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Bosque nativo: territorio resiliente y humanidad en deuda

Por Magdalena Gavier Reconocer el bosque Si pensamos en un bosque, seguramente la primera imagen que se nos venga a la mente es un lugar lleno de árboles altos y todo de color marrón y verde oscuro, con aroma a humedad. Si bien es una imagen conceptual válida, la realidad es que en el territorio […]

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Por Magdalena Gavier

Reconocer el bosque

Si pensamos en un bosque, seguramente la primera imagen que se nos venga a la mente es un lugar lleno de árboles altos y todo de color marrón y verde oscuro, con aroma a humedad. Si bien es una imagen conceptual válida, la realidad es que en el territorio argentino la diversidad de territorios que son considerados como bosque es mucho más amplia. 

¿Por qué es importante reconocer los bosques? Porque cuando reconocemos podemos entenderlos como ecosistemas y tener algunas ideas de cómo protegerlos (posiblemente sea sin intervenir). También nos permite estar en presencia en esos territorios y atender a las particularidades de cada región. Estudiar o estar atentxs a posibles instancias de aprendizaje, algo que parece tan lejano para quienes dejamos la etapa escolar, es un ejercicio importantísimo para involucrarnos (en un territorio, en una cultura, en un grupo, en nuestra ciudadanía, etc).

Técnicamente, un bosque es un ecosistema conformado por una amplia gama de vegetación, incluyendo no solo árboles y arbustos, sino también vegetales como la hierba, las flores y las deposiciones orgánicas de éstas plantas en el suelo (como las ramas o las hojas caídas, que contribuyen a la riqueza del suelo). Estas comunidades de plantas cubren grandes áreas de la Tierra y constituyen hábitats para animales, constituyendo uno de los aspectos más relevantes de la biosfera de nuestro Planeta. 

Los bosques juegan un papel importante como reservorios estables en el ciclo global del carbono y su eliminación (por tala, desmonte, incendios, etc.) conlleva un incremento de los niveles de dióxido de carbono atmosférico.

Bosques en el mundo

Según la FAO, los bosques cubren casi 1/3 de la superficie mundial, lo que equivale a más de 4.000 millones de hectáreas. En teoría, hay aproximadamente 0,52 hectáreas de bosque por cada persona en el planeta. 

Los bosques se pueden clasificar según distintas variables (tipo de vegetación, número de especies dominantes, tipo de follaje, altitud, grado de intervención humana, biomas, entre otros). La distinción más reconocida mundialmente es la que rige por altitud y latitud: tropical, boreal, templada y subtropical. 

En el mapa, están presentes de la siguiente manera: 

Fuente: Evaluación de los Recursos Forestales del Mundo - FAO (página 3)

Los principales países cuyos territorios son boscosos son: Rusia (20%), Brasil (12%), Canadá (9%), Estados Unidos (8%) y China (5%). El 46% restante está distribuido en el resto del mundo. 

Bosques en Latinoamérica

Dentro de la distinción por grado de intervención humana podemos observar variables por continente. Como se puede ver en el gráfico que sigue, la proporción más alta de plantación forestal se encuentra en América del Sur, y representa el 99% de la superficie total de bosques plantados y el 2% de la superficie forestal total. Es decir, queda muy poco bosque nativo en toda la región. 

Fuente: Evaluación de los Recursos Forestales del Mundo - FAO (página 8)

Para cerrar esta pequeña sección de reconocimiento de bosques a nivel mundial, me parece importante mencionar que el continente Latinoamericano es uno de los que más bosques en propiedad privada tiene.

Fuente: Evaluación de los Recursos Forestales del Mundo - FAO (página 11)

Este dato no quiere decir necesariamente que sean territorios que estén destinados por ejemplo a la industria maderera. De hecho América Latina tiene un 31% de zonas forestales en áreas protegidas (es el continente con más bosque en áreas protegidas). Igualmente, sabemos que eso no es garantía de que no ocurran atrocidades e ilegalidades (explotación, incendios, etc.) en esos suelos.

Fuente: Evaluación de los Recursos Forestales del Mundo - FAO (página 9)

Bosques en Argentina

Los bosques nativos de Argentina ocupan una superficie de alrededor de 47,9 millones de hectáreas, es decir un 19,2% del territorio nacional. Existen 7 tipos de bosques en nuestro territorio y están distribuidos a lo largo y ancho del país:

Fuente: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/primer_inventario_nacional_-_informe_nacional_1.pdf (página 70)

Bosques en Córdoba

El territorio cordobés está atravesado por el bosque Parque Chaqueño y por el Espinal esencialmente. En estos dos ecosistemas se puede encontrar una diversidad hermosa de animales. En el Parque Chaqueño: yaguaretés, tapires, pecaríes, pumas, yacarés, iguanas, entre otras. En el Espinal: gato montés, zorros, zorrinos, hurones, cuises, comadrejas, nutrias, y otras extintas o muy amenazadas como pumas pampeanos, yaguareté austral o venados de las pampas. 

