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Independencia y literatura: Oasis en el medio del desierto

El 9 de julio de 1816 nuestro país se independizó de España buscando dejar atrás siglos de opresión, saqueo y genocidio. Como todo movimiento de lucha, la gesta independentista comenzó mucho antes: en las calles, en la literatura. Por Cristian Montú Los autores de la época vivieron en el centro de la contradicción, querían fundar […]

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El 9 de julio de 1816 nuestro país se independizó de España buscando dejar atrás siglos de opresión, saqueo y genocidio. Como todo movimiento de lucha, la gesta independentista comenzó mucho antes: en las calles, en la literatura.

Crédito imagen: www.argentina.gob.ar

Por Cristian Montú

Los autores de la época vivieron en el centro de la contradicción, querían fundar una nueva literatura nacional, una literatura que reflejara el ser argentino, pero ¿cómo sentirse representado por una literatura influida por las corrientes europeas y sus valores? ¿cómo considerar representativos de una nación incipiente a textos que animalizan a  pueblos originarios e invisibilizan a tantas otras minorías? Varios años más tendrían que transcurrir para que las obras literarias dieran cuenta de una realidad silenciada. 

La versión original

¿Cómo arengar al pueblo y lograr que se una a la lucha por una patria independiente? Con el auge del neoclasicismo en el continente, comienzan a surgir los himnos en varios países latinoamericanos: llaman a la población a levantarse en armas contra los invasores y expulsarlos en pos del progreso y la libertad; buscan generar un sentimiento popular. Sin embargo, las batallas por independizar territorios que ya se encontraban habitados y, aniquilar cualquier tipo de disidencia para imponer esas nuevas leyes (que mucho se parecían a las de los antiguos colonizadores) continuarían hasta hoy.

La versión original. Fuente imagen: www.filosoficas.unam.mx

Ni siquiera nuestro Himno resultó indemne. En 1900, antes de los festejos por el Centenario de la Revolución de Mayo, y durante la presidencia (¡vaya casualidad!) de Julio Argentino Roca, se suprimieron varias estrofas a pedido del gobierno español. Así desaparecieron de manera oficial versos tales como:

Todo el país se conturba por gritos

de venganza, de guerra, y furor.

En los fieros tiranos la envidia

escupió su pestífera hiel.

¿No los veis sobre México y Quito

arrojarse con saña tenaz?

¿Y cuál lloran, bañados en sangre

Potosí, Cochabamba y La Paz?

¿No los veis sobre el triste Caracas

luto, y llanto, y muerte esparcir?

¿No los veis devorando cual fieras

todo pueblo que logran rendir?

La victoria al guerrero argentino

con sus alas brillantes cubrió.

Y azorado a su vista el tiranocon infamia a la fuga se dio.

Martín Fierro

Los festejos de 1910 por el Centenario también servirían para consolidar y establecer a Martín Fierro como modelo y arquetipo del verdadero ser nacional. Socialmente el gaucho es despreciado, se lo mira con recelo pero él está incluido en la cadena del desprecio al más débil, al menos poderoso. Hoy es posible preguntarse cuán representativo era este gaucho en sus vivencias y valores para quienes no encajaban en el preconcepto: mujeres, indios, negros.

Martín Fierro: Clarín

El poema de José Hernández, presenta a Fierro en dos etapas: el autor nos muestra un gaucho rebelde que no acata las órdenes del sistema que busca amoldarlo o eliminarlo, según sea el comportamiento; en la segunda parte (cuando Hernández ha conseguido un puesto en el gobierno) el protagonista regresa a la civilización completamente manso y arrepentido de los delitos cometidos en pos de mantener aquella libertad del pasado, se reencuentra con esos hijos que había abandonado y les canta ciertos consejos conocidos popularmente. Ha sido domesticado:

El trabajar es la ley,

Porque es preciso alquirir;

No se espongan a sufrir

La China: su aventura

Hace algunos años, la escritora Gabriela Cabezón Cámara, retomó la épica gauchesca del Martín Fierro para dar rienda suelta a los pensamientos y devenires de uno de los personajes más invisibilizados del poema nacional: la esposa de Fierro. A él se lo llevan a defender la frontera y Hernández seguirá de cerca sus hazañas, pero ¿qué pasa en realidad con ella? Gabriela le da una voz propia: “Jamás pensé en ir tras Fierro y mucho menos arriando a sus dos hijos. Me sentí libre, sentí cómo cedía lo que me ataba…”

Fuente: Radio Nacional

La China Iron deja lo poco que tenía (un matrimonio y dos hijos que no había pedido) y decide irse, para su suerte se topa con Miss Elizabeth y juntas emprenden un viaje hacia el interior de la llanura pampeana y a medida que crece el desierto, crecen también la libertad y el deseo.

Poco a poco el relato de la China pone el foco de atención sobre un interrogante: ¿Cómo existir y resistir en los límites de un país que acaba de conseguir su independencia algunas décadas atrás y sin embargo continúa aplicando las mismas formas de aniquilamiento sobre todo aquel que represente un obstáculo? ¿Cómo existir pese a la violencia del discurso social arraigado?

“Hay que vernos, pero no nos van a ver. Sabemos irnos como si nos tragara la nada: imagínense un pueblo que se esfuma, un pueblo del que pueden ver los colores y las casas y los perros y los vestidos y las vacas y los caballos y se va desvaneciendo como un fantasma: pierden definición sus contornos, brillos sus colores, se funde todo con la nube blanca.”

Una nueva vida junto a Estreya, su perro, le espera más allá de los confines (y las estancias) donde los indios (y otros desertores de esa gran picadora de carne que ahora tiene el sello de país independiente) viven al margen del progreso de la sociedad argentina.

Emilia Urouro

Encargada de la redacción de las notas y de generar contenido para las diferentes plataformas del Resaltador. Feminista, popular y nacional.
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