Los pueblos originarios han aportado instrumentos, danzas y ritmos a nuestra cultura actual. Pero esta vez nos preguntamos: ¿Qué huella dejaron en el cuarteto cordobés?

Fuente: Fernando Guzmán – Comunidad Sikiman
Bien sabemos que nuestros pueblos originarios han sido partícipes en la creación de nuestra cultura musical. Sin embargo, es costumbre pensarlos como aportantes del folklore que hasta hoy escuchamos, sin tener en cuenta un género del que también han participado: el cuarteto cordobés.
Lo cierto es que la música del cuarteto se configuró como una más de tantas herencias europeas, pero si tenemos en cuenta su danza, podemos decir que es propia de nuestra cultura originaria. Así, lo que hasta hoy trasciende como una danza popular y festiva, se lo debemos a nuestros pueblos originarios. Cabe mencionar que la música también experimentó ciertas adaptaciones.
Volvamos en el tiempo hasta la época de la conquista
Con la llegada de los españoles a América, nuestros pueblos originarios fueron sometidos a trabajar las tierras para estos nuevos conquistadores. Durante aquel tiempo, a veces había lugar para el esparcimiento y la música. Durante las fiestas patronales, las culturas se mezclaban y podían oírse distintos tipos de música, podían verse distintas danzas.
La conquista había logrado imponer su música en las fiestas patronales, por ende se podía escuchar el ritmo del paso doble español y la tarantela italiana. Quienes pertenecían al pueblo originario se guardaban sus costumbres para la privacidad, por temor a ser discriminados o agredidos.
En el campo, las orquestas protagonizaban la música que se oía y bailaba en las fiestas. Pero en un momento dado, algo cambió. Apareció una persona, llamada Leonor, que decidió abandonar los bajos del paso doble y comenzar a tocar el famoso «tunga tunga repetitivo». Asimismo, al conformarse grupos de cuatro personas para tocar este ritmo, el mismo pasó a llamarse «cuarteto».
Un sonido tribal en donde confluyen 4 danzas ancestrales
En ese momento, el ritmo europeo pasó a ser uno tribal, compuesto por sonidos que parecían tambores realizando un llamado a la tierra. Si bien la diferencia musical no fue grande, en el baile definitivamente lo fue. En este nuevo ritmo tribal, la maestra Kakán Rita Cejas asegura que confluyeron «4 danzas ancestrales de los animales, ocultas dentro del baile del cuarteto».
En primer lugar, se comenzó a mover la cadera como lo hace la «Ananay» (conocida entre nosotros como la serpiente). Este tipo de movimientos pueden conducir a la elevación espiritual, pero sólo quedan en lo sexual si uno «se estanca en la cintura».
Luego, brazos, manos y hombros cobraron fuerza para dar lugar a la danza del «Uturunko» o jagüar, algo similar al movimiento de sus garras. Posteriormente, se pudo ver cómo las parejas se entrelazaban en giros con sentido antihorario, como pasa en la danza del «Kutur» o cóndor.
Finalmente, la cuarta danza oculta en el cuarteto fue la de la «Ampa» o mariposa, cuando se mueven la cabeza o los pies, representando a la mente que se libera y transforma para volar.
Con esta historia, quizás podamos dar un paso más cerca hacia nuestra cultura originaria, quien nos ha brindado muchos elementos culturales. Entre ellos, la danza y la música que caracteriza a los bailes en Córdoba, que alegra los casamientos en plena madrugada y cuenta historias populares de nuestra sociedad.