
Por Florencia Forchino
La película es la representación de un hecho que ha conmovido de manera estrepitosa a la ciudad de Córdoba. Marcelo Mario Sajen llevó a cabo 93 abusos sexuales entre 1991 y 2004.
Con la mirada puesta en el violador, en su perfil y maneras de proceder ante sus agresiones sexuales, la película intenta poner en debate la cultura de la violación en la ciudad, la exposición que sufren las mujeres a éstos delitos en las calles, la fuerte desigualdad de género y la violencia institucional.
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“La noche más larga”, se propone como una película oscura y cruda que trabaja un hecho real a través de una ficción de terror con tintes de crónica utilizando documentos de archivo del medio El Doce, quién también es un invitado de en la producción de la película. Las voces en OFF de periodistas ponen en evidencia que Sajen sometió a casi un centenar de chicas entre 1991 y 2004, paralizando a toda la sociedad con total impunidad.
El film toma como base la investigación que hicieron Dante Leguizamón y Claudio Gleser en el libro “La marca de la bestia” (2006), quienes a través de 500 páginas indagan en las historias que se esconden detrás del caso del violador serial de Córdoba: la de un delincuente de múltiples caras; la de sus víctimas y las marcas imborrables que los ataques dejaron en sus vidas; la trastienda de intereses y miserias humanas que durante años gobernó la investigación de la causa.
La imperturbable representación de Daniel Araoz como Sajen le valió la premiación en 2020 como mejor actor en Festival de Cine de Oldenbur, Alemania; y presenta a Mario Sajen como un monstruo, un fenómeno horrible de los que pareciera haber pocos.
Pero recordamos en retrospectiva que lo sorprendente del caso fue que sus seres queridos, su familia y vecinos del barrio, no creían posible tal crimen de parte de Sajen, pensaban que era improbable que él sea un criminal de tal tipo, por ser un buen trabajador, padre y vecino en la comunidad. Algo que en ese entonces y para muchas, desde allí, nos hizo incorporar el miedo por la persona “común”, por un cordobés como todos nosotrxs. ¿Por qué mostrarlo entonces como un ser atípico y monstruoso cuando hoy sabemos que nos rodean posibles abusadores?.
¿Qué se desea expresar cuando usamos el miedo, la violencia y el sufrimiento a través de medios artísticos?. En «La noche mas larga» vemos escenas que incomodan, que hacen explicita la violación: victimas escupiendo semen. ¿Es acaso la incomodidad el fin?, ¿La expresión del hecho aberrante con importante crudeza el método?.
Es muy fino el límite entre el querer mostrar un hecho de violencia machista como tal, a revictimizar a quienes lo han sufrido, esta revictimización vuelve a aparecer en la película y Dante Leguizamón para El Perfíl dijo al respecto: “todas las víctimas aparecen vestidas de manera ‘provocativa’ –recalco las comillas porque es la palabra que usaban los policías cuando las entrevistan después de haber sido atacadas- polleras cortas, escotes profundos, ropa ‘insinuante’ –otra vez las comillas. Lo cierto es que la gran mayoría de las chicas fueron atacadas cuando volvían de estudiar o trabajar, no cuando iban a una fiesta como muestra la película (..) a lo largo de toda la película las víctimas son mujeres sometidas, llorando, sin capacidad de reaccionar y en manos de su atacante”.
El cine es un lenguaje que siempre ha buscado el equilibrio entre lo que irrita y lo que agrada, desmenuzando la realidad a través de una visión alterna. Pero La noche más larga se mueve de la ficción a la crónica sin definición de género lo cual hace que carezcan de la profundidad que merece y así también evita la responsabilidad institucional adecuada.
Nos planteamos el desafío que resulta producir y lanzar una película que represente la violencia de género, en este contexto donde el feminismo es no sólo un modo, sino una condición de perspectiva. Hay una serie de decisiones que tomar para evitar la revictimización, como puede ser enfocarse en el perfil del violador y no en el de las víctimas, y el tratamiento de género para abordar el guión.
La película intenta evidenciar la perspectiva feminista del caso, mediante símbolos como las manifestaciones y el pañuelo verde, recursos que parecieran anacrónicos con aquella época y forzados para éste contexto actual; también en éste intento, quiere, sin lograrlo, reivindicar a la víctimas, quienes fueron expuestas en las escenas – otra vez – más terribles durante toda la película.
Leguizamón agregó sobre esto: “Lo grave es que en lugar de buscar ese asesoramiento, el film termina escondiendo esa falta con un guiño casi oportunista hacia las marchas de ‘Ni una menos’ y las vigilias en apoyo a la ley de interrupción voluntaria del embarazo”.
Resta que la comunidad cordobesa, que fué testigo del caso y del relevamiento del mismo, vea esta película, que es una vuelta a las salas del cine argentino donde se expone un caso que marcó un antes y un después en la historia judicial de Córdoba.
Ficha técnica
Dirección y guion: Moroco Colman (Córdoba). Producción Ejecutiva: Sofía Castells (Córdoba). Elenco: Daniel Aráoz, Camila Murias, Sabrina Núñez, Paula Halaban, Constanza Villarruel, Romina Arietti, Sofía Bono Prado, Carolina Godoy, Rocío Figueroa Sobrero, Vanina Bonelli, Pablo Tolosa, entre otros. Jefatura de producción: Laura Perovich. Dirección de fotografía: Diego Arroyo, Sol Lopatín, Gustavo Biazzi, Fernando Lockett. Diseño de sonido: Hernán Conen. Música: Juan Sorrentino. Dirección de arte: Carolina Vergara.