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De ayer hasta hoy: la Playa de los Hippies y la realidad como área protegida intangible

Publicado por:El Resaltador

Algunas amenazas existentes y otras con mira hacia el futuro, son parte de la realidad ecológica de este famoso lugar de nuestra sierras.

Por Leandro Millán

La Playa de los Hippies sufre de acumulación de materia fecal, tala indiscriminada y la presencia masiva y no regulada de turistas en una área protegida intangible que no tiene guardaparques permanentes. De estas problemáticas, se hacen cargo varios vecinos organizados y con conocimiento que intentan trabajar en conjunto con la comuna.

A su vez el campo tiene una dueña y se sumó al ejido comunal hace poco. Existe la intención de abrir un nuevo camino, lo que Ana Gaitán, máxima autoridad de Cuesta Blanca está evaluando. 

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Algunos vecinos temen que esto sea el preludio de un desarrollo inmobiliario. Sí bien la jefa comunal lleva adelante una política ambiental en buena parte de Cuesta Blanca, aparentemente no llega hasta la Playa de los Hippies, según los lugareños. 

El lugar es un bello y tranquilo paraíso natural que creció bajo el mito de ser el refugio de aquellos que luchaban contra la dictadura. Pero la realidad indica que era un lugar de esparcimiento y recreación de los llamados hippies, por aquella época, un poco más lejos de lo que hoy se conoce turísticamente. 

No hay que perder de vista que muy cerca de la zona se encuentra El Diquecito y la toma de agua para abastecer a gran parte del sur de Punilla. A su vez, el riesgo de crecientes es alto ya que es una zona río arriba donde las crecidas suelen ser muy sorpresivas y el aviso depende de sensores que alguna vez, fallaron. 

La preservación ecológica

Desde El Resaltador nos pusimos en contacto con la bióloga del CONICET y vecina de Cuesta Blanca, Ana Cingolani quién por conocimiento y trabajo de campo es una voz autorizada sobre la situación actual.

«La playa de los hippies sí se puede manejar como área de uso público y turístico, como sucede por ejemplo en los cerros nevados de la Patagonia. Los vecinos venimos cuidado que los fogones y acampes se hagan en un solo sector, el más famoso y el de mayor explotación turística, lo que los lugareños conocemos como la zona del Ermitaño, quién vive hace muchos años y limpio durante meses la basura acumulada cuando llegó», declaró la integrante del grupo de guarda ambientes voluntarios de Cuesta Blanca.

A pesar de la cartelería indicativa que informa que no está permitido realizar fogatas y acampar, la gente lo realiza en el mismo lugar de la señal y algunas veces las estadías perduran. Según la información oficial, la jefa comunal pide la colaboración de la policía, en esos casos.

Por la investigación realizada y el diálogo con varios lugareños hay una disputa de intereses entre ellos por el uso de la tierra. Algunos la utilizan para sus animales, otros para el cruce en kayak y canoas de los turistas, y existen algunos enfrentamientos.

Sin embargo, lo trascendente es que «se necesita un guardaparque para poder cuidar eso mejor y con constancia. Las vacas, el 90% de la población animal, si se manejan bien y la carga no es excesiva no son un problema ecológico. Pero la contaminación fecal humana y la basura acumulada sí es un problema grave que afecta en gran cantidad a la biodiversidad», explicó Cingolani.

«El riesgo de incendios es alto por la gran cantidad de visitantes que realizan fogatas, lo mismo que la tala de árboles nativos, molles y guindiños, una especie particular de la zona que extraen para usar leña, muy bella por que en sus hojas el color otoñal se prolonga mucho más que en otros árboles y hay muy pocos en las sierras. También nos encontramos realizando relevamiento ecológico y existen pecarí de collar, zorros y un poco más arriba de la playa, pumas». 

La utilización del lugar con el paso del tiempo

Horacio, conocido lugareño de la zona desde hace casi 15 años y conocedor de la Playa de los Hippies desde su infancia, recordó:

«En aquel momento esté era un lugar anárquico. Yo vine con mi grupo scout cuando todavía vivía en la ciudad de Córdoba y no tenía la estirpe de suburbio con el descontrol turístico de hoy. El campo que conforma el sector conocido como la Playa de los Hippies nunca fue blanqueado ni limitado de alguna manera por la gran herencia que recibió su actual dueña, una mujer mayor. Pero hace poco sus hijos, decidieron alambrar y ése contexto colabora hacía el desorden. Para mí, la zona ideal para acampar por estar más al resguardo de las riesgosas crecientes es la que quedó dentro del alambrado, una suerte de zoológico aunque sea un lugar turístico «. 

«Lo que se utilizaba como lugar de encuentro en la década del 70 era Las Quintas«, relató Horacio. «Tengo muchos conocidos que asistían allí solo con fines recreativos, es un mito que haya sido un lugar con objetivos de planificación y logísticos. Pasando la Playa de los Hippies se cruza un arroyo llamado Las Achiras. Allí había una construcción que dejaron deshabitada los mineros y los hippies lo utilizaban para pernoctar. Ésa construcción ya fue demolida».

Realizando una proyección cronológica hasta llegar a la actualidad, continúo: «tampoco debemos perder de vista que la gran mayoría de los terrenos en nuestras sierras son con derechos posesorios y hace varios años se compraban con el vuelto del kiosco. Cuesta Blanca siempre fue un lugar de descanso y la Playa de los Hippies, al estar medianamente alejada del pueblo, se convirtió en un lugar donde algunas reglamentaciones cómo las ecológicas, tanto la flora y fauna, y otras como por ejemplo, la navegación de las canoas que no está reglamentada en ningún río de Córdoba, se realizan con normalidad «.

Seguramente por esto, luego de mucho tiempo donde varios grupos ambientalistas y de vecinos conscientes buscaron que sea reserva, lo consiguieron. La realidad indica que hay falta trabajo y decisión para que se mantenga sustentablemente.

Durante los primeros días de este año hubo un hecho que conmocionó a los lugareños. «Apareció un cadáver, realmente nunca se supo que sucedió. Se decía que tuvo un paro cardíaco río arriba y otros hablaban que los malandras de la zona lo habían arrinconado y que por eso se ahogó en el río «, señaló Horacio.

Al consultar esta información con la unidad departamental Punilla, la única información existente y respuesta recibida indica que la muerte fue «cajoneada» desde la fiscalía, todo indica que aparentemente no se sabe la identidad del hombre. 

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