¿Cómo se relacionan la última dictadura cívico militar y el origen del vigente negocio del narcotráfico de cocaína en Argentina? Dialogamos con el periodista de investigación y especialista en la temática, Carlos Del Frade.

Ellos te quieren aplastar
votado y tirado como plasta,
alcoholizado y dopado hasta decir basta,
con pasta angustiado,
y drogado no hay duda,
¿te has preguntado porque en dictadura,
entraron las drogas mas duras?
– «Te Quieren».- Portavoz.
Un día como ayer, pero de 1978, en una Argentina que para esa altura ya tenía no menos de 22.000 ciudadanos muertos o desaparecidos, el por entonces dictador y almirante Emilio Massera, recibía en el Puerto de Rosario 200kg de cocaína provenientes de Bolivia, camuflados como paquetes de azúcar.
“Al recibir ese cargamento, Massera y la dictadura inauguraron un negocio paraestatal y por lo tanto ilegal. Y por supuesto multinacional. Es el origen del narcotráfico como lo conocemos. Negocio bancado por Estados Unidos bajo el Plan Cóndor«, expresa Carlos Del Frade, periodista santafecino especialista en la materia.
A su vez, el periodista y psicólogo, Lautaro Palacios, sabedor de la problemática, recupera un nombre ciertamente olvidado en aquél hecho fundante del narco en el país. Nada menos que el de José Alfredo Martínez de Hoz, abogado y ex ministro de Economía del gobierno de facto, quién es identificado por el investigador Julián Zícari, como el «jefe civil de la dictadura».
La “libertad de comercio exterior y la libertad de exportación y de importación”, declarada por Martínez de Hoz como punto fundamental de su plan económico, es para Palacios «un punto muy importante en relación al narcotráfico, ya que el punto neurálgico del comercio exterior se encuentra en Rosario, hoy con los puertos privatizados sobre el Río Paraná«.
«El narcotráfico no puede pensarse disociado de su relación (simbiótica y al tiempo antagónica) con el Estado. Por otro lado, hay que entenderlo como lo que es: un negocio. No como un artilugio oscuro de unos cuantos, ni mucho menos como responsabilidad única de quienes consumen”, advierte Palacios. Premisa compartida por este periodista.
¿Narco-dictaduras en el Cono Sur?
Aquellas dos toneladas de cocaína de máxima pureza que inaugurarían el negocio del narco en Argentina fueron presentados en la documentación formal como azúcar. “Azúcar” que llegó desde Bolivia y que configuró una suerte de acuerdo ilegal bilateral entre las dictaduras de Argentina y la del país andino, por entonces dirigida por Hugo Banzer.

Aquel día, en el Puerto de Rosario, Massera estaba acompañado por dos altos mandos de la dictadura boliviana, Luis García Meza y Luis Arce Gómez. Es importante remarcar, que en aquella época, Leopoldo Fortunato Galtieri era la autoridad militar de la jurisdicción que tenía a Rosario como ciudad central.
La dictadura de Banzer en Bolivia, apoyada por Estados Unidos, además de prohibir sindicatos, perseguir opositores y reprimir trabajadores, motivó la expansión del cultivo de la planta de coca y el inicio de la producción y el tráfico de cocaína a gran escala, sin precedentes por aquellos años.
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Los hombres de uniforme no eran los únicos avizorando el ancho del Paraná y sonriendo por las toneladas de cocaína frente a sus ojos. Junto a ellos estaba quién con los años sería nombrado como el «Rey de la Cocaína»: Roberto Suárez Gómez.
Hijo de una de las familias más ricas de Bolivia, aliado clave del Cártel de Medellín (Pablo Escobar), la CIA, la DEA y principal financista del golpe de estado de 1980, Suárez Gómez creó la denominada «General Motors del narcotráfico», una pujante industria ilegal que crecía a la par de las prisiones políticas y desapariciones forzadas en las dictaduras del Cono Sur.

Las dos toneladas cocaína viajaron por la Ruta Nacional 34, la cual atraviesa Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero, y desemboca finalmente en la Circunvalación de Rosario. De allí, se cargaron en el buque boliviano «Simón Bolívar», en la zona franca portuaria que Bolivia tenía sobre el Paraná tras un acuerdo que el ex presidente Luis Adolfo Siles Salinas logró con el dictador argentino Onganía en 1969.
La investigación de este hecho estuvo a cargo del periodista Carlos Del Frade, quién atestigua que el plan de instalar rutas y coordinar el negocio del narcotráfico, fue confirmado por Gustavo Bueno, integrante del Servicio de Informaciones del Ejército Argentino, dependiente del Teniente Coronel Oscar Pascual Guerrieri.

Gustavo Bueno confirmó el negocio del narco por parte de los jefes de la dictadura militar argentina un lunes 30 de noviembre de 2009, ante el presidente del Tribunal Oral Federal Nº 1 de Rosario, Otmar Paulucci, quién viajó a la ciudad de Belém, en el estado de Pará, Brasil, para tomarle declaración testimonial, ya que el represor había sido detenido allí por Interpol. Este viaje se realizó en el marco del primer juicio oral y público contra represores de la dictadura que se llevaba a cabo en Rosario, conocido como la causa Guerrieri-Amelong.
“Sí, Guerrieri estaba vinculado al tráfico de cocaína. Estaba vinculado a Arce Gómez y García Meza. Había una interna en la época de elección de Galtieri, que desplazó a Viola. Había plata que trajeron de los cocacoleros de Bolivia. Tenía que liberar el norte de Argentina”, explicita la declaración del ex servicio de inteligencia.

