¿Qué nos sucede cuando nombran a la Antártida Argentina? ¿Conocemos la historia del territorio que representa casi la mitad de la circunscripción nacional? ¿Por qué las grandes potencias ponen en peligro nuestra soberanía antártica?

La República Argentina lleva de manera ininterrumpida 120 años de presencia en el continente antártico. Es el único Estado con más de un siglo de soberanía allí ejercida. La superficie estimada de nuestro territorio antártico es de 1.461.597 km2, de la cual 965.134 km2 es tierra firme y continental, no hielo flotante.
En la actualidad, el país cuenta con seis bases antárticas permanentes y siete bases de verano, lo que resulta un total de 13 estructuras científicas sobre la tierra blanca. Cada año se lleva adelante una nueva campaña antártica, durante las cuales se releva el personal que inverna en el territorio y se provee de abastecimiento a las bases donde se realizan tareas de investigación y observación. Todo esto es posible gracias a las tareas del Rompehielos Almirante Juan Irizar, clave para garantizar nuestra soberanía bicontinental.
Cada base tiene su propia historia, y para sorpresa de muchos, hay territorios blancos tan o igual de valiosos que históricos lugares patrios, como pueden ser el Paraná o el Río de la Plata y «próceres antárticos» tan o igual de importantes que Mariano Moreno o Juana Arzuduy, por poner algunos ejemplos.

En este sentido, es imposible contar la historia argentina en el continente blanco sin la participación de Francisco Josué Pascasio Moreno, político y explorador argentino, quien tuvo la astucia de enviar a un marino argentino a una expedición científica sueca dirigida por el reconocido geólogo Otto Nordensjjold en diciembre de 1901, cuyo destino era la hasta entonces impenetrable e inhóspita Antártida. La expedición se vio afectada por dificultades climáticas y el barco se hundió, dejando a sus tripulantes en el territorio que hoy ocupa la «Base Esperanza«.
La noticia dio la vuelta al mundo gracias a la preocupación de Moreno materializada a través de una nota escrita por él y publicada en el Diario La Nación. Junto al Presidente Roca gestionó el rescate de los náufragos, quiénes por error fueron los primeros humanos registrados en «invernar» en el continente. Con la Corbeta Uruguay al mando de Julián Irizar, los tripulantes fueron rescatados y llevados a Buenos Aires.
A pesar del fracaso de la expedición, el éxito del rescate fue clave para destrabar el imagnario social y cultural sobre esa Antártida que se creyó impenetrable.
En este sentido, Argentina oficializa su historia en el continente blanco en el año 1904, cuando se adquiere, por orden de Julio Argentino Roca, la estación meteorológica instalada por el escocés William Speirs Bruce, en la Isla Laurie, pertenecientes a las islas «Orcadas del Sur«, en la cuál había quedado una dotación de investigadores realizando estudios científicos.

Retrato de Francisco Moreno
En estas islas se instaló un observatorio meteorológico y también una oficina del correo argentino. Antes que una escuela y un hospital, el Estado siempre enviaba una oficina del correo, ya que poblar también es comunicar, hacer puentes. Algo que hoy está sucediendo a la inversa en la Patagonia, con el cierre de las oficinas del correo y otras instituciones claves para garantizar la población nacional en tierra estratégica. ¿Cuál es el plan del Gobierno Nacional al cortar los puentes comunicacioneles con el Sur argentino?
Volvamos a lo nuestro: Hugo Alberto Acuña, joven de 18 años y empleado de la empresa oficial argentina de correos y telégrafos, fue quién izó por primera vez, el 22 de febrero de 1904, la bandera argentina en territorio antártico. Allí donde flameó por primera vez la azul y blanca, se fundó la Base Orcadas, el establecimiento humano permanente más antiguo existente en todo el territorio blanco. Desde entonces, ese día es reconocido como el Día de la Antártida Argentina.
«A pesar del frío, vestimos traje de paseo, como en Buenos Aires. Hay 5 grados bajo cero. La bandera asciende en el modesto mástil y comienza a flamear. Ya tenemos listo el pabellón azul y blanco. Ya estamos en nuestra propia casa«, registró Acuña en su libreta.

