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Libros o películas, la historia sin fin…

Las películas que surgen como adaptaciones de novelas y cuentos casi siempre le ponen un límite -por no decir que destruyen- a todo aquello que como lectores fuimos construyendo con imaginación en nuestras mentes. Por Cristian Montú Es gracias a todos los libros que alguna vez leí que estas columnas existen, pero antes de que […]

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Las películas que surgen como adaptaciones de novelas y cuentos casi siempre le ponen un límite -por no decir que destruyen- a todo aquello que como lectores fuimos construyendo con imaginación en nuestras mentes.

Por Cristian Montú

Es gracias a todos los libros que alguna vez leí que estas columnas existen, pero antes de que me hiciera socio de la biblioteca del pueblo, o en aquellos periodos donde no podía leer nada, la televisión y las películas por cable eran mi compañía durante las tardes y los fines de semana.

Era tal mi obsesión, o mi tiempo libre por entonces, que cierto día recuerdo haberme propuesto ver todas las películas que dieran en Cinecanal. Por supuesto la empresa fracasó y después de dos películas seguidas me cansé y apagué el televisor. 

Cuando comencé a dedicarle más tiempo de mi vida a la lectura, casi instintivamente hice una elección caprichosa y sin fundamento lógico, si Nati (la bibliotecaria) me ofrecía alguna novela que yo ya había visto adaptada como película, entonces no la leía. Por esa misma razón es que solamente leí la primera entrega de la saga de Harry Potter y en cambio sí vi todas las películas que vendrían con los años y los libros.

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De más está decir que hubo momentos en los cuales ese principio ilógico, al que nos aferramos la mayoría de las veces los lectores, queda sin efecto y entonces leo los libros y veo las películas basadas en ellos. Las experiencias han sido más o menos satisfactorias según las miradas de los cineastas pero vale aclarar que no soy crítico de cine y que no deben tomarse muy en serio las opiniones de alguien cuyas películas preferidas son Titanic y El diablo viste a la moda.

El poder de la lectura

La historia interminable o La historia sin fin, es una novela del autor alemán Michael Ende. La obra narra la vida de Bastián, un chico huérfano que sufre el acoso constante de sus compañeros de colegio y al tratar de escapar de ellos da con una librería atendida por un librero poco amigable. Bastián “toma prestado” un libro que el hombre deja sobre la mesa y encerrado en el desván de la escuela, donde se recluye para evitar una prueba de matemáticas, comenzará a leer las aventuras de personajes conocidos por muchos gracias a la adaptación cinematográfica.

La cantidad de personajes y aventuras son tan vastas que no me alcanzan ni las palabras ni el tiempo para nombrarlos a todos en detalle. Desde que el libro apareció en 1979, el éxito fue absoluto y al autor le llovieron las propuestas para comprarle los derechos cinematográficos. Finalmente Michael Ende accedió a vender, con varios millones de por medio, los derechos de su libro y luego no se molestó en asistir al estreno de la película.

"La historia interminable" de Michael Ende

Hace poco volví a ver la película y sinceramente se sintió como estar en un viaje lisérgico, una sucesión de escenas que marcaron las infancias de quienes crecimos en los noventa: Artax, el caballo de Atreyu, hundiéndose en el Pantano de la Tristeza; Atreyu siendo rescatado por Falkor, ese dragón de la suerte con más apariencia de perro que otra cosa, y volando sobre su lomo. 

Sabrán disculparme ustedes pero creo que la película, más allá de las imágenes teñidas de nostalgia por aquellas tardes perdidas en las arenas del tiempo, no le hizo justicia a la novela de Ende. Hay una sensación de falta, todo transcurre demasiado rápido y el final llega sin que uno lo note, calculo que esto último se debió a que más tarde vendrían varias películas más. 

Desconozco si en efecto vaya a suceder, pero creo que una remake de La historia interminable sería algo interesante de ver ya que los efectos especiales y la estética avanzaron en estos casi cuarenta años desde el estreno de la película.

Madres e hijos

Samanta Schweblin es una escritora argentina que reside en Alemania desde hace varios años, escribió cuentos y novelas que tuvieron adaptaciones al cine. Distancia de rescate es una novela breve, tiene apenas más de cien páginas y sin embargo es tan hipnótica y desesperante que no puede soltarse hasta terminar de leerla en unas pocas horas. Creanme, si no lo hicieron… ¡Vayan a leerla! No se van a arrepentir… O sí.

Parada en las fronteras borrosas del relato fantástico, el thriller psicológico y la denuncia social, la historia inicia con Amanda, una de las protagonistas, repasando mentalemente los hechos que la condujeron hasta el momento en el que se encuentra: “Pero voy a morirme en pocas horas, va a pasar eso, ¿no? Es extraño que esté tan tranquila.” La pregunta está dirigida a David, el siniestro hijo de la otra protagonista, que guiará a Amanda en su trágico recorrido.

Mientras Amanda se dirige hacia su propia muerte, hay una duda que no la deja pensar de a ratos ya que no sabe dónde ha quedado Nina, su hija. El hilo que las une parece desvanecerse a medida que avanza el relato: “...llamo «distancia de rescate» (...) a esa distancia variable que me separa de mi hija y me paso la mitad del día calculándola, aunque siempre arriesgo más de lo que debería.”

"Distancia de rescate" de Samanta Schweblin

La película basada en la novela puede verse en Netflix y, aunque tengo sentimientos encontrados por la forma en que se narran los hechos en la adaptación, es innegable que al igual que el libro, logra crear una tensión constante, casi desesperante. También es importante destacar el énfasis que se pone en la presencia de ese enemigo invisible que es el detonante de todas las desgracias de los pueblos del interior y sus habitantes: los agroquímicos.

Y si todo lo anterior no es motivo suficiente para que vean la película, sepan que una de las protagonistas es Dolores Fonzi…

"Distancia de rescate" - Fuente: Netflix

Apunte final

El punto clave de esta discusión eterna, al menos en mi caso, es que las películas que surgen como adaptaciones de novelas y cuentos casi siempre le ponen un límite -por no decir que destruyen- a todo aquello que como lectores fuimos construyendo con imaginación en nuestras mentes.

Pero todo lo dicho en esta columna no deja de ser mi opinión, por lo pronto ustedes sabrán responder y decir qué prefieren… ¿El libro por sobre la película? ¿Las películas por sobre los libros? ¿Libro y película?

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