Juego al fútbol desde el 2017. Juego como puedo, y como mis amigas me enseñaron a jugarlo y disfrutarlo.

Por Pia Gonzalez Righetto. Columna publicada originalmente 14/08/22
Las primeras canchas fueron llenas de pozos, inventadas, con arcos de mochilas a orillas del río. No fue hace mucho, y tampoco desde muy chica. Los lunes eran mixtos, ¿y por qué no tener un día sólo de pibas? Los jueves.

Del río al sintético. De las zapas a los primeros botines. De jugar con gente random, a formar un equipo. Del equipo a una camiseta. Y ahí todo, el sentimiento de refugio y pertenencia: ALBERTAS FÚTBOL CLUB.

De por sí el fútbol 5 tiene su dinámica, pero nuestro juego, el de Las Albertas, maneja su propio modo. Una identidad e idea colectiva, la competencia existe pero los goles rara vez fueron contados, está claro que se festejan esos triángulos poderosos de pases, ese golazo que no se puede creer, los taquitos bien leídos y recibidos, los del equipo propio y hasta los del rival, porque dentro de la cancha el juego es un logro, colectivo e individual. Porque haber aprendido a conquistar espacios fue también haber construido esto que queremos y de qué forma lo queremos.

Y así fuimos ocupando canchas, probando también, y entre tantas apareció la de Atenas. A diferencia de otras, tranquila y poco concurrida.

CLUB SPORTIVO Y BIBLIOTECA ATENAS: fundado por un grupo de amigos allá por 1916 en Río Cuarto, exactamente el 9 de Julio, su nombre rinde homenaje a la antigua Grecia y a los Juegos Olímpicos. Un Club que además del deporte en sí, contaba con una de las bibliotecas más dotadas y concurridas de la época.

Con su sede a pocos metros del centro, con un estadio de una capacidad de siete mil personas, su pileta para la temporada de verano, y con una cancha de fútbol 5 dispuesta para alquiler. Lugar que con gusto supimos y quisimos habitar semana tras semana con Las Albertas.

Con el Club vino otra sensación gigante, la de los domingos ir a ver los partidos de fútbol femenino, la del tour por las canchas con mates y medialunas con les amigues. La de acompañar y alentar. Posiblemente Atenas fue uno de los primeros equipos que comencé a seguir, con el cual sentí cierta cercanía desde el principio. Hoy la siento al 100%. Atenas en su justa medida conquistó una partecita de mi corazón o no sé qué.

A veces lo deportivo trasciende, en todos estos años el fútbol me permitió conectar íntimamente con la fotografía, ser quien registra desde adentro muy adentro cada partidito, el tercer tiempo de birra, amargo obrero y comidita, las alianzas de amistad, la presentación de camisetas del equipo femenino del Club (la importancia y lo significativo que resulta esto para las jugadoras, tener su propia indumentaria y no la heredada de los varones), las pibas y nenas como hinchada gritando trepadas agarradas del alambrado, registrar el primer partido amistoso de Futsal Femenino de la Ciudad (disciplina sin liga femenina pero sí masculina), etc. Y así, saber que como jugadora (o intento de) y fotógrafa, puedo ser una herramienta de visibilidad.

Ver fulbito, jugar fulbito, charlar fulbito. Me siento bastante privilegiada de estos amores que giran obvio en torno al fulbito.