Años más tarde, en 1906 Chile y en 1908 el Reino Unido, a través de polémicos decretos, se autoproclamarían soberanos en distintas partes del continente blanco e incluso en el caso británico incorporando porciones de la Patagonia, dando pie a disputas que actualmente siguen vigentes.
Desde allí, Argentina nunca dejó de enviar campañas científico militares al continente blanco. Es en la década de 1920, cuando de la mano del ingeniero civil José Manuel Moneta, clave para las expediciones de los años 1923, 1925 1927 y 1929, se realizaron incursiones en las Islas Orcadas del Sur, las cuáles también reclama el Reino Unido. Moneta fue quién impulsó una gran conciencia entre la población local sobre la importancia de la soberanía nacional en la Antártida. Pero no sería el primero ni mucho menos el último.
¿La unión hace la fuerza?
El avance y la permanencia de la población argentina en la Antártida siempre fue objeto de cuestionamientos y disputas a manos del Reino Unido, las cuáles fueron frenadas en más de una oportunidad por la unidad y los acuerdos entre Argentina y Chile.
En 1939 Argentina crea la Comisión Nacional del Antártico, la cuál un año más tarde pasa a convertirse en un organismo permanente con el objeto de intensificar las investigaciones en la zona. Se realizaron exploraciones, relevamiento de terreno y tareas de balizamientos.
El 6 de noviembre de ese mismo año, Chile estableció por decreto los límites de sus reclamaciones territoriales antárticas, lo que llevó a Argentina a protestar en noviembre de 1940 la misma área adjudicada por el país trasandino, pero un mes más tarde ambos países reconocieron mutuamente que tenían derechos indiscutibles de soberanía en la zona polar denominada Antártida americana.
A su vez, el Reino Unido protestó en febrero de 1941, tensionando aún más la cuestión, pero la unidad de las naciones latinoamericanas sentó un precedente fuerte que los británicos no pudieron tirar abajo.
El 8 de noviembre de 1942, mediante la colocación de un cilindro que contenía un acta y una bandera argentina, dejada allí por el capitán de fragata Alberto Oddera, lo que significó la toma de posesión formal del territorio continental antártico por parte de Argentina, en la Isla Decepción.
Meses más tarde, en enero de 1943, el buque británico HMS Carnarvon Castle destruyó las evidencias de la toma argentina, plantó una bandera británica y envió el acta argentina a Buenos Aires. Pero esto no quedaría así, marinos del Ara 1º de mayo, el 5 de marzo del mismo año removieron la bandera pirata.
Con la llegada del Grupo de Oficiales Unidos al poder político mediante un golpe de estado, luego de la denominada «década infame», comienza una intensa etapa de integrales políticas argentinas a favor de la soberanía nacional en la Antártida, con la instalación de las primeras bases continentales antárticas permanentes. Con la restauración democrática establecida a través de las elecciones que dan como ganador al General Juan Domingo Perón, la Antártida comenzará año a ser testigo de una política soberana sin precedentes cercanos.
En 1947, Argentina y Chile firman una declaración conjunta sobre la «Antártida Sudamericana. En este acto reafirman su reconocimiento mutuo sobre los derechos y renombran al sector antártico con acento sudamericano. Un año más tarde, ambos pañises firmaron un mutuo acuerdo de protección y defensa jurídica de sus derechos territoriales, avanzando en un integracionismo sin precedentes sobre los territorios australes, un mensaje directo al Reino Unido.
En abril de 1948 se estableció la dependencia política-administrativa del Sector Antártico Argentino del gobernador marítimo del Territorio Nacional de Tierra del Fuego.