En la zona chaqueña abundaban el quebracho, algarrobos, chañares, lapachos, palmeras pindó, por citar algunos ejemplos. Todas las especies (animales y vegetales) se encuentran en peligro y constantemente amenazadas. Por poner un caso, en total la región chaqueña (que abarca varias provincias como se puede ver en el mapa de más arriba) perdió el 85% del quebracho.

En la zona del Espinal, quizás la más reconocida por quienes vivimos en la capital o en zonas aledañas, predominan los pastos más duros, el algarrobo negro y el blanco, el tala, la palmera caranday, el espinillo y el aromito. 

Cada bioma tiene sus características, particularidades y alberga una infinidad de vida: plantas, hongos, aves, insectos, mamíferos, etc. Cada piedra, cada espina, cada micelio, cada hoja, cada animal y cada bichito tiene su razón de ser y existe en ese ecosistema por algún motivo. Ningún bosque necesita ser modificado, intervenido ni mucho menos desmontado por la humanidad por ningún motivo ni para ningún fin ni medio de nada. 

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Desmonte & desbosque = desmadre 

Según la organización Montes, que investiga puntualmente el bosque nativo de la provincia de Córdoba, perdió el 95% de su Bosque Nativo:

AñoPorcentaje sobre territorioSuperficie en km²
199012,7347.930
200011,6318.600
201010,4285.960
20169,8268.152
Cuadro propio en base a información del Banco Mundial

Puntualmente, los departamentos de Ischilín, Tulumba, Río Seco, Calamuchita, Río Primero y Sobremonte (en ese orden) son los territorios que más bosque nativo perdieron entre el 2000 y el 2019. Asimismo, las localidades que más bosque perdieron en ese mismo período son: Villa Yacanto, Sebastián Elcano, Las Arrias, Quilino, Los Cerrillos y Potrero de Garay.

En este link podés clickear en cada departamento y ver informes detallados de cada uno; y en este link podés hacer lo mismo para visualizar informes por localidad. Todo este material de investigación es fruto del trabajo y difusión de la organización Montes y el Monitoreo Temporal Satelital de los Bosques de Córdoba. En este link se puede acceder al sitio de Monitoreo Satelital de Global Forest Change, y acceder a información para profundizar en análisis. 

Los principales factores de pérdida de bosque natibo son: avance desmedido de las fronteras agropecuarias, incendios (intencionales o consecuencia de la crisis climática), crecimiento inmobiliario a ritmos desmesurado, y crecimiento plantas exóticas en los territorios (insertadas en los bosques por lxs humanxs, y que provocan cambios en el suelo, en la flora y en la fauna). Acá un video breve donde se explica de forma muy sintética la función de los árboles en los suelos y cómo la invasión de otras especies extranjeras afecta a todo el ecosistema.

Causas y consecuencias en un círculo vicioso

Esto es como el huevo y la gallina: ¿qué llegó primero y en qué medida uno es anterior al otro? Acá posiblemente podamos intuir que los incendios y las fuertes lluvias fueron siempre acciones climáticas de la misma tierra que siempre ocurrieron pero, fue hasta que algunas personas se avivaron y vieron la veta económica de la cuestión que eso era rentable y conveniente (para algunxs, obvio). 

Resumidamente, la cuestión es más o menos así: en el territorio argentino y sobre todo cordobés, muchos de los incendios son provocados intencionalmente por grupos de personas que saben que esos territorios en cuestión son de gran valor económico y un gran potencial para convertirse en: campos para el cultivo (de semillas transgénicas muy posiblemente que luego serán alimento para animales que luego algunxs humanxs se comerán) o grandes negocios inmobiliarios (de countries cerrados donde vivirán unas poquitas personas aisladas del resto). 

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Tanto los incendios como las fuertes lluvias dejan a los bosques exhaustos, y lógicamente demoran un tiempo (demasiado largo para nuestro tiempo lineal como humanidad) en recuperarse. Pero históricamente fueron territorios resilientes que se recuperaron y volvieron a crecer con mucha fuerza. El problema surgió cuando como humanidad empezamos a ver que no creía “nada” aparentemente visible y que entonces esos lugares “no servían” y que debíamos hacer algo más productivo ahí, como sembrar. 

