El acoso callejero en Córdoba sigue siendo una constante, pero a la vez algo de lo que no se habla lo suficiente. En un ciclo de 5 historias (una por día) las propias víctimas nos darán su versión.
Hoy charlamos con Macarena, una cordobesa de 21 años, que relata con hartazgo las situaciones de acoso callejero de las que ha sido víctima. Un dato que alarma: Macarena trabaja en una zona llena de policías, pero la anécdota que más recuerda es cuando la acosaron y ellos no hicieron nada para detenerlo.
«De la nada a sentir «que linda chiquita» de un auto que pasó lento por mi lado, por un momento me sentí secuestrada arriba de ese auto», son las palabras de Macarena cuando relata una de las tantas situaciones de acoso que ha sufrido. Según el Defensor del Pueblo de la Provincia de Córdoba, el acoso sexual es violencia de género.

Si piensa en sus sentimientos, Macarena experimenta angustia, ya que no logra sentirse persona en estas situaciones, sino un objeto. A esto le suma el miedo de no poder caminar en paz, además de la incomodidad que le genera esta falta de respeto.
Ella se refugia en el apoyo de los que la rodean, de los cuales algunos se aseguran que ya no vuelva sola. Pero Macarena destaca que, en su opinión son más las mujeres las que la entienden, «quizás porque lo viven en carne propia», agrega.

Actualmente, según el Defensor del Pueblo, siete de cada diez mujeres reciben comentarios con connotación sexual mientras recorren la ciudad. Macarena es una de esas siete. Ella siente que, mientras más «herramientas» tenga el acosador, más en peligro y expuesta se siente (con esto hace referencia a si va en auto o si son muchos).
Según la Convención de Belem Do Para, a la cual Argentina está adherida, “la violencia contra la mujer constituye una violación de los Derechos Humanos». Para Macarena, estos atropellos son cuestiones de falta de educación, en donde no están claros los límites sea quien sea la persona.
«Camino todos los días varias cuadras, y no hay día en el que en esa distancia no me cruce con una situación que me incomoda, me aflige o me angustia», lamenta Macarena.
Por Carmela Laucirica