A su vez, a medida del avance político, jurídico, e institucional estatal de Argentina, Perón envió a 3 mil marines a las Islas Orcadas para frenar cualquier avance inglés sobre las mismas.
En el año 1951, por el impulso del Coronel Pujato, hombre clave en la defensa de la soberanía antártica argentina, se creó el Instituto Antártico Argentino. Ese mismo año, Argentina concretó la instalación de su primera base continental argentina, denominada Destacamento Naval Almirante Brown, haciendo lo mismo un año más tarde con el Destacamento Naval Esperanza en 1952.
El primero de febrero de 1952 se registró el primer tiroteo bélico en la Antártida, cuando un equipo militar argentino, luego de realizar una advertencia, disparó una ráfaga de ametralladora sobre un equipo civil del «falckand islandas dependencies survey», quienes fueron encontrados descargando materiales del barco Jonh Biscoe, con la intención de reestablecer la base británica incendiada en 1948.
En 1953, Argentina y Chile se unirían formalmente para presentar acciones contra los intereses británicos de modo que las zonas de reclamaciones quedaron sujetas a una acción integracionista latinoamericana cuyos beneficios eran mutuos para los dos estados.
En 1955, el Reino Unido, principal enemigo del peronismo, presentó ante la Corte Internacional de Justicia dos demandas contra la Argentina y Chile, con el objetivo de invalidar los avances de ambos países. Ambas naciones hicieron sus reclamos, por lo que las demandas fueron archivadas. Esta historia se repetiría 52 años más tarde, cuando el Gobierno de Cristina Kirchner de Argentina y el Gobierno de Michelle Bachelet en Chile lograron evitar por su unidad, las intenciones de avanzar del Reino Unido unas 350 millas naúticas desde la línea bajamar de los territorios chilenos y argentinos.
En 1959, los gobiernos de Argentina, Australia, Bélgica, Chile, Francia, Japón, Nueva Zelandia, Noruega, la Unión del Africa del Sur, Rusia, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y los Estados Unidos de América, firmaron el «Tratado Antártico», el cuál entró en vigencia en 1961 y determinó la suspensión durante 40 años las controversias sobre reclams de soberanía en el continente al tiempo que limitó a operaciónes científicas las tareas a realizar en el mismo.
Durante los primeros 50 años desde la entrada en vigor del Protocolo (1998), este solo podía ser modificado por acuerdo unánime de todas las partes. Después de este momento, a partir de 2048, cualquiera de las Partes Consultivas del Tratado Antártico tiene la libertad de convocar a una conferencia de revisión del funcionamiento del Protocolo.

La Antárida hoy, la Argentina de mañana
En la actualidad, Argentina no presentó nigún reclamo sobre el avance antes nombrado del Reino Unido sobre el Mar Argentino, la Zona Contigua y la Zona Exclusiva Económica nacional. Y tampoco reclamó sobre las reclamaciones británicas y chilenas sobre el lugar dónde hace un mes se divulgó el hallazgo de las mayores reservas de petróleo del mundo.
El Gobierno nacional está poniendo en peligro más de 120 años de permanencia en el continente blanco, entregando territorio nacional clave para proyectar al país como Estado soberano sobre territorio austral.
En este tema no puede haber grietas, aunque ni si quiera las hay tanto debido a que la dirigencia política nacional esta a años luz de los Pujato, Irizar, Perón, Moreno, etc. Por ende, nuestra responsabilidad como ciudadanos y ciudadanas también consiste en traer la Antártida a su continente hermano, el americano, porque nos guste más o nos guste menos, nuestro Norte siempre será el Sur.
Es menester de las y los argentinos conocer y hacer conocer que parte de la Antártida nos pertenece, allí y en todo el territorio nacional, la defensa férrea del territorio así como la ejercitación de nuestra soberanía son las certezas para una Argentina soberana, como la soñaron cada uno de las y los argentinos antes mencionados.