Lógicamente el monocultivo, el uso de agrotóxicos, la tala de árboles, la quema de combustibles a través de maquinaria para cosechar, entre otras actividades humanas va degradando y lavando los suelos, impidiendo que se regeneren de manera natural y alejando a la fauna nativa. 

Foto de Vladyslav Dukhin

Así, por ejemplo, la ciudad de Córdoba se inunda cada vez con más facilidad (por más desagües que hagan). Lo mismo pasa con los territorios que están a mayor altura, como sucede con la zona de Los Gigantes, cuyas piedras se erosionan cada vez con más facilidad porque -por los incendios y la deforestación- no tienen la estructura vegetal (plantas, yuyos, árboles y raíces) para retener el agua. 

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¿Qué pasa en la ciudad de Córdoba? 

Por último creo vital nombrar que en Córdoba se está avanzando de manera ilegal sobre uno de los últimos refugios de flora y fauna nativa de la ciudad. En este espacio, de 114 hectáreas, co-habitan más de 180 variedades de aves registradas y más de 250 tipos de vegetales que conforman un ecosistema completo de monte nativo. 

Desde hace un tiempo se está pidiendo formalmente que se amplíe la Reserva San Martín para proteger estos territorios, pero a quienes aprueban las leyes parece no interesarles el único pulmón verde de la ciudad. 

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Ni lxs vecinxs de la zona ni lxs ciudadanxs estamos de acuerdo con esta cementación violenta, y sin embargo la provincia y el municipio no se hacen cargo de las obras atroces que se están haciendo ahí. 

Para ampliar en este tema sugiero leer la nota Ampliación Reserva San Martín: Denuncian que se avanza en la construcción de una calle, seguir a la Asociación Civil Amigos de la Reserva y levantar la voz para frenar entre todxs esta obra.

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Propuestas que sí 

En esta oportunidad no quiero profundizar tanto en los aspectos dolorosos de lo que le provocamos como humanidad a los bosques y a toda la vida que albergan. En próximas columnas espero poder dar ahondar ahí, mas ahora quiero aprovechar para nombrar algunas propuestas de acción que creo importante compartir y para visibilizar organizaciones o grupos de personas que están haciendo un trabajo para resguardar los bosques nativos:

  • Bosques de agua: restauración ecológica en Córdoba.
  • Sembradores de agua: hacen restauración del bosque de Tabaquillo en la base del Cerro Champaqui.
  • Planeta vivo: plataforma digital que impulsa el cuidado ambiental.
  • Flor de laburo: productores de peperina agroecológica; también son productores de cosmética natural (con base en la peperina que cultivan) y un gran trabajo social y ambiental para restaurar los ecosistemas:
  • Futuro: organización cordobesa de acción para un ambiente sano y justo. Hacen plantaciones, talleres, actividades, entre otras cosas. ¡Podés sumarte como voluntarix! 
  • Autóctonas de Córdoba: vivero gestionado por tres mujeres, ubicado en la ciudad de Córdoba que produce y comercializa plantas nativas (exclusivamente)
Texto completo el Jefe de Seattle: link

Para dar cierre a la columna, me gustaría compartir tres cosas:

1. Un extracto de un poema de Juan Carlos Chébez (2003)

Aunque el hacha derrumbe todo el monte,

y quemen la guarida de los pájaros,

y le armen trampas a los tigres viejos,

yo plantaré mi árbol.

Aunque sigan creciendo las represas,

y hasta lo vuelvan maloliente al lago,

y lo envenenen al halcón y al sapo,

yo plantaré mi árbol.

Aunque me sienta solo, abandonado,

yo seguiré plantando cada árbol,

y floreciendo en versos y canciones,

para que mi hijo crezca convencido,

que hay un futuro alegre, iluminado,

un futuro verde y positivo,

con miles de árboles creciendo en el camino.

2. Una recomendación de un libro: Botiquín de plantas - Medicina viva, escrito por Isabel Serdiuk, ingeniera agrónoma, y su hija, Marina Córdoba, magíster en Salud Mental. Aquí una nota de La Tinta donde cuentan la historia de su experiencia trabajando juntas en un tema que les apasiona a las dos, y la importancia de reivindicar las plantas ancestrales y nativas en la medicina.

3. Una canción para conocer y reconocer algunos de los yuyos y árboles de nuestro territorio: 

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