene un impacto negativo en la autoimagen de jóvenes y adultos, debido a la etapa vital de reconstrucción de su identidad que atraviesan los adolescentes, el uso de redes sociales tienen un mayor impacto en ellos».

Según la OMS, la adolescencia es la etapa que se caracteriza por un ritmo acelerado de crecimiento y cambios, siendo uno de los períodos más importantes de la vida, puesto que es la transición de la niñez a la edad adulta en la que se viven experiencias cruciales más allá de la maduración física y sexual.

Los adolescentes son los usuarios más activos de las redes sociales “y debido a su falta de madurez son más influenciables y vulnerables. Por eso, podemos ver cómo las consecuencias del uso inadecuado de este tipo de redes pueden causar desde estrés, ansiedad y depresión hasta comportamientos suicidas”, argumenta Moine.

Es importante reconocer que este problema afecta a las personas de todas las edades: los adultos también experimentan períodos de transición y de crisis que generan inseguridades y necesidad de validación externa.

¿Prohibir es la solución?

TikTok quiere restringir los filtros para menores de 18 años, aunque para Lucrecia, la prohibición “siempre es una política problemática, que demoniza al objeto y expulsa una realidad que ya existe y que sería importante regular. Así como en otros consumos, lo más efectivo es trabajar de manera estructural en la prevención y la promoción de la salud”.

También asegura que algunas redes sociales o páginas web fijan límites de edad que terminan siendo fácilmente sorteables para un adolescente.

Por su parte, Celeste resalta que prohibir algo puede generar un efecto rebote ya que “los adolescentes, en busca de autonomía y reconocimiento social, pueden ver las restricciones como un desafío a superar. Es importante entender que la adolescencia es una etapa de exploración y experimentación y las prohibiciones absolutas pueden generar más curiosidad que prevención”.

Asimismo, apunta que impedir el uso de las redes sin ofrecer alternativas puede generar frustración y aislamiento. Por eso es importante:

  • Poner límites claros y consistentes, pero también flexibles y adaptables a las necesidades de cada adolescente
  • Enseñar a los adolescentes a desarrollar competencias digitales para un uso responsable y crítico de las redes sociales
  • Promover el pensamiento crítico, para que puedan cuestionar lo verdadero de lo falso y tomar decisiones informadas
  • Crear políticas que regulen el uso de las redes de manera que protejan a los usuarios -especialmente a los adolescentes- sin restringirles la posibilidad de explorar y aprender de estas plataformas, promoviendo la educación digital y la prevención

Es determinante que los jóvenes tengan acceso a otras actividades que les permitan desarrollar sus habilidades sociales y emocionales, como practicar deportes, participar en actividades culturales, entre otros.

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