El día se celebra desde 1967 y tiene como objetivo despertar la conciencia de la comunidad internacional sobre la importancia de la alfabetización en las personas, comunidades y sociedades.

El pasado domingo 8 de septiembre fue el Día Internacional de la Alfabetización. Se celebra desde 1967 para recordar, según lo manifiesta la UNESCO, «la importancia de la alfabetización como factor de dignidad y de derechos humanos, así como para lograr avances en la agenda de alfabetización con miras a una sociedad más instruida y sostenible».
Según datos de este organismo, en 2022 al menos uno de cada siete adultos mayores de 15 años (754 millones) carecía de habilidades básicas de alfabetización.
Además, millones de niños luchan por adquirir niveles mínimos de competencia en lectura, escritura y aritmética, mientras que unos 250 millones de niños de 6 a 18 años están fuera de la escuela. Este año, el día se celebra bajo el lema «Promover la educación multilingüe: La alfabetización para el entendimiento mutuo y la paz».
En nuestro país, la problemática sobre alfabetización tomó relevancia en mayo del año pasado, cuando Argentinos por la Educación y 200 ONG de todo el país difundieron las pruebas internacionales de UNESCO (ERCE 2019) que mostraban que 1 de cada 2 chicos de 3.º grado no entiende lo que leen.
En Argentina, y tal como lo demuestran las evaluaciones nacionales e internacionales (PISA y Aprender) casi un 35% de los alumnos de 3.º grado no sabe leer ni escribir y no es capaz de realizar las operaciones matemáticas básicas. Alrededor de un 50% de los alumnos no es capaz de comprender un texto de complejidad básica al finalizar la escuela primaria.
En abril de 2023, en plena campaña electoral, Argentinos por la Educación lanzó junto con más de 200 organizaciones de todo el país la Campaña Nacional por la Alfabetización para lograr que todos los chicos de Argentina entiendan lo que lean.
El actual presidente Javier Milei adhirió al “Compromiso por la Alfabetización”, en el que se comprometían a desarrollar un plan para priorizar las políticas de alfabetización, incluyendo el apoyo técnico a las provincias y la transferencia de recursos, además de la implementación periódica de pruebas Aprender en 3.º grado que evalúen la comprensión lectora.
También lo firmaron 17 gobernadores, donde asumieron el desafío de sostener, robustecer e impulsar acciones que prioricen la alfabetización inicial, invirtiendo los recursos adecuados en términos de financiamiento, materiales y libros, formación y otras cuestiones.
Sin bases sólidas ¿Qué impacto puede haber en el secundario?
A propósito de estas cifras de alfabetización, traemos fragmentos de un diálogo con la investigadora del CONICET Melina Furman, quien falleció recientemente, pero nos dejó sus reflexiones:
“Mirando indicadores de qué pasa cuando alguien no termina el secundario, lo que se ve es que las posibilidades de conseguir un trabajo más calificado, mejor pago, de crecer mucho pareciera que es un dicho así sobre la nada… no lo es, es real. Uno mira las estadísticas de personas con trabajos de mayor calidad en cuanto a la estabilidad, al sueldo, a las prestaciones, al interés, etc. y es mucho más alta en personas que tienen el secundario terminado y ni hablar de la universidad terminada”.
Para Furman, los indicadores de no terminar en tiempo y forma “no son nuevos, vienen estables hace muchas décadas y de hecho vienen mejorando un poco en las últimas décadas para acá, pero todavía no alcanzan. Estamos todavía lejos de poder decir que estamos a salvo, que estamos en una situación adecuada para que nuestros estudiantes, adolescentes, se formen con lo que necesitan. Ha habido en las últimas décadas un aumento del acceso a la educación secundaria, eso quiere decir que muchos alumnos que antes no iban a la secundaria empezaron a ir”.
Además, agrega que se puede “trabajar sobre los contenidos que damos, cuál es el sentido de lo que damos, cómo lo damos. Poder dar el contenido de maneras más participativas, más atractivas, más relacionadas con la vida real, donde los alumnos sean más protagonistas y no solo personas que escuchan y completan fotocopias y cuestionarios que después las repiten. Porque muchos estudiantes sienten que la escuela no es relevante para sus vidas hoy, que lo que aprenden no lo encuentran en el sentido, que no entienden qué es estar estudiando y para qué lo están estudiando. No encuentran la motivación intrínseca para aprenderlo porque no conecta con lo que tiene sentido en su vida real”.