Imperialismo narco en el Cono Sur, puertos privados y Río Paraná
Para entender la importancia de aquél hecho fundante del narcotráfico en Argentina en medio de la dictadura, conversamos con Carlos Del Frade, autor de innumerables publicaciones sobre la temática.
El Resaltador (E.R): ¿Cuál es la incidencia de los puertos privados en el avance o la constitución de Rosario como un polo de distribución de cocaína y otras mercancías hacia otros países? ¿Qué relación tiene la privatización de los puertos con esto?
Carlos Del Frade (C.D.F): La ruta histórica del narcotráfico en Sudamérica se remonta a los años 70 a través del río Paraná. Los puertos privados, al tener menos controles sobre lo que entra y sale, se convierten en un canal clave para la economía ilegal, donde el narcotráfico representa un porcentaje significativo del sistema financiero. La importancia de estos puertos es vital, ya que la falta de control facilita la salida de grandes cargamentos de organizaciones latinoamericanas hacia el mundo. Por lo tanto, los puertos privados están directamente vinculados al tráfico de drogas desde Sudamérica a diversos destinos globales.

–E.R: ¿Qué rol jugaron agencias como la CIA o la DEA en esa «inauguración» del negocio, o fue más bien un pacto regional entre dictaduras?
C.D.F: A partir de la década del sesenta, el narcotráfico, al convertirse en un actor importante del sistema financiero mundial, comenzó a recibir la ayuda de agencias estatales y gobiernos poderosos. En este caso, las agencias estadounidenses como la CIA y la DEA fueron absolutamente cómplices. La DEA, creada en 1973 por Nixon, determinó qué grupos operaban en América, lo que llevó a combatir el narcotráfico siempre a niveles bajos y nunca atacando los grandes cargamentos.
–E.R: Después de la restauración democrática en Argentina, ¿los gobiernos radicales, peronistas y de la alianza siempre supieron de esta situación? ¿Por qué crees que nunca se abordó el tema profundamente?
C.D.F: Creo que nunca se tomó el tema con la profundidad necesaria por una definición ideológica y porque estos negocios transnacionales superaban las jurisdicciones nacionales. Los gobiernos, quizás con buena intención en algunos casos, se dedicaron principalmente a contener la violencia generada por las bandas narcopoliciales barriales. Además, es históricamente difícil ver allanamientos bancarios significativos por cuestiones de narcotráfico, lo que sugiere una cierta protección del sistema financiero.

-E.R: ¿Se puede entender el narcotráfico como un negocio paraestatal que funciona como un disciplinante y ordenador social?
C.D.F: Por abajo, sí. La economía ilegal, que en Argentina es una parte importante de la economía informal, genera un flujo de dinero que puede someter a poblaciones desesperadas en barrios marginales, creando un disciplinamiento social desde adentro. Además, la forma en que se combate el narcotráfico, con mano dura y tecnología de seguridad en los barrios populares, genera angustia y control social, siguiendo modelos implementados en otros lugares de América Latina.
E.R: Mencionás el lavado de activos y la posible relación de entidades como la Bolsa de Comercio de Rosario y empresas multinacionales. ¿Qué relación hay entre los bancos, el narcotráfico y los puertos privados?
C.D.F: Los bancos obtienen un porcentaje significativo de su dinero del narcotráfico y el tráfico de armas, según organismos internacionales. Los puertos privados son los exportadores que manejan grandes sumas de dinero sin preguntar su origen, lo que genera grandes cuentas bancarias. La Bolsa de Comercio es una usina de pensamiento ideológico que históricamente ha promovido un sistema de ríos al servicio de las multinacionales, proporcionando impunidad a bancos, grandes empresas y el sistema portuario.
E.R: ¿Qué responsabilidad le cabe al poder judicial argentino, tanto federal como provincial, en relación con esta problemática?
C.D.F: El poder judicial federal en Rosario históricamente ha mirado hacia otro lado ante el crecimiento del poder de las bandas narcopoliciales barriales. Los poderes judiciales provinciales, como el de Santa Fe, se han mostrado dóciles a los nichos de corrupción de las policías provinciales, que son quienes realmente manejan el narcotráfico a nivel local en todas las provincias argentinas.

E.R: Hace más de un año se firmó un acuerdo con el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos. ¿Qué relación tiene esto con el narcotráfico y la reprivatización de la vía troncal navegable?
C.D.F: Entendemos que por la forma en la que se están dando las cosas, impulsadas por la Bolsa de Comercio y con señales del Ministerio de Seguridad y Defensa de la Nación, al permitir a privados manejar el río Paraná y su seguridad sin intervención estatal, creará un limbo. Creemos que habrá más tráfico ilegal a través de los puertos privados, con consecuencias en la vida cotidiana de los barrios. Esto se percibe casi como una ocupación por parte de Estados Unidos, buscando tener presencia en un punto estratégico como el río Paraná, clave para la exportación sudamericana. La política económica de subordinación y saqueo genera dolor en la población, y el miedo y la represión se utilizan como herramientas de control.
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